Salmos 77:16-20
16 Las aguas te vieron, oh Dios,
te vieron las aguas y temieron,
los abismos también se estremecieron.
17 Derramaron aguas las nubes,
tronaron los nubarrones,
también tus saetas centellearon por doquier.
18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino,
los relámpagos iluminaron al mundo,
la tierra se estremeció y tembló.
19 En el mar estaba tu camino,
y tus sendas en las aguas inmensas,
y no se conocieron tus huellas.
20 Como rebaño guiaste a tu pueblo
por mano de Moisés y de Aarón.
Los versículos del 13 al 20 son un ejemplo de una meditación exitosa, en la cual el salmista termina predicando a su propio corazón acerca de la Gracia de Dios revelada en el Éxodo. El resultado es que su corazón cree de nuevo y que puede enfrentar sus problemas. Los cristianos tenemos una manera mucho mejor de asegurarnos que Dios nunca nos dejará o nos abandonará. Jesús llevó a cabo el mayor éxodo, liberándonos no solo de las ataduras sociales y políticas, sino también del pecado y de la muerte (ver Lucas 9:31). También su muerte en la cruz nos modela cómo Dios con frecuencia obra sus propósitos de gracia por medio de lo que parece una derrota. Cuando meditamos sobre eso, tenemos un recurso para enfrentar cualquier cosa.
Señor, te doy gracias porque eres un Dios de infinito poder, de manera que incluso los océanos y los huracanes te obedecen, y, sin embargo eres un tierno pastor para nosotros. Si el poder infinito en el universo es nuestro amoroso pastor, podemos vivir sin temor. Amén
-Tim Keller
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