sábado, 21 de marzo de 2020

Piedad y contentamiento

1 Timoteo 4:8

porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura.

La segunda ayuda para aprender el contentamiento es la gracia, o la piedad. La piedad y el contentamiento van unidos (ver 1 Timoteo 6:6), y es la piedad la que produce esta bendita disposición del corazón. El verdadero contentamiento requiere que exista en nuestro interior un principio divino, una ayuda celestial desde lo alto. Ni todas las motivaciones externas juntas pueden mantener un corazón en calma bajo nuestras cruces, a menos que exista una obra de gracia salvadora. La única y verdadera manera de tener contentamiento es ser piadoso. El contentamiento es hijo de la piedad.

¿Cómo produce contentamiento la piedad?

Transformando las facultades del alma. El entendimiento se ve iluminado, de manera que no se ve conducido por nuestras fantasiosas imaginaciones. De este modo, el corazón está más en calma, ya que la agitación de la mente se basa en el poder de lo que imaginamos. Las fantasías perciben mal las cosas, y eso produce ansiedad. La gracia, sin embargo, establece un juicio sano de las cosas. Una mente iluminada produce un corazón sometido a Dios.

La gracia también transforma la voluntad, fundiendo nuestra voluntad con la de Dios. Cuando el viento y las mareas son contrarias, las aguas son bruscas y agitadas; pero cuando viento y marea van en la misma dirección, todo es calma. Así mismo sucede en esto: cuando la voluntad de Dios y la nuestra difieren, las tormentas de las emociones se levantan. Pero cuando están de acuerdo, lo único que hay en el espíritu es calma. ¡Oh, nunca estaremos descontentos a menos que nuestra voluntad choque con la de Dios!

La gracia también transforma lo que amamos. Elimina el desordenado amor por las cosas terrenales y lo mantiene dentro de unos límites, produciendo el contentamiento. Cuando el amor por lo terrenal es demasiado grande, existe el riesgo del descontento e impaciencia.

La gracia además hace que nuestra conciencia esté bien. Una buena conciencia es el arca que guarda el maná del contentamiento y el gozo, y no se agita fácilmente cuando existen problemas. Si tu pierna está herida, no la puedes tocar sin producirte dolor, pero si está sana, puede soportar un golpe suave sin quejarse. Cuando la conciencia esta sana, la persona puede soportar cualquier cosa.

-Thomas Jacombe, puritano

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