miércoles, 25 de marzo de 2020

Gloria, humildad y contentamiento

Filipenses 1:20

conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, aun ahora, como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte.

¿Cómo produce contentamiento la gracia o la piedad? Haciendo que la persona tenga un poderoso sentido de la gloria da Dios, de forma que descanse siempre en esto como su último objetivo y su bien más deseable. La gracia produce este glorioso efecto en el corazón, y, de esta forma, produce con efectividad un espíritu que está en calma en toda condición. El egoísmo es la base del descontento. El egoísta no mira más allá de la sensación de comodidad, del deleite y la satisfacción, y, si estos se ven frustrados, monta en ira y se enoja. Pero el hombre piadoso, que vive a la altura de su piedad, pone su vista sobre la gloria de Dios como su mayor objetivo y enfoque central. Esa persona dice "sea cual sea mi estado, Dios se glorificará por medio de él. Ha de ser la mejor situación y la que más lleva a su gloria, o si no, no me habría colocado en ella. Por tanto, ha de gustarme, he de regocijarme en ella, porque conduce a aquello que es mejor que todas mis pequeñas comodidades, es decir, a la gloria de Dios".

Vivirá en el contentamiento aquel que conoce y considera estas dos cosas: todo lo que ocurre tiende a promover tanto la honra de Dios como nuestro propio bien. Solo a los piadosos les puede importar esto, y por tanto, la piedad es necesaria para el contentamiento. La gracia también establece el contentamiento por medio de gracias especiales, como la humildad. La persona humilde está contenta y se somete a Dios. El orgullo nos hace pensar que somos más sabios que Dios, y que podemos ordenar nuestra situación mejor que Él. La persona orgullosa no puede soportar una condición humilde, y se siente afrentada si no está al mando. La humildad acepta las condiciones más humildes y la más pequeña misericordia. El orgullo acusa a Dios, la humildad lo admira. El orgullo agita el corazón, mientras que la humildad es una gracia que lo calma. Para los orgullosos, nada es suficiente. Para los humildes, siempre lo es. ¿Cómo produce contentamiento la piedad? Desarraigando el orgullo y plantando la humildad en el alma.

-Thomas Jacombe.

https://www.youtube.com/watch?v=By5TOaShM-g

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