Cuentan que una vez iba Ben Franklin charlando con un amigo a lo largo de un río, cerca de un embarcadero. A lo largo de la orilla había muchos cestos grandes llenos de rojas y jugosas manzanas que estaban listos para ser embarcados.
El amigo preguntó a Franklin: "Ben, ¿qué me puedes decir de la condición humana?".
Ben quedó un momento pensativo. De pronto vió un niño que se dirigía hacia ellos muy contento, jugando y corriendo por la orilla del río. Franklin tomó una manzana de uno de los cestos y se la ofreció al niño, que la aceptó muy feliz con una sonrisa de oreja a oreja.
Ben Franklin le dió una manzana más , y luego otra. El chico estaba muy contento. Pero cuando el hombre le brindó una quinta manzana, el niño no pudo sostenerlas todas y una se le resbaló, cayendo al río. El chiquillo al ver como su manzana se alejaba perdida en la corriente, rompió a llorar.
Entonces Franklin se volvió a su amigo y le dijo: "¿Ves? esta es la condición humana. Este niño era feliz cuando no tenía ninguna manzana. Ahora que tiene cuatro, ya no lo es".
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