Un viajero llegó un día caminando a cierto pueblo que estaba atravesando una época de hambre. Los lugareños al verlo llegar creyeron que el hombre buscaba que le diesen un poco de comida, e intentaron obligarlo marcharse "Fuera de aquí viajero" decían "No tenemos nada que comer para nosotros mismos y no podemos darte nada a tí".
"No os preocupéis" dijo el hombre "no he venido a pediros comida, sino a haceros probar una deliciosa sopa". El viajero tomó un caldero, vertió agua en él y lo puso a calentar. A continuación sacó unas piedras de su mochila y las echó al agua. Los lugareños le observaban, un tanto ensimismados.
"Mmmmm..." exclamó el hombre oliendo el vapor. "La sopa de piedras es deliciosa. Sin embargo sabe aún mucho mejor si se le añade algo de coliflor".
"¡Yo tengo una!" dijo una mujer. No me gusta su sabor cuando no tengo otra cosa con que combinarla, así que la guardé. El viajero dió las gracias y echó la coliflor al caldo. Al ver esto, otro hombre dijo "¿Y si le ponemos algo de cebolla?. Aunque no tengo otra cosa para comer, tengo algunas que sobraron de mi huerto...".
Pronto muchos otros lugareños aportaron otros ingredientes: zanahorias, patatas, algo de arroz...hasta que al fin quedó un estupendo guiso que todos y cada uno pudieron disfrutar, mitigando el hambre que les aquejaba.
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