Filipenses 2:7-8
7 sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Jesús podía entender lo que las personas a su alrededor estaban soportando, porque Él vivió bajo las mismas condiciones. También puede identificarse con nosotros hoy. Es verdad que nunca se casó, ni fue a la universidad, ni tampoco utilizó una computadora o sistema de vídeo. Pero aun así, tiene un conocimiento perfecto de estas cosas y más. El punto es que Cristo sabe de primera mano acerca de nuestras necesidades físicas y emocionales porque vivió y trabajó en un mundo afectado por la caída.
Pero hubo un elemento de nuestro mundo del que Jesús no participó: El pecado. Hebreos 4:15 dice "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado". Aunque Jesús nunca pecó, Él conoce las luchas y tentaciones que enfrentamos diariamente. Si no fuera así, no podría simpatizar con nosotros como Sumo Sacerdote.
Aunque Jesús era un hombre que se identificaba profundamente con aquellos que vino a servir, las personas que estaban a su alrededor no veían lo más importante acerca de Él. Filipenses 2:8 ve a Jesús desde la perspectiva de esas personas. Dice que su apariencia humana era tan auténtica que la mayoría de ellos no sabían que Él también era Dios. Muchos de ellos simplemente no podían aceptar que alguien como Jesús también pudiera estar más elevado que ellos. Juan 6:42 nos cuenta que decían "¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: «Yo he descendido del cielo»?"
La cercana identificación de Cristo con la humanidad provocó una respuesta trágica de la gente como la que se nos relata en Juan 6. Pero, para nosotros, su humildad es un gran modelo y una seguridad sentida de que Él es perfectamente hombre y perfectamente Dios.
-John MacArthur
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