Santiago 2:20
Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril?
Creo que es algo penoso y triste que casi el único momento en que puedes encontrar a alguien que no es "falso" es cuando esa persona está enfadada. En nuestro tipo de sociedad, la mayoría sienten que tienen que estar siempre fingiendo, poniendo una fachada continuamente. Así sucede que nunca son su verdadero yo hasta que se enfadan. Cuando Jesús enfrentó a sus amargos enemigos religiosos, tal y como se registra en Juan 8, no hubo fingimientos ni nada que estuviere orquestado para dar un efecto dramático. Jesús los confrontó con estas palabras: "El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por tanto, vosotros no las escucháis porque no sois de Dios". Eran unas palabras firmes y serias; sus enemigos respondieron con palabras airadas e insultantes. Aquellos hombres estaban enfadados, dejándose llevar. Habían abandonado las pretensiones y ahora actuaban de manera natural, mostrando lo que tenían en el interior. Como seres humanos, somos lo que hacemos. Si lo que hacemos prueba que estamos mal, lo que nos queda es desesperar o obtener la ayuda que necesitamos. Jesús vino a cambiar nuestra naturaleza. ¡Vino a acabar con los viejos hábitos de pecado, a quebrantarlos y a vencerlos!
Señor, anhelo ser tan santo como lo eres Tú. Gracias por vencer el pecado y la muerte para que pueda ser libre de proclamar tu amor y servirte sin pretensiones.
-A.W. Tozer
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