domingo, 5 de enero de 2020
Cayendo en la trampa - Jerry Bridges
Juan 14:13
Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Aunque tengo conocimiento, lucho contra las tendencias legalistas. Hace varios años, tenía que hablar en una iglesia grande de la costa oeste. Cuando llegué unos quince minutos antes al servicio del domingo por la mañana, me informaron de que alguien del equipo pastoral había muerto de manera repentina el día antes. Todo el equipo y la congregación estaba dolido y en estado de shock.
Poniéndome a la altura de la situación, me di cuenta de que el mensaje acerca del "desafío del discipulado" que había preparado no era apropiado. La congregación necesitaba consuelo y aliento, no un desafío. Sabiendo que necesitaba un nuevo mensaje, comencé a orar en silencio, pidiendo a Dios que trajese a mi mente algo adecuado para la ocasión. Entonces comencé a añadir los méritos y deméritos que había hecho en aquel día. ¿Había tenido un tiempo de recogimiento por la mañana? ¿Había dado lugar a pensamientos de lujuria o dicho medias verdades? Había caído en la trampa de mirar mi rendimiento.
Rápidamente reconocí lo que estaba haciendo. "Señor", dije "no sé la respuesta a estas preguntas, pero no importa. Vengo a ti hoy en el nombre de Jesús, y, solo por sus méritos, te pido tu ayuda". Un versículo de las Escrituras vino a mi mente, y, con un breve bosquejo de un mensaje apropiado, subí al púlpito y preparé el mensaje conforme hablaba. Dios respondió la oración.
¿Por qué contestó Dios? ¿Fue porque tuve un tiempo de recogimiento en la mañana lleno de otras disciplinas espirituales o porque no había tenido pensamientos de pecado durante el día? No, Dios contestó mi oración solo por una razón: Jesucristo ya había comprado esa respuesta a la oración dos mil años antes en una cruz romana. Dios respondió en base a Su gracia solamente, no por mis méritos o deméritos.
-Jerry Bridges
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