Salmos 25:14
Los secretos del Señor son para los que le temen,
y Él les dará a conocer su pacto.
Caminar con Dios es algo muy honorable. ¡Cómo deseo que eso tenga sobre ti su debido peso e influencia! Supongo que pensarás que es un gran honor ser admitido en el consejo privado de un príncipe terrenal, y tener su atención en todo tiempo. Parece ser que Amán lo pensaba así cuando se jactó en Ester 5:11 de cómo el rey "le había exaltado sobre los príncipes y siervos del rey", y también cuando más tarde le hicieron una pregunta en el capítulo 6:6: "¿Qué se debe hacer para el hombre a quien el rey quiere honrar?" y él contestó en el versículo 8 "traigan un manto real con que se haya vestido el rey, y un caballo en el cual el rey haya montado y en cuya cabeza se haya colocado una diadema real, y el manto y el caballo sean entregados en mano de uno de los príncipes más nobles del rey y vistan al hombre a quien el rey quiere honrar, le lleven a caballo por la plaza de la ciudad y pregonen delante de él: Así se hace al hombre a quien el rey quiere honrar". Parece ser que esto es todo lo que un ambicioso Amán podría pedir, y lo más valioso que pensaba que podía dar Asuero. Pero ¿Qué es este honor en comparación con aquel que disfruta la persona más humilde que camina con Dios? El Salmo 25:14 dice: "Los secretos del Señor son para los que le temen", y Jesús dice en Juan 15:15 "Ya no os llamo siervos... pero os he llamado amigos". David era tan sensible al honor de caminar con Dios que declara "Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad". ¡Oh si todos los hombres pensaran igual que él!
-George Whitefield
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