lunes, 10 de febrero de 2020

Tomando la cruz - John Wesley

Lucas 9:23

Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.

El "tomar la cruz" difiere un poco de "soportar la cruz". Se puede decir con propiedad que "soportamos la cruz" cuando sufrimos algo que viene sobre nosotros sin elegirlo, y lo hacemos con mansedumbre y resignación. Sin embargo, no se puede decir que estemos "tomando la cruz" a menos que voluntariamente suframos lo que estaría en nuestras manos evitar, cuando voluntariamente abrazamos la voluntad de Dios, aunque sea contraria a la nuestra. Cuando elegimos lo que es doloroso porque es la voluntad de nuestro sabio y misericordioso Creador.

A todo discípulo de Cristo le corresponde tomar, así como soportar, su cruz. Ciertamente, en cierto sentido, no es suya solamente, sino que es una cruz común a él y a muchos otros ya que no hay tentación que caiga sobre alguno que no sea humana. Pero en otro sentido, y considerando todas las circunstancias, la cruz es suya, particular de él mismo. Es algo preparado por Dios para él, es algo dado por Dios a él, como símbolo de su amor. Y si la recibe como tal, después de haber utilizado los medios que la sabiduría cristiana prescribe para evitar la presión, el discípulo queda como barro en manos del alfarero; la cruz que toma es dispuesta y ordenada por Dios para su bien, tanto en relación con la cualidad de la misma, como en su cantidad y grado, su duración y cualquier otra circunstancia.

En todo esto podemos pensar con facilidad que nuestro bendito Señor actúa como médico de nuestras almas, no solo porque le agrade sino "para nuestro bien, para que participemos de su santidad". Si al escarbar en nuestras heridas nos provoca dolor, solo es para sanarlas. Corta lo que está putrefacto o enfermo para preservar lo que está sano. Y si libremente (cuando se da la situación) elegimos perder un miembro antes que dejar que todo el cuerpo perezca, cuánto más elegiremos, figuradamente, cortarnos la mano derecha por encima de que toda el alma sea echada al infierno.


-John Wesley (Traducido de un sermón en wesley.nnu.edu/john-wesley/the-sermons-of-john-wesley-1872-edition/sermon-48-self-denial/)

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