Salmos 74:18-23
18 Acuérdate de esto, Señor: que el enemigo ha blasfemado,
y que un pueblo insensato ha despreciado tu nombre.
19 El alma de tu tórtola no entregues a la fiera;
no olvides para siempre la vida de tus afligidos.
20 Mira el pacto, Señor,
porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de moradas de violencia.
21 No vuelva avergonzado el oprimido;
alaben tu nombre el afligido y el necesitado.
22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa;
acuérdate de cómo el necio te injuria todo el día.
23 No te olvides del vocerío de tus adversarios,
del tumulto de los que se levantan contra ti, que sube continuamente.
El templo destruido, el lugar para el sacrificio y la expiación, era donde el pueblo podía acercarse al Dios santo a pesar de su pecado. Esta provisión forma parte del pacto que Dios hizo con ellos por medio de Moisés, en el que acordó que sería su Dios. Al final el salmista descansa en el conocimiento de que Dios no olvidará este pacto (versículo 20). También podemos abandonar nuestros temores, sabiendo que Dios ha guardado su pacto en Jesucristo, cuyo mediación y sacrificio definitivo por el pecado es el nuevo y final templo. Ahora sabemos que la promesa del pacto "seré vuestro Dios" significa realmente que lo será cueste lo que cueste, porque en Cristo vemos los extremos hasta los que irá Dios por amarnos.
Señor nuestras vidas están llenas tanto con tinieblas como con luz, con pecado y gracia. Ayúdame a responder como debería en oración, tanto en queja como en alabanza, lamentando y confiando, pero todo ello endulzado con el conocimiento de que todo terminará en gozo y gloria. Amén.
-Tim Keller.
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