2 Corintios 1:3
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
Cuando observes la providencia, asegúrate de ver a Dios como autor de ella. Sin la dirección de Dios, no existe misericordia o consuelo que pueda llegar a tus manos. No es suficiente con reconocerle de una manera general, así que toma nota de los siguientes particulares.
Primero: Pon tus ojos en cómo Dios te está cuidando. El tiene cuidado de ti (1 Pedro 5:7), sabe cuál es tu necesidad (Mateo 6:32), no te preocupes (Filipenses 4:6)
En segundo lugar: Pon tus ojos en la sabiduría de Dios a la hora de dispensar sus misericordias sobre ti. Toma nota de lo adecuadas y oportunas que son de acuerdo a tu condición. Cuando uno de nuestros consuelos se elimina, surge otro en su lugar. Así fue Isaac consolado en Rebeca después de la muerte de su madre (Génesis 24:67).
En tercer lugar: Mira la gracia de Dios en sus providencias, sí, mira las riquezas de gracia en cada consuelo que da a unas criaturas tan viles e indignas como somos. Mira cómo eres abrumado por la más pequeña de tus misericordias (Génesis 32:10).
En cuarto lugar: Mira la condescendencia de Dios a tus peticiones por esas misericordias (Salmos 34:6). Esta es la parte más dulce de cualquier deleite: que Dios ha contestado nuestras oraciones. Esto inflama enormemente el alma de amor a Dios (Salmos 116:1).
En quinto lugar: Observa el plan de Dios en todos tus consuelos. No son enviados para satisfacer las ansias de tus apetitos sensuales, sino para avivarte y capacitarte para un desempeño más alegre de tu deber (Deuteronomino 28:47).
En sexto lugar: Fíjate en la manera en que tus misericordias te son transmitidas; fluyen hacia ti por medio de la sangre de Cristo y el pacto de gracia. Las misericordias derivan su dulzura del canal por medio del cual llegan a nosotros.
En séptimo lugar: Distingue la bondad de Dios en todo lo que disfrutas en tu vida. ¿A cuántos miles que son mejores que tú le son negadas todas esas cosas que disfrutas?
Finalmente, observa que todas estas cosas te son asignadas para refrescarte en tu camino hacia una misericordia mucho mejor. ¡Las mejores misericordias están reservadas todavía para el final!
-John Flavel
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