Efesios 5:10
examinando qué es lo que agrada al Señor.
Las buenas nuevas del evangelio son que la gracia de Dios está a nuestra disposición aun en nuestros peores días. Eso es cierto porque Cristo satisfizo plenamente las demandas de la justicia de Dios, y pagó completamente la pena por haberse quebrantado la ley cuando murió en la cruz en nuestro lugar. Debido a esto, Pablo pudo escribir que Él ha perdonado todos nuestros pecados (Colosenses 2:13).
¿Significa esto que a Dios no le importa si obedecemos o desobedecemos? En absoluto. Las Escrituras hablan de cómo podemos contristar al Espíritu Santo por nuestros pecados (Efesios 4:30). Pablo oró "para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo" en Colosenses 1:10. Claramente a Dios le importa nuestra conducta, y nos disciplinará cuando nos neguemos a arrepentirnos de un pecado consciente. Pero Dios ya no es nuestro juez. Por medio de Cristo, ahora es nuestro Padre celestial que nos disciplina solamente por amor y por nuestro bien.
Si las bendiciones de Dios dependieran de nuestro desempeño, ciertamente serían escasas. Incluso nuestras mejores obras van mezcladas con pecado, con distintos grados de motivaciones impuras y un desempeño imperfecto. Siempre estamos, en cierta medida, buscando nuestro propio interés, guardando nuestros flancos y protegiendo nuestro ego. Es debido a que no nos damos cuenta de la completa depravación del principio del pecado que continúa en nosotros y que mancha todo lo que hacemos, que albergamos alguna noción de ganar las bendiciones de Dios por medio de nuestra obediencia. Y, debido a que no entendemos completamente que Jesús pagó el castigo por todos nuestros pecados, desesperamos de la bendición de Dios cuando hemos fallado a la hora de vivir a la altura incluso de nuestros propios deseos por agradar a Dios.
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