martes, 4 de febrero de 2020

Dios nuestra recompensa (reflexión puritana)

Santiago 4:8

Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 

Roguemos a Dios que Él sea nuestra recompensa. La oración es la llave del cielo, que es girada por las manos de la fe y abre los tesoros de Dios. Si Dios es nuestra recompensa, esto nos enseñará a tener contentamiento. Si solo tenemos un poco de aceite en la vasija, y nuestras posesiones han sido reducidas a casi nada, ¡nuestra recompensa aun está por venir! Aunque nuestro sustento sea poco, nuestra porción es grande. Si Dios es el regalo que tenemos, esto arrullará nuestros corazones hasta quedar tranquilos. Dios permite que los impíos tengan su paga de antemano, pero la recompensa de los creyentes se da más tarde; la túnica y el anillo están por venir. ¿Acaso no hará que nuestros corazones se sintonicen con el contentamiento?

Cristiano, aunque Dios no te de un cabrito para gozarte, puedes estar contento con las palabras que recibió el hijo mayor en la parábola del hijo pródigo "todo lo que tengo es tuyo". ¿Cómo puedes quejarte por lo vacío del mundo cuando tienes la plenitud de Dios? ¿No es Dios suficiente recompensa? ¿Acaso tiene un hijo algún fundamento para quejarse porque el padre le niegue una flor del jardín, si este lo hace heredero de sus posesiones? Así que, cristiano, si no tienes mucho del mundo, ¡tienes a Dios, que es un tesoro inagotable! ¿Quién debería estar contento si no aquel que tiene a Dios por su porción y el cielo por su reposo? Si Dios supone una porción tan grande, que estén alegres aquellos que tienen un interés en Él. Que los pájaros del paraíso canten de gozo. ¿Se ha de regocijar un hombre carnal cuya esperanza se inclina sobre muletas terrenales? ¿No se han de regocijar aquellos que tienen su tesoro en el cielo? Mantente serio, pero alegre. Un temperamento melancólico y deprimido no es adecuado para las obligaciones, especialmente para la de alabar a Dios. ¿Acaso van a pensar otros que Dios es una gran recompensa cuando ven a los cristianos decaídos? ¡No regocijarse es un pecado tanto como no arrepentirse! Que Dios te quite lo que quiera, ¡Él te dará lo mejor al final! No te preocupes tanto con la disminución de las cosas terrenales. El cielo es tuyo. Allí caminarás sobre estrellas, serás amigo de ángeles y tendrás comunión con la santa Trinidad.

-Thomas Watson

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