Salmos 74:9-17
9 No vemos nuestras señales;
ya no queda profeta,
ni hay entre nosotros quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el adversario?
¿Despreciará el enemigo tu nombre para siempre?
11 ¿Por qué retiras tu mano, tu diestra?
¡Sácala de dentro de tu seno, destrúyelos!
12 Con todo, Dios es mi rey desde la antigüedad,
el que hace obras de salvación en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con tu poder;
quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán;
lo diste por comida a los moradores del desierto.
15 Tú abriste fuentes y torrentes;
tú secaste ríos inagotables.
16 Tuyo es el día, tuya es también la noche;
tú has preparado la lumbrera y el sol.
17 Tú has establecido todos los términos de la tierra;
tú has hecho el verano y el invierno.
Ahora el salmista comienza a procesar el desastre en oración. Hay dos cosas que NO hace. No se resigna de manera pasiva al estado de maldad, pero tampoco se aparta de Dios enojado, asumiendo que él solo lo hará mejor. En lugar de eso, expresa su tristeza y se queja, pero siempre hacia Dios. Recuerda que Dios tiene todo el poder (versículos 13-17). Está diciendo "Señor, ¿a dónde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6:68). Si creemos en Dios solamente cuando está haciendo grandes cosas por nosotros, no estamos sirviéndole en realidad. Solo le estamos utilizando.
Señor, en los tiempos sombríos siento que saco poco al acudir al trono de tu gracia en oración, pero dame la fuerza para ir y permanecer allí de todas maneras. Amén.
-Tim Keller.
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