Lucas 18:14
Os digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.
Dios valora mucho la humildad de corazón. Es bueno ser revestido de humildad como con un ropaje. Está escrito que "Dios resiste al orgulloso, pero da gracia al humilde". Lo que lleva al alma que ora cerca de Dios es la humildad de corazón. Lo que da alas a la oración es la humildad de pensamiento. Aquello que da un acceso bien dispuesto al trono de gracia es humillarse a uno mismo. El orgullo, la autoestima, la alabanza propia cierran la puerta de la oración. Aquel que viene a Dios debe acercarse a Él sin tener en vista a su propio yo. No debe estar sacando pecho con presunción, ni sobreestimar sus virtudes y buenas obras.
La humildad es una gracia cristiana que es escasa y de gran valor en la corte celestial, una condición para entrar y que es inseparable de la oración efectiva. Da acceso a Dios cuando otras cualidades fallan. Se necesitan muchas descripciones para detallarla y muchas definiciones para definirla. Es una gracia escasa y retirada. Su retrato pleno solamente se encuentra en el Señor Jesucristo. Nuestra oraciones han de humillarse antes de que puedan elevarse. Deben tener mucho polvo en ellas antes de que tengan mucha de la gloria de los cielos en ellas. En la enseñanza de nuestro Señor, la humildad tiene tanta prominencia y es una característica tan distintiva de su carácter, que dejarla fuera de su lección en la oración sería algo muy poco apropiado, inadecuado con su carácter, y no encajaría en su sistema de fe.
El orgullo de HACER esparce su veneno a través de nuestras oraciones. El mismo orgullo de SER infecta todas nuestras oraciones, sin importar cuan bien elijamos las palabras. Fue esta falta de humildad, este aplauso a sí mismos, esta exaltación propia la que evitó que la mayoría de las personas religiosas de los tiempos de Cristo fueran aceptadas por Dios. Y es eso mismo lo que evitará que en el día de hoy seamos aceptados por Él.
- E.M. Bounds
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