viernes, 21 de febrero de 2020

El poder en la alabanza

2 Crónicas 20:22-23

22 Y cuando comenzaron a entonar cánticos y alabanzas, el Señor puso emboscadas contra los hijos de Amón, de Moab y del monte Seir, que habían venido contra Judá, y fueron derrotados. 23 Porque los hijos de Amón y de Moab se levantaron contra los habitantes del monte Seir destruyéndolos completamente, y cuando habían acabado con los habitantes de Seir, cada uno ayudó a destruir a su compañero.

El rey Josafat y el pueblo de Judá fueron invadidos por un gran ejército de moabitas y amonitas. Muy preocupado, el Rey guió al pueblo a un ayuno y oración delante del Señor. En esa reunión, un hombre de Dios profetizó que sería el Señor mismo quien pelearía la batalla por ellos. Cuando los judíos salieron a encontrarse con el ejército invasor, Josafat colocó a los cantores del templo en la vanguardia de sus fuerzas. Ellos cantaron "Dad gracias al Señor, porque para siempre es su misericordia". En el mismo instante en que comenzaron a cantar y alabar al Señor, sucedió lo que dicen nuestros versículos de hoy.

Uno de los muchos detalles interesantes de esta historia es que cuando Josafat puso a los cantores del templo al frente de los judíos, y estos empezaron sus canciones de alabanza, los ejércitos invasores comenzaron a destruirse a ellos mismos. Aparentemente, el punto de este detalle es que la prioridad que los judíos colocaron en la alabanza movió a Dios a pelear por ellos.

Este detalle nos recuerda otra historia acerca de la prioridad de la alabanza. Hechos 16 relata la historia de Pablo y Silas en prisión. Aunque habían sido azotados con severidad, oraron y cantaron a Dios. En ese mismo instante un terremoto agitó la prisión, las puertas se abrieron, y las cadenas de los prisioneros cayeron. Una vez más, la alabanza movió a Dios a actuar.

¿Esto quiere decir que hemos descubierto el ritual religioso que moverá los cielos a nuestro favor? Solo hay que encontrar cantantes, hacer sonar la banda, y ver cómo los problemas se derriten. Pero Dios, por supuesto, no puede ser controlado o manipulado. Ni siquiera con la alabanza. Él es soberano sobre todo. No puedes forzarlo a que haga nada.

Sin embargo, estas historias muestran que la alabanza y la adoración han de tener un lugar prioritario en medio de nuestros problemas. Antes de hacer otra cosa, deberíamos alabar y adorar al Señor. A Dios le agrada que acudamos primero a Él.

Existe poder en la alabanza y la adoración. No son simples formalidades.

-Traducido del devocional Living His Word

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