Salmos 25:4-10
4 Señor, muéstrame tus caminos,
y enséñame tus sendas.
5 Guíame en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti espero todo el día.
6 Acuérdate, oh Señor, de tu compasión y de tus misericordias,
que son eternas.
7 No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones;
acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor.
8 Bueno y recto es el Señor;
por tanto, Él muestra a los pecadores el camino.
9 Dirige a los humildes en la justicia,
y enseña a los humildes su camino.
10 Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad
para aquellos que guardan su pacto y sus testimonios.
Si dejamos que las verdades de las Escrituras llenen nuestras mentes, guarden nuestras emociones, e influencien nuestra conducta, Dios nos recompensará ricamente. Hablo de bendiciones espirituales (aunque Él en ocasiones también elige bendecirnos materialmente). Al leer y meditar sobre su Palabra, aprenderás a entender sus caminos. Esto no es algo que podemos deducir por nosotros mismos, porque sus caminos no son como los nuestros. Son más altos, más grandes, eternos.
También tu relación con el Señor se hará cada vez más íntima ya que él elige revelarse a aquellos que le buscan y obedecen sus instrucciones. Cuando ves que Dios siempre cumple sus promesas, tu confianza en su fidelidad se disparará. No importa cual sea la situación, sabrás que puedes confiar en Él. Él transformará tus preocupaciones en una gozosa anticipación de lo que va a hacer en tu vida. Incluso si te esperan tiempos duros, estarás convencido de que el Señor obrará en ellos para bien.
Una vida arraigada en la verdad es poderosa. Aquellos que viven según la Palabra desarrollan un discernimiento espiritual que guía sus decisiones y los resguarda contra el engaño. Dado que demuestran sabiduría y piedad, el Señor los capacita para impactar a otros. Como sabe que puede confiar en ellos, también les da mayores responsabilidades y oportunidades para servir en Su reino.
Estando todo esto a nuestra disposición, ¿No sería sabio invertir nuestro tiempo y energía en edificar la verdad de la palabra de Dios en nuestras vidas? Otras actividades que claman por nuestra atención parecen ser importantes o placenteras, pero ninguna de ellas puede ofrecernos las riquezas espirituales de una vida arraigada en la verdad.
-Charles Stanley
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