Josué 23:14
... ninguna de las buenas palabras que el Señor vuestro Dios habló acerca de vosotros ha faltado...
Cuando observes la providencia, toma nota especial de la Palabra de Dios que se cumple y se hace buena para ti. Es una clara verdad que todas las providencias tienen relación con la palabra escrita. Salomón reconoce que las promesas y providencias de Dios marcharon paso a paso en la vida de su padre David todos sus días, y que la mano del Señor cumplió todo lo que su boca había hablado (ver 1 Reyes 8:24). Del mismo modo sucedió con Josué, que observó la relación entre las obras de Dios y su palabra, encontrándolas en una armonía exacta. Consideremos por tanto la palabra de Dios cuando revisemos la providencia. Esto tiene dos ventajas.
En primer lugar, esto confirma grandemente la verdad de las Escrituras, al ver la verdad manifestarse en los distintos sucesos. ¡Qué gran confirmación tenemos ante nuestros ojos!
En segundo lugar, esto nos instruye abundantemente en nuestras presentes obligaciones bajo todas las providencias. La palabra interpreta las obras de Dios. La providencia en sí misma no es un guía perfecto, ya que nos ofrece rompecabezas y enreda nuestros pensamientos. Pero si la llevamos hacia la Palabra, nuestro deber se hará claramente manifiesto. ¡Lleva las situaciones, las providencias por las que has pasado o por las que estás pasando, a la palabra de Dios, y te encontrarás rodeado de una luz maravillosa! La palabra de Dios es el único apoyo y alivio para un alma que tiene la gracia, pero está pasando por un día oscuro de aflicción. ¿Acaso esto no es una verdad que es atestiguada por mil experiencias innegables? Desde ahí, los santos pudieron sacar sus tónicos cuando desfallecían bajo la vara. Una palabra de Dios puede hacer más que diez mil palabras de los hombres para aliviar un alma angustiada. Cuando la providencia nos dirige hacia tales promesas como que el Señor está con nosotros en la angustia (Salmos 91:15) o hacia la paz interior de Dios (Juan 16:33) o al bendito fruto en todas las cosas (Romanos 8:28), ¡Qué descanso y alivio nos asegura! ¡Cuán ligera es tu carga comparado con lo que lo fue antes!
-John Flavel
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