Salmos 71:1-6
1 En ti, oh Jehová, me he refugiado;
No sea yo avergonzado jamás.
2 Socórreme y líbrame en tu justicia;
Inclina tu oído y sálvame.
3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para salvarme,
Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
4 Dios mío, líbrame de la mano del impío,
De la mano del perverso y violento.
5 Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,
Seguridad mía desde mi juventud.
6 En ti he sido sustentado desde el vientre;
De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;
De ti será siempre mi alabanza.
El salmista pide ayuda porque Dios es justo (versículo 2). Pero ¿Acaso no debería eso llevar a Dios a castigarnos en vez de ayudarnos? Salmos 130:3 dice "JAH, si mirares a los pecados [y lo hace], ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?" ¿Cómo puede Dios amarnos y aun así ser fiel a su propia justicia? La Biblia es una respuesta larga y amplia a esa pregunta. Este amor sucede solo a través de Jesús. ¿Quién, aparte de Él, confió completamente en Dios desde que nació y siempre le rindió alabanza como dice el versículo 6? Él ganó la bendición de la salvación que no merecemos, y llevó la maldición por el pecado que merecemos (Gálatas 3:10-14). Si estamos en Cristo, la esperanza que tenía David en el versículo 5 se convierte en nuestra por gracia.
Oh Señor, Tú estás más dispuesto a escuchar de lo que yo lo estoy a orar, y estás más inclinado a darme más de lo que deseo o merezco. Dame la protección y el gozo que no me atrevería a pedir si no fuera porque he tomado refugio en la obra salvadora de Jesús a mi favor.
-Tim Keller
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