lunes, 23 de diciembre de 2019

Promoviendo el temor de Dios. - R.C. Sproul



Proverbios 1:7

El temor del Señor es el principio de la sabiduría;
los necios desprecian la sabiduría y la instrucción


Recientemente, escuché a un joven cristiano apuntar: "No tengo miedo a la muerte". Cuando escuché este comentario, pensé: "Desearía poder decir eso". No es que tema a la muerte, creo que la muerte, para un cristiano, es una gloriosa transición hacia el cielo. No tengo miedo de ir al cielo, sino que lo que me asusta es el proceso. No sé por qué medios voy a morir. Podría ser por medio de un proceso de sufrimiento, y eso me asusta. Sé que ni siquiera eso debería asustarme, y hay muchas cosas que me asustan que no deberían hacerlo. Las escrituras declaran que el perfecto amor echa fuera el temor, pero mi amor todavía es imperfecto, y el miedo merodea a mi alrededor.

Sin embargo, existe un temor que muchos de nosotros no tenemos y deberíamos tener. Es el temor de Dios. No solo se nos dice que podemos temer a Dios, sino que se nos ordena temerle. El no tener temor de Dios ante nuestros ojos es una marca de estar reprobados.

Martín Lutero hizo una distinción importante con respecto al temor de Dios. Distinguió entre el miedo servil y el temor filial. Él dijo que el miedo servil era el tipo de temor que un prisionero tiene hacia quien le tortura. El temor filial es aquel que tiene un hijo que ama a su padre y hace que no quiera ofenderle o dejarle. Es un temor que nace del respeto. Cuando la Biblia nos llama al temor a Dios, es a un temor nacido de la reverencia, asombro y adoración. Es un respeto de la mayor magnitud.

Pide a Dios que te de un temor filial por Él, una actitud de reverencia, asombro, y adoración.

-R.C. Sproul

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