Hebreos 11:8
Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba
Existe mucha gente en la iglesia que tienen la vista muy corta. Solamente ven las cosas que están inmediatamente a su alrededor y que piensan que son buenas. Abraham tenía la vista larga: el veía destellos de la ciudad celestial. Moisés tenía la vista larga, y dejó los palacios de Egipto y se identificó con el pueblo de Dios, con un pueblo pobre, que era esclavo. Pero tenía en persepectiva algo más allá. Podía ver que Dios tenía algo preparado. Existen personas que tienen la vista corta y la vista larga.
Tengo un amigo que ve mal de lejos con un ojo, y mal de cerca con el otro, y creo que la iglesia está llena de esta clase de gente. Quieren poner un ojo en el mundo y el otro en el reino de Dios, y, por eso, todo lo que ven está borroso; un ojo es largo y el otro es corto, y todo es confusión. Ven a los hombres como "árboles que andan". Esteban tenía la vista larga, miraba claramente hacia el cielo, y no lo podían convencer. ni siquiera cuando estaba muriendo, de que Cristo no había ascendido al cielo. "Mirad, mirad más allá", dice él, "puede verle allí, está en el trono, a la diestra de Dios". Miraba con vista clara hacia el cielo, y el mundo no tenía tentaciones para él. Había puesto el mundo bajo sus pies.
Pablo era otro de esos hombres con vista larga. Había sido arrebatado y visto cosas que no podía pronunciar; cosas grandes y gloriosas. Os digo que cuando el Espíritu de Dios está sobre nosotros el mundo parece muy vacío y tiene poco atractivo sobre nosotros conforme comenzamos a soltarnos de él. Cuando el Espíritu de Dios está sobre nosotros, simplemente dejaremos ir las cosas del tiempo y nos aferraremos a las cosas eternas. Esta es la necesidad de la iglesia hoy: queremos que el Espírtu venga con gran poder y consuma toda la vil escoria que hay en nosotros. ¡Oh, que el Espíritu de fuego pueda descender y quemar todo lo que hay en nosotros que es contrario a la bendita palabra y voluntad de Dios!
-D.L. Moody
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