domingo, 5 de abril de 2020
Salmos 78:44-53 - Tim Keller
Salmos 78:44-53
44 Convirtió en sangre sus ríos
y sus corrientes, y no pudieron beber.
45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban,
y ranas que los destruían.
46 Entregó también sus cosechas al saltamontes,
y el fruto de su trabajo a la langosta.
47 Con granizo destruyó sus vides,
y sus sicómoros con escarcha.
48 Entregó también al granizo sus ganados,
y sus rebaños a los rayos.
49 Envió sobre ellos el ardor de su ira,
furia, indignación y angustia,
un ejército de ángeles destructores.
50 Preparó senda para su ira;
no eximió sus almas de la muerte,
sino que entregó sus vidas a la plaga,
51 e hirió a todos los primogénitos en Egipto,
las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.
52 Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas,
como a rebaño los condujo en el desierto;
53 los guió con seguridad, de modo que no temieron,
pero el mar se tragó a sus enemigos.
Las plagas que Dios infligió sobre Egipto fueron desastres naturales. Hizo que el agua del río Nilo no se pudiera beber, lo cual forzó a las ranas a salir de los pantanos, donde murieron. Sus cadáveres hicieron que viniera una plaga de moscas y mosquitos, lo cual se convirtió en una epidemia. El desatarse de la naturaleza en Egipto apunta a una verdad crucial. Dios creó el mundo, así que cuando le desobedecemos, estamos desatando fuerzas de caos y desorden. Cuando tú, un ser creado para vivir para Dios vives para ti mismo, estás violentando tu diseño. La plaga más mortal es el pecado, y es algo que te desintegrará si no tienes el antídoto: La gracia de Dios en Jesucristo.
Señor, la plaga de pecado infecta cada parte de mí. Hace que quede absorbido por mí mismo de manera cruel y miserable. Me hace espiritualmente impotente para cambiar sin tu gracia e intervención. Dame esa ayuda. Muéstrame a mí mismo, líbrame de los pecados que me dominan, y que te ame para obedecerte. Amén.
-Tim Keller.
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