Salmos 123:3
Ten piedad de nosotros, oh Señor, ten piedad de nosotros,
porque muy hartos estamos de desprecio.
Dios acostumbra a hacer que nos sintamos sensibles de nuestra miseria e indignidad antes de aparecer en Su misericordia ante nosotros. La misericordia de Dios, que muestra a los pecadores cuando Él los lleva a casa hasta el Señor Jesucristo, es la más maravillosa exhibición de amor de la que hayan sido objeto alguna vez los seres humanos. Existen otras cosas en las que Dios expresa en gran manera su misericordia y bondad hacia los hombres, muchos favores temporales. Tenemos las misericordias que Dios derramó sobre su antiguo pueblo: El hacer prosperar a José en Egipto, el liberar a los hijos de Israel de Egipto, el conducirlos a través del Mar Rojo sobre tierra seca, el llevarlos a Canaán, expulsando a los paganos delante de ellos, el liberarlos de tiempo en tiempo de las manos de sus enemigos. Todo esto fueron grandes misericordias. Pero no se igualan a la salvación de Su pueblo de la culpa y el dominio del pecado. Así como Dios prepara a las personas para recibir esas misericordias menores haciéndolas sensibles a su culpa y miseria, también lo hará de forma especial antes de hacerlas conocer su gran amor en Jesucristo. Cuando Dios dispone mostrar su misericordia a los pecadores, primero los lleva a reflexionar sobre sí mismos, a considerar y ser sensibles de lo que son y la condición en la que están. Esta es la forma que Dios tiene de tratar con los seres humanos cuando les da otras grandes y destacadas misericordias y manifestaciones de su favor. Es una confirmación de que esta es su manera de tratar con las almas de los hombres en el momento en que está a punto de revelar su misericordia y amor hacia ellos en Jesucristo.
-Jonathan Edwards
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