Salmos 78:38-43
38 Mas Él, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía;
muchas veces contuvo su ira,
y no despertó todo su furor.
39 Se acordaba de que ellos eran carne,
un soplo que pasa y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra Él en el desierto,
y le entristecieron en las soledades!
41 Tentaron a Dios una y otra vez,
y afligieron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder,
del día en que los redimió del adversario,
43 cuando hizo sus señales en Egipto,
y sus prodigios en el campo de Zoán.
La historia que se cuenta en este salmo muestra la paciencia de Dios (versículos 38-39). Él es "lento para la ira" (como dicen Éxodo 34:6 y Salmos 86:15). Él dice "yo no me complazco en la muerte de nadie ... Arrepentíos y vivid" (Ezequiel 18:32). Si alguno se salva, es solamente porque Él nos soporta con paciencia, sin dar nunca a nadie lo que merece cuando lo merece (ver 2 Pedro 3:15). Cuando leemos que Él "se acuerda de que somos carne", escuchamos a Jesús mirando a sus discípulos quedarse dormidos en Getsemaní en su hora de mayor necesidad y diciendo "El Espíritu está dispuesto pero la carne es débil". En otras palabras: "Sé que teníais buenas intenciones". ¡Qué Salvador más paciente!
Señor Jesús, el antiguo significado de paciencia es "sufrir por largo tiempo", y tú ciertamente sufriste infinitamente en lugar de darme el castigo que mis pecados merecían. Tu paciencia conmigo está más allá de las palabras. Que esa verdad me haga paciente con las personas que están a mi alrededor y con mis circunstancias, y con lo que dispongas en mi vida. Amén.
-Tim Keller.
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