Salmos 16:1
...Guárdame oh Dios, porque en ti he confiado.
Señor, tu eres quien nos preserva, nuestro Gobernador, Salvador, y nuestro Juez que viene. Acalla nuestras almas para clamar a tu nombre; despéganos de la influencia de la carne y los sentidos. Imprime en nosotros el poder de la fe.
Promueve en nosotros espiritualidad de mente que haga que nuestros servicios sean aceptables a ti, y que sean de deleite y provecho para nosotros. Llévanos a ese estado que atrae tu vista, y prepáranos para recibir las pruebas de tu amor. Muéstranos nuestros peligros, para que podamos huir a ti buscando refugio.
Haznos sensibles a la enfermedad de nuestro pecado, para que valoremos al buen Médico. Clava en nosotros la cruz, para que podamos matar el enemigo de nuestros corazones.
Ayúdanos a ser vigilantes en nuestro camino, celosos de nuestro temperamento, diligentes sobre nuestros corazones.
Revívenos cuando desfallezcamos, avívanos cuando nos rezaguemos, restáuranos cuando nos descarriemos. Haznos poseedores de más de aquella fe que es el principio de toda piedad viva.
Que seamos ricos en fe, fuertes en fe, vivamos por fe, caminemos por fe, y tengamos esperanza a través de la fe. Que no percibiendo nada en nosotros mismos, podamos encontrar en el Salvador sabiduría, justicia, santificación y redención.
Grabado del devocional puritano "El valle de la Visión"
martes, 28 de noviembre de 2017
domingo, 26 de noviembre de 2017
Antes que Abraham fuese
Juan 8:57-58
57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
A día de hoy, todavía surgen preguntas acerca de si Jesús se identificó a sí mismo con Dios alguna vez. El pasaje de hoy da quizás la respuesta más clara, ya que es la afirmación de deidad más explícita que nuestro Señor hizo. Al decir "Antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58), Cristo afirmó que Él era Yahweh, el verdadero Dios creador y Señor del pacto de Israel.
Jesús realiza esta afirmación en medio de una discusión con los fariseos. Él afirmó que la libertad es solamente para aquellos que permanecen en su enseñanza, implicando que los fariseos no eran libres porque le habían rechazado (versículos 31-32). Jesús hablaba de libertad espiritual, pero los fariseos creyeron que hablaba de esclavitud física, y afirmaron que ellos eran descendientes de Abraham, que nunca habían sido propiedad de otra nación u otra persona. Al aclararles Jesús que estaba hablando de esclavitud al pecado, ellos entendieron la implicación de que Jesús creía que ellos eran pecadores. Entonces ellos reafirmaron su relación con Abraham, ya que, según los fariseos, solo los gentiles y quizás algunos judíos comunes podían ser llamados pecadores con propiedad.
Cristo nunca negó la ascendencia física de los fariseos, pero refutó que fuesen de su herencia espiritual. Ellos no podían ser los verdaderso hijos de Abraham, porque no hacían las obras de Abraham. En lugar de confiar en el Señor y obedecer su Palabra como hizo Abraham, estaban intentando matar a la misma Palabra de Dios encarnada. Eso solo podía significar que, espiritualmente, eran hijos del diablo.
Los fariseos, incendiados por esta afirmación, acusaron a Jesús de estar poseído por un demonio. Pero Jesús apuntó que eso era imposible para Aquel que es la fuente de vida (v. 48-51). En ese punto, los fariseos exigieron saber con quién estaban hablando, y Jesús dijo que Él era mayor que Abraham, y que Abraham quiso ver a Cristo y se regocijó cuando lo hizo. La prueba de esta afirmación la encontramos en la frase de Jesús: "Antes de que Abraham fuese, yo soy" (versículo 58). El intento de apedrearle por parte de los fariseos prueba que ellos entendieron que Jesús estaba afirmando ser el mismísimo Dios que se reveló a Abraham y a Moisés. Si la afirmación hubiese sido falsa, los fariseos hubiesen sido justos; pero Cristo probó la verdad de su afirmación haciendo lo que solo Dios puede hacer (ver Marcos 2:1-12)
57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
A día de hoy, todavía surgen preguntas acerca de si Jesús se identificó a sí mismo con Dios alguna vez. El pasaje de hoy da quizás la respuesta más clara, ya que es la afirmación de deidad más explícita que nuestro Señor hizo. Al decir "Antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58), Cristo afirmó que Él era Yahweh, el verdadero Dios creador y Señor del pacto de Israel.
Jesús realiza esta afirmación en medio de una discusión con los fariseos. Él afirmó que la libertad es solamente para aquellos que permanecen en su enseñanza, implicando que los fariseos no eran libres porque le habían rechazado (versículos 31-32). Jesús hablaba de libertad espiritual, pero los fariseos creyeron que hablaba de esclavitud física, y afirmaron que ellos eran descendientes de Abraham, que nunca habían sido propiedad de otra nación u otra persona. Al aclararles Jesús que estaba hablando de esclavitud al pecado, ellos entendieron la implicación de que Jesús creía que ellos eran pecadores. Entonces ellos reafirmaron su relación con Abraham, ya que, según los fariseos, solo los gentiles y quizás algunos judíos comunes podían ser llamados pecadores con propiedad.
Cristo nunca negó la ascendencia física de los fariseos, pero refutó que fuesen de su herencia espiritual. Ellos no podían ser los verdaderso hijos de Abraham, porque no hacían las obras de Abraham. En lugar de confiar en el Señor y obedecer su Palabra como hizo Abraham, estaban intentando matar a la misma Palabra de Dios encarnada. Eso solo podía significar que, espiritualmente, eran hijos del diablo.
Los fariseos, incendiados por esta afirmación, acusaron a Jesús de estar poseído por un demonio. Pero Jesús apuntó que eso era imposible para Aquel que es la fuente de vida (v. 48-51). En ese punto, los fariseos exigieron saber con quién estaban hablando, y Jesús dijo que Él era mayor que Abraham, y que Abraham quiso ver a Cristo y se regocijó cuando lo hizo. La prueba de esta afirmación la encontramos en la frase de Jesús: "Antes de que Abraham fuese, yo soy" (versículo 58). El intento de apedrearle por parte de los fariseos prueba que ellos entendieron que Jesús estaba afirmando ser el mismísimo Dios que se reveló a Abraham y a Moisés. Si la afirmación hubiese sido falsa, los fariseos hubiesen sido justos; pero Cristo probó la verdad de su afirmación haciendo lo que solo Dios puede hacer (ver Marcos 2:1-12)
Traducido de http://www.ligonier.org/learn/devotionals/abraham-was/
Aprendiendo el amor verdadero
Salmos 73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Querido Señor, dependo completamente de ti, destétame de todas las otras cosas de las que dependo.
Tu eres mi todo, tu gobiernas todo, y te deleitas en mí. Tu eres el fundamento de la bondad ¿cómo podría desconfiar de ti? ¿Cómo podría tener ansiedad acerca de lo que me suceda?
A la luz de tu preciosidad, el mundo y todos sus disfrutes son infinitamente pobres. No valoro el favor de los hombres más que los guijarros. Entre las bendiciones que recibo de ti, que nunca pierda el sentimiento de ser un extraño en la tierra. Que te ame yo, mi Benefactor, en todos los beneficios que recibo, sin olvidar que mi mayor peligro surge de mis ventajas.
Produce en mi una desesperación que haga que Jesús sea precioso para mí, que sea deleite en todos sus oficios, agradable en todos sus caminos, y que ame sus mandamientos tanto como sus promesas.
Ayúdame a discernir entre el amor verdadero y el falso, el primero consiste en un amor supremo hacia ti, el segundo no, el primero une tu gloria y la felicidad del hombre, para que se conviertan en un interés común, el último desune y separa ambas cosas, buscando la felicidad y descuidando tu gloria.
Enséñame que el amor genuino es de un tipo diferente al que viene de los argumentos racionales o por la motivación del interés propio, que ese amor es una emoción agradable que da gozo a la mente en la que se encuentra.
Concédeme el distinguir entre lo verdadero y lo falso, y descansar en Ti, que eres todo amor.
Extraído del devocional puritano "El valle de la visión"
sábado, 25 de noviembre de 2017
Promesa de vida
Zacarías 1:3
"Diles, pues: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos a mí, dice el Señor de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos"
La promesa de Dios es que el impío vivirá si tan solo se da la vuelta, si se da la vuelta sin fingimiento y completamente. El Señor expresa aquí que esto es lo que le agrada, que el impío se de la vuelta y viva. El Cielo está tan asegurado para los convertidos como lo está el infierno para los no convertidos. El "date la vuelta y vive" es tan cierto y verdad como el "date la vuelta o muere".
Dios no estaba obligado a proveernos con un Salvador, ni a abrirnos una puerta de esperanza, ni a llamarnos al arrepentimiento y a volvernos después de que nos hubiésemos alejado por el pecado, pero todo esto lo ha hecho libremente para magnificar su misericordia. Has de saber que no predicamos desesperación, sino misericordia.
¿Es acaso nuestra costumbre cerrar la puerta de misericordia frente a ti? ¡Quiera Dios que no la cierres tú mismo! ¿Es acaso nuestra costumbre decirte que Dios no tendría misericordia de ti aunque te volvieses y te santificases? ¿Cuándo escuchaste a un predicador decir tal cosa? Tú que hablas ásperamente a los predicadores del Evangelio porque desean mantenerte fuera del infierno, y que dices que predican desesperación, dime si puedes ¿Cuándo escuchaste que ningún hombre sobrio te dijese que no hay esperanza para ti a pesar de arrepentirte y convertirte?
No, es justo lo contrario lo que proclamamos de parte del Señor, y cualquiera que nazca de nuevo, y que por fe y arrepentimiento se convierta en una nueva criatura, ciertamente será salvo. Y estamos tan lejos de querer convencerte de que desesperes de esto, que tratamos de persuadirte de que no tengas dudas de ello. Es la vida, no la muerte, la principal parte de nuestro mensaje a ti, nuestra misión es ofrecer salvación, una salvación cierta, una salvación veloz, gloriosa, eterna para cada uno de vosotros, desde el mendigo más pobre al mayor de los hombres; hasta a los peores de ellos, ya sean borrachos, mal hablados, mundanos, ladrones, e incluso a los que menosprecian y se burlan del santo camino de la salvación.
Traducido de un texto de Richard Baxter
"Diles, pues: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos a mí, dice el Señor de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos"
La promesa de Dios es que el impío vivirá si tan solo se da la vuelta, si se da la vuelta sin fingimiento y completamente. El Señor expresa aquí que esto es lo que le agrada, que el impío se de la vuelta y viva. El Cielo está tan asegurado para los convertidos como lo está el infierno para los no convertidos. El "date la vuelta y vive" es tan cierto y verdad como el "date la vuelta o muere".
Dios no estaba obligado a proveernos con un Salvador, ni a abrirnos una puerta de esperanza, ni a llamarnos al arrepentimiento y a volvernos después de que nos hubiésemos alejado por el pecado, pero todo esto lo ha hecho libremente para magnificar su misericordia. Has de saber que no predicamos desesperación, sino misericordia.
¿Es acaso nuestra costumbre cerrar la puerta de misericordia frente a ti? ¡Quiera Dios que no la cierres tú mismo! ¿Es acaso nuestra costumbre decirte que Dios no tendría misericordia de ti aunque te volvieses y te santificases? ¿Cuándo escuchaste a un predicador decir tal cosa? Tú que hablas ásperamente a los predicadores del Evangelio porque desean mantenerte fuera del infierno, y que dices que predican desesperación, dime si puedes ¿Cuándo escuchaste que ningún hombre sobrio te dijese que no hay esperanza para ti a pesar de arrepentirte y convertirte?
No, es justo lo contrario lo que proclamamos de parte del Señor, y cualquiera que nazca de nuevo, y que por fe y arrepentimiento se convierta en una nueva criatura, ciertamente será salvo. Y estamos tan lejos de querer convencerte de que desesperes de esto, que tratamos de persuadirte de que no tengas dudas de ello. Es la vida, no la muerte, la principal parte de nuestro mensaje a ti, nuestra misión es ofrecer salvación, una salvación cierta, una salvación veloz, gloriosa, eterna para cada uno de vosotros, desde el mendigo más pobre al mayor de los hombres; hasta a los peores de ellos, ya sean borrachos, mal hablados, mundanos, ladrones, e incluso a los que menosprecian y se burlan del santo camino de la salvación.
Traducido de un texto de Richard Baxter
jueves, 16 de noviembre de 2017
Zorobabel, el anillo de sellar de Dios
Hageo 2:23
En aquel día, dice el Señor de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice el Señor, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice el Señor de los ejércitos.
Hageo habló al pueblo de Judá para alentarnos a que trabajasen en la reconstrucción del templo después de que comenzaran de nuevo bajo el mandato de Zorobabel y Josué (ver Hageo 1:12 al 2:9). Estas palabras de aliento se produjeron al pasar un mes de comenzar las obras, y Hageo dijo que la gloria final de este segundo templo sería enorme si el pueblo confiaba en el Señor.
Pero esa no era la última palabra de Dios a través de Hageo acerca del templo. Dos meses después, Hageo volvió a motivar al pueblo durante el proceso de reconstrucción (Hageo 2:10-19). En total, fueron cuatro oráculos los que dio: uno para que Judá continuara con la reconstrucción, un segundo para mantener funcionando la obra, un tercero para presionar a los judíos para que se esforzarán, y el cuarto para motivar a Zorobabel (Capítulo 2, versículos 20 al 23).
Este oráculo expone las consecuencias de dejar el trabajo a medio terminar. Bajo el antiguo pacto, un objeto inmundo contaminaba cualquier cosa que tocaba (Levítico 5:2, 11, 15). Tal como Hageo expone, esta contaminación podía pasar hasta a un tercer objeto: una persona se contaminaba al tocar un cuerpo muerto, que es algo inmundo. Luego, esa persona contaminada, contaminaba cualquier cosa que tocase (Hageo 2:13). Un templo descuidado y sin finalizar era impuro porque había sido tocado por personas contaminadas que habían mostrado su contaminación (su falta de fe) desobedeciendo la instrucción de Dios para finalizar el templo. Mientras el templo permanecía impuro, contaminaba la tierra, resultando en desastres naturales y una reducción de la producción agrícola (versículos 14-17). Un comentarista equipara el templo sin finalizar con un cuerpo en descomposición que contamina todo lo que está a su alrededor mientras siga descomponiéndose, mientras siga su estado "a medio terminar".
Pero si el pueblo mostraba verdadera fe obedeciendo al Señor y reconstruyendo el templo, no habría impureza que contaminase la tierra, y Dios los bendeciría (versículos 18 y 19). Como la falta de fe es la mayor impureza, esto también significaba que el pueblo no podía desobedecer y confiar en un templo finalizado como si fuese un talismán para guardarse de los problemas. Eso es lo que hizo la comunidad judía antes del exilio, y Dios les envió al exilio porque el fracaso del pueblo a la hora de confiar en Dios contaminaba la tierra.
Hageo concluye con una palabra mesiánica a Zorobabel, diciendo que Dios lo exaltaría enormemente (versículos 20 al 23) pero el profeta no se refiere solo a la persona misma de Zorobabel. Los profetas a menudo prometen el regreso de David, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios antes del exilio, pero la persona a la que se refieren realmente es uno de los hijos de David, como se profetiza en 2 Samuel 7:1-17. Hageo promete el trono a Zorobabel, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios tras el exilio, pero la persona que está en mente es en realidad uno de los descendientes de Zorobabel.
La promesa de Dios para exaltar a uno de los descendientes de Zorobabel se cumple en Cristo Jesús, que es el descendiente de David a través de Zorobabel (Ver Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38). Cristo ha sido exaltado a la diestra de Dios el Padre Todopoderoso, cumpliendo las palabras de Hageo. Como la promesa a Zorobabel se ha cumplido, podemos confiar en que el Señor guardará todas sus promesas, es decir, que nuestra gloria como casa suya será un día mayor que cualquier templo previo.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/zerubbabel-lords-signet-ring/
En aquel día, dice el Señor de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice el Señor, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice el Señor de los ejércitos.
Hageo habló al pueblo de Judá para alentarnos a que trabajasen en la reconstrucción del templo después de que comenzaran de nuevo bajo el mandato de Zorobabel y Josué (ver Hageo 1:12 al 2:9). Estas palabras de aliento se produjeron al pasar un mes de comenzar las obras, y Hageo dijo que la gloria final de este segundo templo sería enorme si el pueblo confiaba en el Señor.
Pero esa no era la última palabra de Dios a través de Hageo acerca del templo. Dos meses después, Hageo volvió a motivar al pueblo durante el proceso de reconstrucción (Hageo 2:10-19). En total, fueron cuatro oráculos los que dio: uno para que Judá continuara con la reconstrucción, un segundo para mantener funcionando la obra, un tercero para presionar a los judíos para que se esforzarán, y el cuarto para motivar a Zorobabel (Capítulo 2, versículos 20 al 23).
Este oráculo expone las consecuencias de dejar el trabajo a medio terminar. Bajo el antiguo pacto, un objeto inmundo contaminaba cualquier cosa que tocaba (Levítico 5:2, 11, 15). Tal como Hageo expone, esta contaminación podía pasar hasta a un tercer objeto: una persona se contaminaba al tocar un cuerpo muerto, que es algo inmundo. Luego, esa persona contaminada, contaminaba cualquier cosa que tocase (Hageo 2:13). Un templo descuidado y sin finalizar era impuro porque había sido tocado por personas contaminadas que habían mostrado su contaminación (su falta de fe) desobedeciendo la instrucción de Dios para finalizar el templo. Mientras el templo permanecía impuro, contaminaba la tierra, resultando en desastres naturales y una reducción de la producción agrícola (versículos 14-17). Un comentarista equipara el templo sin finalizar con un cuerpo en descomposición que contamina todo lo que está a su alrededor mientras siga descomponiéndose, mientras siga su estado "a medio terminar".
Pero si el pueblo mostraba verdadera fe obedeciendo al Señor y reconstruyendo el templo, no habría impureza que contaminase la tierra, y Dios los bendeciría (versículos 18 y 19). Como la falta de fe es la mayor impureza, esto también significaba que el pueblo no podía desobedecer y confiar en un templo finalizado como si fuese un talismán para guardarse de los problemas. Eso es lo que hizo la comunidad judía antes del exilio, y Dios les envió al exilio porque el fracaso del pueblo a la hora de confiar en Dios contaminaba la tierra.
Hageo concluye con una palabra mesiánica a Zorobabel, diciendo que Dios lo exaltaría enormemente (versículos 20 al 23) pero el profeta no se refiere solo a la persona misma de Zorobabel. Los profetas a menudo prometen el regreso de David, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios antes del exilio, pero la persona a la que se refieren realmente es uno de los hijos de David, como se profetiza en 2 Samuel 7:1-17. Hageo promete el trono a Zorobabel, el primer gobernante de Israel designado solo por Dios tras el exilio, pero la persona que está en mente es en realidad uno de los descendientes de Zorobabel.
La promesa de Dios para exaltar a uno de los descendientes de Zorobabel se cumple en Cristo Jesús, que es el descendiente de David a través de Zorobabel (Ver Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38). Cristo ha sido exaltado a la diestra de Dios el Padre Todopoderoso, cumpliendo las palabras de Hageo. Como la promesa a Zorobabel se ha cumplido, podemos confiar en que el Señor guardará todas sus promesas, es decir, que nuestra gloria como casa suya será un día mayor que cualquier templo previo.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/zerubbabel-lords-signet-ring/
lunes, 6 de noviembre de 2017
La autoridad de la Biblia
Lucas 7:8
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Cuando Martín Lutero comenzó a argumentar que nuestra justificación delante de Dios es solo a través de la fe, puso en marcha la reforma protestante. Pronto comenzaron a producirse disputas y coloquios en varios lugares, y Lutero y sus seguidores se vieron empujados a defender sus "nuevos" puntos de vista (que en realidad solo eran una simple articulación de la antigua fe de la iglesia). Los oponentes católicos romanos de la reforma intentaron mostrar que Lutero y sus puntos de vista no habían sido enseñados en los concilios de la iglesia.
Lutero y los reformadores respondieron que los concilios no contradecían de forma explícita la doctrina de la reforma, y, lo que es más importante, que los credos y concilios no eran infalibles. Los reformadores decían que solamente la Biblia está libre de errores y tiene autoridad absoluta.
Decimos que la doctrina de la justificación por fe es el principio material de la reforma, porque dicha enseñanza es la "materia" o contenido de la reforma. Decimos que la doctrina de la supremacía escritural es el principio formal de la reforma, porque esa doctrina es el fundamento sobre el que se construye todo lo demás. La doctrina de la autoridad suprema de la Biblia no quiere decir que no hay autoridades secundarias en la vida, como son los padres, gobernantes y líderes de la iglesia. Lo que quiere decir es que la Biblia y solamente la Biblia (sola scriptura) es la autoridad final y última en nuestras vidas.
Los católicos romanos respondieron afirmando que la única forma en la que sabemos lo que debe incluirse en el "canon" (o regla) de la Biblia, es porque que la iglesia decidió como canónico o no. Pero los reformadores dijeron que no es así. Los padres de la iglesia afirmaron que ellos habían "recibido" el canon de las Escrituras (la lista de libros inspirados) en lugar de "establecerlo". Cuando recibimos a Cristo como Señor, eso no significa que nosotros le hacemos Señor o que tengamos autoridad sobre Él. Fue el Padre quien lo hizo Señor, y nosotros simplemente reconocemos ese hecho. De manera similar, cuando los padres de la iglesia recibieron las Sagradas Escrituras, no estaban afirmando que tuviesen ninguna autoridad sobre ellas. Más bien al contrario: estaban doblando rodilla ante la suprema autoridad de las Escrituras.
Inclinarse a la autoridad de las Escrituras no es alguna noción abstracta o intelectual. Del mismo modo que todas las ideas tienen consecuencias, la consecuencia suprema de este debate fue el nacimiento de la iglesia protestante. La gente de convicciones ha de tomar decisiones serias. Preguntémonos si entendemos la autoridad de las Escrituras, y luego permanezcamos bajo ella.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/the-authority-of-the-bible/
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Cuando Martín Lutero comenzó a argumentar que nuestra justificación delante de Dios es solo a través de la fe, puso en marcha la reforma protestante. Pronto comenzaron a producirse disputas y coloquios en varios lugares, y Lutero y sus seguidores se vieron empujados a defender sus "nuevos" puntos de vista (que en realidad solo eran una simple articulación de la antigua fe de la iglesia). Los oponentes católicos romanos de la reforma intentaron mostrar que Lutero y sus puntos de vista no habían sido enseñados en los concilios de la iglesia.
Lutero y los reformadores respondieron que los concilios no contradecían de forma explícita la doctrina de la reforma, y, lo que es más importante, que los credos y concilios no eran infalibles. Los reformadores decían que solamente la Biblia está libre de errores y tiene autoridad absoluta.
Decimos que la doctrina de la justificación por fe es el principio material de la reforma, porque dicha enseñanza es la "materia" o contenido de la reforma. Decimos que la doctrina de la supremacía escritural es el principio formal de la reforma, porque esa doctrina es el fundamento sobre el que se construye todo lo demás. La doctrina de la autoridad suprema de la Biblia no quiere decir que no hay autoridades secundarias en la vida, como son los padres, gobernantes y líderes de la iglesia. Lo que quiere decir es que la Biblia y solamente la Biblia (sola scriptura) es la autoridad final y última en nuestras vidas.
Los católicos romanos respondieron afirmando que la única forma en la que sabemos lo que debe incluirse en el "canon" (o regla) de la Biblia, es porque que la iglesia decidió como canónico o no. Pero los reformadores dijeron que no es así. Los padres de la iglesia afirmaron que ellos habían "recibido" el canon de las Escrituras (la lista de libros inspirados) en lugar de "establecerlo". Cuando recibimos a Cristo como Señor, eso no significa que nosotros le hacemos Señor o que tengamos autoridad sobre Él. Fue el Padre quien lo hizo Señor, y nosotros simplemente reconocemos ese hecho. De manera similar, cuando los padres de la iglesia recibieron las Sagradas Escrituras, no estaban afirmando que tuviesen ninguna autoridad sobre ellas. Más bien al contrario: estaban doblando rodilla ante la suprema autoridad de las Escrituras.
Inclinarse a la autoridad de las Escrituras no es alguna noción abstracta o intelectual. Del mismo modo que todas las ideas tienen consecuencias, la consecuencia suprema de este debate fue el nacimiento de la iglesia protestante. La gente de convicciones ha de tomar decisiones serias. Preguntémonos si entendemos la autoridad de las Escrituras, y luego permanezcamos bajo ella.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/the-authority-of-the-bible/
domingo, 5 de noviembre de 2017
¿Por qué estudiar la palabra de Dios?
2 Timoteo 2:15
15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero . . ., que usa bien la palabra de verdad.
¿Por qué estudiar la Biblia? la pregunta puede parecer extraña. Especialmente cuando se están estudiando estas líneas y no lo estaríamos haciendo a menos que considerásemos que su estudio es necesario, o cuanto menos beneficioso. Pero con demasiada frecuencia hacemos las cosas solo por hacerlas.
Aunque existen muchas razones convincentes para estudiar la Biblia, existen al menos dos excusas comunes para no estudiarla. La primera que normalmente se ofrece es que la Biblia es difícil de entender, y que solo los teólogos con una alta capacidad y entrenamiento técnico en el tema pueden realizar esta tarea. Con demasiada frecuencia, esto es lo que quisiéramos oír para acallar nuestras conciencias al descuidar nuestro deber de estudiar las Escrituras.
Los reformadores del siglo XVI contestaron esta excusa defendiendo la claridad de la Biblia. No es que dijeran que todas las partes de las Escrituras sean igualmente claras, sino que la Biblia es necesariamente clara en su mensaje básico. Esto significa que, si podemos leer, también podemos captar lo esencial ayudados por la iluminación del Espíritu.
La segunda excusa es que la Biblia es demasiado aburrida. Nos quejamos de que necesitamos a alguien que "le de vida" por nosotros. Pero la Biblia ya está viva, y sus palabras nos hacen vivir. No hay nada aburrido en el dramatismo, las pasiones, crímenes, devoción y vida real que se muestran en las Escrituras. El escenario antiguo puede parecernos extraño, pero las luchas y problemas que enfrentaron los personajes bíblicos son los mismos que nosotros encaramos hoy.
Sin embargo, como seguidores del Señor Jesús, debería motivarnos estudiar la Biblia para continuar creciendo en las cosas que hemos aprendido. Necesitamos profundizar nuestro entendimiento acerca del transfondo y contexto de los libros de la Biblia, para entender y aplicar mejor a nuestras vidas las verdades que contienen.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/why-study-gods-word/
15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero . . ., que usa bien la palabra de verdad.
¿Por qué estudiar la Biblia? la pregunta puede parecer extraña. Especialmente cuando se están estudiando estas líneas y no lo estaríamos haciendo a menos que considerásemos que su estudio es necesario, o cuanto menos beneficioso. Pero con demasiada frecuencia hacemos las cosas solo por hacerlas.
Aunque existen muchas razones convincentes para estudiar la Biblia, existen al menos dos excusas comunes para no estudiarla. La primera que normalmente se ofrece es que la Biblia es difícil de entender, y que solo los teólogos con una alta capacidad y entrenamiento técnico en el tema pueden realizar esta tarea. Con demasiada frecuencia, esto es lo que quisiéramos oír para acallar nuestras conciencias al descuidar nuestro deber de estudiar las Escrituras.
Los reformadores del siglo XVI contestaron esta excusa defendiendo la claridad de la Biblia. No es que dijeran que todas las partes de las Escrituras sean igualmente claras, sino que la Biblia es necesariamente clara en su mensaje básico. Esto significa que, si podemos leer, también podemos captar lo esencial ayudados por la iluminación del Espíritu.
La segunda excusa es que la Biblia es demasiado aburrida. Nos quejamos de que necesitamos a alguien que "le de vida" por nosotros. Pero la Biblia ya está viva, y sus palabras nos hacen vivir. No hay nada aburrido en el dramatismo, las pasiones, crímenes, devoción y vida real que se muestran en las Escrituras. El escenario antiguo puede parecernos extraño, pero las luchas y problemas que enfrentaron los personajes bíblicos son los mismos que nosotros encaramos hoy.
Sin embargo, como seguidores del Señor Jesús, debería motivarnos estudiar la Biblia para continuar creciendo en las cosas que hemos aprendido. Necesitamos profundizar nuestro entendimiento acerca del transfondo y contexto de los libros de la Biblia, para entender y aplicar mejor a nuestras vidas las verdades que contienen.
Traducido de: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/why-study-gods-word/
domingo, 27 de agosto de 2017
Meditaciones Puritanas - Un remedio contra la vanidad del pensamiento
Hemos de adornar y enriquecer nuestro corazón con una buena provisión de conocimiento santificado y celestial sobre las verdades dadas por Dios. El "buen hombre" tiene un "buen tesoro" en su corazón, como nos indica Mateo 12:35. Es decir, una buena persona tiene todas las gracias, muchas verdades preciosas que son como el oro en el mineral, y sus pensamientos, como una prensa, acuñan ese oro convirtiéndolo en monedas que salen en forma de palabras "un buen hombre, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno". Pero si no existen minas de verdades preciosas escondidas en nuestros corazones, no es de sorprenderse que nuestros pensamientos no produzcan más que escoria, espuma y vanidad. Cuando esto sucede, nos faltan los materiales de los cuales ha de alimentarse la mente. Un hombre malo, como dice Salomón, siempre está forjando, acuñando y produciendo impiedad y males (Proverbios 6:14).
Si un hombre tiene almacenado conocimiento natural, pero carece de conocimiento espiritual, puede producir muy buenos discursos en compañía de otros, pero cuando esté solo sus pensamientos no se centrarán en cosas buenas. Tomemos un lugar en las Escrituras, como Deuteronomio 6:6-7, que nos muestra como poner la Palabra en el corazón, conversar en ella, y obtener conocimiento de ella, es un medio eficaz para mantener nuestros pensamientos bien ejercitados cuando estamos solos. Porque se dice que la razón por la que la ley ha de ponerse en el corazón es que podamos enseñarla a otros (Deuteronomio 11:18-20). Pero notemos que también es para que podamos tenerla con nosotros cuando estamos retirados y a solas, "estas mis palabras", dice, estarán contigo "andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes".
Cuando alguien cabalga, o camina, o se acuesta, o se levanta (que son normalmente nuestros tiempos más retirados para pensar y se gastan completamente en eso), incluso entonces, Él dice que debemos hablar de la palabra. Y como aquel que está solo no se puede decir que hable, este hablar debe significar una conversación externa con otros. Pero si no tenemos alguien que nos acompañe, entones hablemos la palabra a nosotros mismos, porque los pensamientos son el habla de la mente. Comparando Proverbios 6:22 con esto, parece que Salomón nos exhorta al mismo deber de ligar la palabra al corazón con una motivación que es el fruto que se obtiene de ello: Que, cuando estemos despiertos, la palabra nos hablará a nosotros, es decir, al pensar en ella, hablará con nosotros cuando estemos solos. No necesitamos un compañero mejor; ella nos dirá y sugerirá algo en todo momento.
Thomas Goodwin (1600-1800), The Vanity of Thoughts
Si un hombre tiene almacenado conocimiento natural, pero carece de conocimiento espiritual, puede producir muy buenos discursos en compañía de otros, pero cuando esté solo sus pensamientos no se centrarán en cosas buenas. Tomemos un lugar en las Escrituras, como Deuteronomio 6:6-7, que nos muestra como poner la Palabra en el corazón, conversar en ella, y obtener conocimiento de ella, es un medio eficaz para mantener nuestros pensamientos bien ejercitados cuando estamos solos. Porque se dice que la razón por la que la ley ha de ponerse en el corazón es que podamos enseñarla a otros (Deuteronomio 11:18-20). Pero notemos que también es para que podamos tenerla con nosotros cuando estamos retirados y a solas, "estas mis palabras", dice, estarán contigo "andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes".
Cuando alguien cabalga, o camina, o se acuesta, o se levanta (que son normalmente nuestros tiempos más retirados para pensar y se gastan completamente en eso), incluso entonces, Él dice que debemos hablar de la palabra. Y como aquel que está solo no se puede decir que hable, este hablar debe significar una conversación externa con otros. Pero si no tenemos alguien que nos acompañe, entones hablemos la palabra a nosotros mismos, porque los pensamientos son el habla de la mente. Comparando Proverbios 6:22 con esto, parece que Salomón nos exhorta al mismo deber de ligar la palabra al corazón con una motivación que es el fruto que se obtiene de ello: Que, cuando estemos despiertos, la palabra nos hablará a nosotros, es decir, al pensar en ella, hablará con nosotros cuando estemos solos. No necesitamos un compañero mejor; ella nos dirá y sugerirá algo en todo momento.
Thomas Goodwin (1600-1800), The Vanity of Thoughts
jueves, 17 de agosto de 2017
Meditaciones Puritanas - Más que vencedores
Romanos 8:37
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó"
El creyente ha de perseverar en su camino cristiano hasta el final de su vida. Sabemos de muchos que han entrado al campo y les ha gustado el trabajo de soldado durante una o dos batallas, pero pronto han tenido suficiente y han vuelto corriendo a casa. Ciertamente hay muchos que dicen ser cristianos y pocos cristianos; muchos que corren y pocos que obtienen, muchos que entran al campo de batalla contra Satanás, y pocos que salen de él victoriosos. Pocos tienen el coraje y resolución para luchar con las dificultades que se encuentran en el camino.
El pueblo de Israel salió gozoso de Egipto, pero cuando sus estómagos sintieron punzadas de hambre, se dispusieron a huir de su causa y realizar una deshonrosa retirada hacia Egipto. Muchos que profesean el evangelio fallan a la hora de perseverar cuando llegan los problemas, y sus corazones les fallan. ¡Oh, cuántos se apartan de Cristo en esta encrucijada! No digas que tienes sangre real corriendo por tus venas, y que eres nacido de Dios, a menos que puedas probar tu linaje mediante este espíritu heroico, atreverte a ser santo a pesar de los hombres y los demonios. Que visión más desafortunada es ver a un pecador valiente y a un santo temeroso, el uno resuelto a ser impío, y al cristiano dudando en su santo camino, ver al infierno guardar el terreno mientras los santos esconden sus colores por vergüenza.
¡Tomad ánimo santos, y sed fuertes! vuestra causa es buena. Dios mismo adopta vuestra disputa. Él os dirigirá con coraje, y os sacará con honores. Él vivió y murió por vosotros. No hay nadie como Él para tener misericordia y ternura con sus soldados. Cristo derramó su sangre como bálsamo para sanar nuestras heridas. Nunca volvió su cabeza al peligro, ¡ni siquiera cuando la malicia del infierno y la justicia del cielo se presentaron contra Él en el campo de batalla! El conflicto de unos pocos días se verá coronado con la gloria del cielo. En una palabra, cristianos, ¡cada hazaña de fe produce un clamor en el cielo, mientras escapáis de las manos de vuestro enemigo!
William Gurnall (1617-1679), The Christian Complete Armour.
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó"
El creyente ha de perseverar en su camino cristiano hasta el final de su vida. Sabemos de muchos que han entrado al campo y les ha gustado el trabajo de soldado durante una o dos batallas, pero pronto han tenido suficiente y han vuelto corriendo a casa. Ciertamente hay muchos que dicen ser cristianos y pocos cristianos; muchos que corren y pocos que obtienen, muchos que entran al campo de batalla contra Satanás, y pocos que salen de él victoriosos. Pocos tienen el coraje y resolución para luchar con las dificultades que se encuentran en el camino.
El pueblo de Israel salió gozoso de Egipto, pero cuando sus estómagos sintieron punzadas de hambre, se dispusieron a huir de su causa y realizar una deshonrosa retirada hacia Egipto. Muchos que profesean el evangelio fallan a la hora de perseverar cuando llegan los problemas, y sus corazones les fallan. ¡Oh, cuántos se apartan de Cristo en esta encrucijada! No digas que tienes sangre real corriendo por tus venas, y que eres nacido de Dios, a menos que puedas probar tu linaje mediante este espíritu heroico, atreverte a ser santo a pesar de los hombres y los demonios. Que visión más desafortunada es ver a un pecador valiente y a un santo temeroso, el uno resuelto a ser impío, y al cristiano dudando en su santo camino, ver al infierno guardar el terreno mientras los santos esconden sus colores por vergüenza.
¡Tomad ánimo santos, y sed fuertes! vuestra causa es buena. Dios mismo adopta vuestra disputa. Él os dirigirá con coraje, y os sacará con honores. Él vivió y murió por vosotros. No hay nadie como Él para tener misericordia y ternura con sus soldados. Cristo derramó su sangre como bálsamo para sanar nuestras heridas. Nunca volvió su cabeza al peligro, ¡ni siquiera cuando la malicia del infierno y la justicia del cielo se presentaron contra Él en el campo de batalla! El conflicto de unos pocos días se verá coronado con la gloria del cielo. En una palabra, cristianos, ¡cada hazaña de fe produce un clamor en el cielo, mientras escapáis de las manos de vuestro enemigo!
William Gurnall (1617-1679), The Christian Complete Armour.
lunes, 7 de agosto de 2017
Meditaciones Puritanas - Aprendiendo lo espiritual
Filipenses 4:11
...he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación
Estas palabras: "He aprendido" implican dificultad. Muestran lo difícil que resultó al apóstol Pablo llegar al contentamiento de la mente; no fue algo implícito en su naturaleza. San Pablo no llegó a ello de forma natural, sino que tuvo que aprenderlo. Le costó muchas oraciones y lágrimas, y fue algo que el Espíritu le enseñó.
De ahí obtenemos esta doctrina: Las cosas buenas cuestan esfuerzo. El asunto de la fe no es tan fácil como la mayoría imaginan. Ciertamente no se necesita enseñar a un hombre a pecar, esto es algo natural (Como vemos en el Salmo 58:3), y por tanto, fácil. Brota como el agua lo hace desde una fuente. Es algo fácil ser malvado, y el infierno puede ser alcanzado sin esfuerzo. El oficio del pecado no necesita aprenderse, pero el arte del contentamiento divino no se logra sin labor: "He aprendido".
Existen dos motivos por los que se ha de emplear tanto estudio y ejercicio. Primero porque lo espiritual va contra la naturaleza. Todo en nuestra relación con Dios está en las antípodas de la naturaleza. Hay dos cosas en la religión que están contra la naturaleza: En primer lugar los asuntos de la fe, ya que para los hombres, ser justificados por la justicia de otro, convertirse en necios para ser sabios, o salvar todo a través de perderlo todo, está contra la naturaleza. En segundo lugar están los asuntos de la práctica, como la auto negación. Para una persona negar su propia sabiduría, verse a sí mismo como ciego, renunciar a su propia voluntad y fundirla en la voluntad de Dios, sacarse el ojo derecho, crucificar su pecado favorito, y las mentiras, todo ello está cercano a su corazón. Para una persona el estar muerta al mundo, en medio de abundantes necesidades, tomar la cruz y seguir a Cristo, no solo por sendas doradas, sino también sangrientas, el abrazar la fe cuando esta va vestida de ropas oscuras y todas las joyas del honor y la preferencia le han sido arrancadas, es algo que va contra la naturaleza, y, por tanto, ha de aprenderse.
Segundo, porque las cosas espirituales están por encima de la naturaleza. Existen cosas en la naturaleza que son difíciles de averiguar, como lo es la causa de las cosas, que no puede aprenderse sin estudio. Aristóteles, un gran filósofo que algunos equipararon con un águila bajada de las nubes, no pudo averiguar el movimiento del río Euripo, y se lanzó a él. ¿Cómo será entonces con las cosas divinas que están en una esfera superior a la naturaleza y por encima de toda disquisición humana? ¿Qué sucederá con cosas tales como la Trinidad, la unión hipostática, el misterio de la fe y el de creer contra esperanza? Solo el Espíritu de Dios puede encender una luz en esto. El apóstol llama a esto "las cosas profundas de Dios". El Evangelio está lleno de joyas, pero estas están cerradas a los sentidos y a la razón.
Roguemos al Espíritu de Dios que nos enseñe, debemos ser enseñados divinamente. El eunuco podía leer, pero no pudo entender la palabra hasta que Felipe se unió a su carruaje (Hechos 8:29). El Espíritu de Dios ha de unirse a nuestro carruaje. Él debe enseñarnos, o no podemos aprender. Como dice Isaías 54:13 "todos serán enseñados por el Señor".
Hagamos de esta nuestra oración: Señor, sopla tu Espíritu en tu palabra.
Thomas Watson (1620-1686), The Art of Divine Contentment: An Exposition of Philippians 4:11
...he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación
Estas palabras: "He aprendido" implican dificultad. Muestran lo difícil que resultó al apóstol Pablo llegar al contentamiento de la mente; no fue algo implícito en su naturaleza. San Pablo no llegó a ello de forma natural, sino que tuvo que aprenderlo. Le costó muchas oraciones y lágrimas, y fue algo que el Espíritu le enseñó.
De ahí obtenemos esta doctrina: Las cosas buenas cuestan esfuerzo. El asunto de la fe no es tan fácil como la mayoría imaginan. Ciertamente no se necesita enseñar a un hombre a pecar, esto es algo natural (Como vemos en el Salmo 58:3), y por tanto, fácil. Brota como el agua lo hace desde una fuente. Es algo fácil ser malvado, y el infierno puede ser alcanzado sin esfuerzo. El oficio del pecado no necesita aprenderse, pero el arte del contentamiento divino no se logra sin labor: "He aprendido".
Existen dos motivos por los que se ha de emplear tanto estudio y ejercicio. Primero porque lo espiritual va contra la naturaleza. Todo en nuestra relación con Dios está en las antípodas de la naturaleza. Hay dos cosas en la religión que están contra la naturaleza: En primer lugar los asuntos de la fe, ya que para los hombres, ser justificados por la justicia de otro, convertirse en necios para ser sabios, o salvar todo a través de perderlo todo, está contra la naturaleza. En segundo lugar están los asuntos de la práctica, como la auto negación. Para una persona negar su propia sabiduría, verse a sí mismo como ciego, renunciar a su propia voluntad y fundirla en la voluntad de Dios, sacarse el ojo derecho, crucificar su pecado favorito, y las mentiras, todo ello está cercano a su corazón. Para una persona el estar muerta al mundo, en medio de abundantes necesidades, tomar la cruz y seguir a Cristo, no solo por sendas doradas, sino también sangrientas, el abrazar la fe cuando esta va vestida de ropas oscuras y todas las joyas del honor y la preferencia le han sido arrancadas, es algo que va contra la naturaleza, y, por tanto, ha de aprenderse.
Segundo, porque las cosas espirituales están por encima de la naturaleza. Existen cosas en la naturaleza que son difíciles de averiguar, como lo es la causa de las cosas, que no puede aprenderse sin estudio. Aristóteles, un gran filósofo que algunos equipararon con un águila bajada de las nubes, no pudo averiguar el movimiento del río Euripo, y se lanzó a él. ¿Cómo será entonces con las cosas divinas que están en una esfera superior a la naturaleza y por encima de toda disquisición humana? ¿Qué sucederá con cosas tales como la Trinidad, la unión hipostática, el misterio de la fe y el de creer contra esperanza? Solo el Espíritu de Dios puede encender una luz en esto. El apóstol llama a esto "las cosas profundas de Dios". El Evangelio está lleno de joyas, pero estas están cerradas a los sentidos y a la razón.
Roguemos al Espíritu de Dios que nos enseñe, debemos ser enseñados divinamente. El eunuco podía leer, pero no pudo entender la palabra hasta que Felipe se unió a su carruaje (Hechos 8:29). El Espíritu de Dios ha de unirse a nuestro carruaje. Él debe enseñarnos, o no podemos aprender. Como dice Isaías 54:13 "todos serán enseñados por el Señor".
Hagamos de esta nuestra oración: Señor, sopla tu Espíritu en tu palabra.
Thomas Watson (1620-1686), The Art of Divine Contentment: An Exposition of Philippians 4:11
domingo, 30 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - El cristiano confirmado
Escucha esta reflexión en audio aquí
Un cristiano confirmado, en oposición a uno débil, no se distingue por estar libre de todos los escrúpulos, dudas o temores. No se distingue por su eminencia o estima a ojos de los hombres. No se distingue por la fuerza de su memoria, ni por la libertad de sus expresiones al orar, predicar, o discurrir, o por su aparente buen comportamiento o cortesía hacia los demás. No se distingue por un comportamiento tranquilo, calmado y amable, ni por estar libre de las prisas y acaloramientos a los que otros temperamentos están más inclinados. Tampoco por agradar a los hombres o tener una especial facultad para contener la lengua cuando esta mostraría la corrupción de la mente, y por saber suprimir todas las palabras que harían que otros conociesen lo malo que es su corazón. Hay muchos dones que son deseables y encomiables, pero que no necesariamente muestran una sinceridad en la gracia, ni mucho menos un estado de confirmación y estabilidad.
La confirmación se encuentra en poseer una alto grado de todas aquellas gracias que constituyen a un cristiano. Y este alto grado se hace aparente en la operación de las mismas, como cuando la santidad nos resulta fácil y familiar, mientras que para el cristiano débil cuesta esfuerzo, y apenas puede conducir y forzar su mente hacia ella. También cuando hay una constancia y frecuencia en acciones santas, que muestra la fuerza y estabilidad de las santas inclinaciones. Cuando somos fuertes para soportar la oposición y las tentaciones, y podemos superar los mayores impedimentos que hay en el camino, sacar ventaja de toda resistencia, y despreciar los más espléndidos cebos del pecado. Cuando aun estamos ganando terreno, y llevando el alma cada vez más arriba, más cerca de Dios, nuestro descanso y objetivo, y cuando el corazón se vuelve más celestial y divino, y más extraño a la tierra y las cosas terrenales; también cuando las cosas santas y celestiales son más dulces y deliciosas para el alma, y son buscadas con más amor y agrado. Todas estas cosas muestran que las operaciones de la gracia son vigorosas y fuertes, y consecuentemente los actos lo son también.
Y estas confirmaciones se encuentran en el entendimiento, en la voluntad, en los afectos y en la vida.
Richard Baxter (1615 - 1691), The Practical Works of Richard Baxter
Un cristiano confirmado, en oposición a uno débil, no se distingue por estar libre de todos los escrúpulos, dudas o temores. No se distingue por su eminencia o estima a ojos de los hombres. No se distingue por la fuerza de su memoria, ni por la libertad de sus expresiones al orar, predicar, o discurrir, o por su aparente buen comportamiento o cortesía hacia los demás. No se distingue por un comportamiento tranquilo, calmado y amable, ni por estar libre de las prisas y acaloramientos a los que otros temperamentos están más inclinados. Tampoco por agradar a los hombres o tener una especial facultad para contener la lengua cuando esta mostraría la corrupción de la mente, y por saber suprimir todas las palabras que harían que otros conociesen lo malo que es su corazón. Hay muchos dones que son deseables y encomiables, pero que no necesariamente muestran una sinceridad en la gracia, ni mucho menos un estado de confirmación y estabilidad.
La confirmación se encuentra en poseer una alto grado de todas aquellas gracias que constituyen a un cristiano. Y este alto grado se hace aparente en la operación de las mismas, como cuando la santidad nos resulta fácil y familiar, mientras que para el cristiano débil cuesta esfuerzo, y apenas puede conducir y forzar su mente hacia ella. También cuando hay una constancia y frecuencia en acciones santas, que muestra la fuerza y estabilidad de las santas inclinaciones. Cuando somos fuertes para soportar la oposición y las tentaciones, y podemos superar los mayores impedimentos que hay en el camino, sacar ventaja de toda resistencia, y despreciar los más espléndidos cebos del pecado. Cuando aun estamos ganando terreno, y llevando el alma cada vez más arriba, más cerca de Dios, nuestro descanso y objetivo, y cuando el corazón se vuelve más celestial y divino, y más extraño a la tierra y las cosas terrenales; también cuando las cosas santas y celestiales son más dulces y deliciosas para el alma, y son buscadas con más amor y agrado. Todas estas cosas muestran que las operaciones de la gracia son vigorosas y fuertes, y consecuentemente los actos lo son también.
Y estas confirmaciones se encuentran en el entendimiento, en la voluntad, en los afectos y en la vida.
Richard Baxter (1615 - 1691), The Practical Works of Richard Baxter
jueves, 27 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Abriendo el entendimiento
Escucha aquí esta reflexión puritana en audio
Lucas 24:45
"Entonces les abrió el entendimiento ..."
El conocimiento de lo espiritual se diferencia en el aspecto intelectual y el práctico. El primero tiene su asiento en la mente, el segundo en el corazón. Este último es algo particular de los creyentes, y, en el lenguaje de los apóstoles es "La eminencia o excelencia del conocimiento de Cristo".
Y, ciertamente, hay poca excelencia en todas esas nociones triviales que adornan los labios con discursos, a menos que, por una dulce y poderosa influencia, lleven a la conciencia y a la voluntad a la obediencia a Cristo. La luz en el entendimiento es un antecedente necesario al dulce y divino movimiento y elevación de las emociones, porque cuanto más lejos está una persona de la luz de la verdad, más lejos debe estar del calor de la comodidad. El avivamiento divino se engendra en el corazón, mientras que el sol de justicia esparce los rayos de verdad al entendimiento, y el alma se sienta bajo sus alas. Sin embargo toda la luz del evangelio esparciéndose y difundiéndose en la mente no puede nunca abrir el corazón para salvación ni cambiarlo sin que se produzca otro acto de Cristo sobre él. Y este acto consiste en aquello que nos informa el texto: "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"
Cristo actuó sobre sus entendimientos, los abrió. Con entendimiento no quiere decir solo la mente, en oposición al corazón, la voluntad y las emociones, sino que estas fueron abiertas por y junto con la mente. La mente es para el corazón lo mismo que una puerta para una casa: lo que entra en el corazón entra por el entendimiento. Este efecto sin duda se incluye siempre, aunque la verdad a veces no vaya más allá de la entrada, ni penetre el corazón.
Lucas 24:45
"Entonces les abrió el entendimiento ..."
El conocimiento de lo espiritual se diferencia en el aspecto intelectual y el práctico. El primero tiene su asiento en la mente, el segundo en el corazón. Este último es algo particular de los creyentes, y, en el lenguaje de los apóstoles es "La eminencia o excelencia del conocimiento de Cristo".
Y, ciertamente, hay poca excelencia en todas esas nociones triviales que adornan los labios con discursos, a menos que, por una dulce y poderosa influencia, lleven a la conciencia y a la voluntad a la obediencia a Cristo. La luz en el entendimiento es un antecedente necesario al dulce y divino movimiento y elevación de las emociones, porque cuanto más lejos está una persona de la luz de la verdad, más lejos debe estar del calor de la comodidad. El avivamiento divino se engendra en el corazón, mientras que el sol de justicia esparce los rayos de verdad al entendimiento, y el alma se sienta bajo sus alas. Sin embargo toda la luz del evangelio esparciéndose y difundiéndose en la mente no puede nunca abrir el corazón para salvación ni cambiarlo sin que se produzca otro acto de Cristo sobre él. Y este acto consiste en aquello que nos informa el texto: "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"
Cristo actuó sobre sus entendimientos, los abrió. Con entendimiento no quiere decir solo la mente, en oposición al corazón, la voluntad y las emociones, sino que estas fueron abiertas por y junto con la mente. La mente es para el corazón lo mismo que una puerta para una casa: lo que entra en el corazón entra por el entendimiento. Este efecto sin duda se incluye siempre, aunque la verdad a veces no vaya más allá de la entrada, ni penetre el corazón.
Los expositores hacen un paralelo de esta expresión con la que se encuentra en Hechos 16:14 "El Señor abrió el corazón de Lydia". Y correctamente se observa que una cosa es abrir las Escrituras, es decir, exponerlas y darles significado, como se dice que Pablo hizo en Hechos 18:4, y otra abrir la mente o el corazón, como sucede aquí. Existen dos puertas al alma que están cerradas contra Cristo: el entendimiento por la ignorancia, y el corazón por su dureza. Ambas puertas las abre Cristo. El entendimiento se abre por la predicación del Evangelio. El corazón por la operación interna del Espíritu.
John Flavel (1627–1691), The fountain of life
sábado, 22 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - El sentimiento de pecado y la unión con Cristo
Escucha esta reflexión en audio aquí
Isaías 45:25
En el Señor será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
No solo hemos de ser justificados por Dios, sino también gloriarnos en Él. Los seres humanos pueden utilizar la evidencia de la gracia de Dios en sus vidas, pero solamente como medio para un fin mayor.
Aunque un sentimiento cristiano de haber pecado es una gracia, no es la gracia que nos une y nos hace interesarnos en Cristo. El sentimiento de pecado no es algo que exalte a Cristo en sí mismo. En el sentimiento de haber pecado existe algo que es natural y algo que es espiritual. Lo natural consiste en la tristeza, la tribulación, la auto humillación, abatimiento, ansiedad mental. En su misma naturaleza estas cosas no son más que un retirarse del alma dentro de ella misma, con un aborrecimiento de aquello que produce su tristeza y dolor. Detenerse en ese punto es sentarse antes de alcanzar a Cristo para recibir la vida o el consuelo.
No nos equivoquemos. No puede haber un sentimiento evangélico del pecado y la humillación donde no hay una unión con Cristo (Zacarías 12:10). El sentimiento de pecado en sí mismo y en su propia naturaleza, no es suficiente. Cristo es el único descanso para nuestras almas. En cualquier cosa y por cualquier objetivo, detenernos antes de llegar a Él, es perderle.
No es suficiente con ser, por así decirlo "prisioneros de la esperanza", sino que hemos de convertirlo en nuestra fortaleza (Zacarías 9:12). No es suficiente con estar "trabajados y cargados", sino que hemos de "ir a Él" (Mateo 11:28-29). No es suficiente ser débiles y saber que lo somos, sino que hemos de "apropiarnos de la fuerza de Dios" (Isaías 27:5).
De hecho, buscar el perdón es el poder y la vida misma de la humillación cristiana. ¿Cómo sabrá un creyente que su humillación es cristiana y que su tristeza es de acuerdo a Dios? No haciendo como hizo Caín, que clamó porque sus pecados eran más grandes de lo que podía soportar, y luego se apartó de la presencia de Dios; no haciendo como hizo Judas, que se arrepintió pero se colgó; no haciendo como hizo Félix, que tembló por un momento, y luego regresó a sus lujurias; no haciendo como los judíos hicieron, "decayendo por su iniquidad" (Levítico 26:36) por la iniquidad de su corazón; no poniendo sus pensamientos en otras cosas para aliviar nuestra alma de la tribulación; no aferrándose a una justicia propia; no recostándose perezosamente en su confusión; sino que en medio de ello de todo ello se encomienda a sí mismo a Dios en Cristo para recibir perdón y misericordia.
Y es este dirigirse a Dios pidiendo perdón, y no el sentimiento de pecado, lo que da a Dios la gloria por su gracia.
John Owen (1616-1683), The forgiveness of sin
Isaías 45:25
En el Señor será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
No solo hemos de ser justificados por Dios, sino también gloriarnos en Él. Los seres humanos pueden utilizar la evidencia de la gracia de Dios en sus vidas, pero solamente como medio para un fin mayor.
Aunque un sentimiento cristiano de haber pecado es una gracia, no es la gracia que nos une y nos hace interesarnos en Cristo. El sentimiento de pecado no es algo que exalte a Cristo en sí mismo. En el sentimiento de haber pecado existe algo que es natural y algo que es espiritual. Lo natural consiste en la tristeza, la tribulación, la auto humillación, abatimiento, ansiedad mental. En su misma naturaleza estas cosas no son más que un retirarse del alma dentro de ella misma, con un aborrecimiento de aquello que produce su tristeza y dolor. Detenerse en ese punto es sentarse antes de alcanzar a Cristo para recibir la vida o el consuelo.
No nos equivoquemos. No puede haber un sentimiento evangélico del pecado y la humillación donde no hay una unión con Cristo (Zacarías 12:10). El sentimiento de pecado en sí mismo y en su propia naturaleza, no es suficiente. Cristo es el único descanso para nuestras almas. En cualquier cosa y por cualquier objetivo, detenernos antes de llegar a Él, es perderle.
No es suficiente con ser, por así decirlo "prisioneros de la esperanza", sino que hemos de convertirlo en nuestra fortaleza (Zacarías 9:12). No es suficiente con estar "trabajados y cargados", sino que hemos de "ir a Él" (Mateo 11:28-29). No es suficiente ser débiles y saber que lo somos, sino que hemos de "apropiarnos de la fuerza de Dios" (Isaías 27:5).
De hecho, buscar el perdón es el poder y la vida misma de la humillación cristiana. ¿Cómo sabrá un creyente que su humillación es cristiana y que su tristeza es de acuerdo a Dios? No haciendo como hizo Caín, que clamó porque sus pecados eran más grandes de lo que podía soportar, y luego se apartó de la presencia de Dios; no haciendo como hizo Judas, que se arrepintió pero se colgó; no haciendo como hizo Félix, que tembló por un momento, y luego regresó a sus lujurias; no haciendo como los judíos hicieron, "decayendo por su iniquidad" (Levítico 26:36) por la iniquidad de su corazón; no poniendo sus pensamientos en otras cosas para aliviar nuestra alma de la tribulación; no aferrándose a una justicia propia; no recostándose perezosamente en su confusión; sino que en medio de ello de todo ello se encomienda a sí mismo a Dios en Cristo para recibir perdón y misericordia.
Y es este dirigirse a Dios pidiendo perdón, y no el sentimiento de pecado, lo que da a Dios la gloria por su gracia.
John Owen (1616-1683), The forgiveness of sin
jueves, 20 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La oración privada
Escucha en audio esta meditación puritana aquí
1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar
El cuarto cerrado en oración solitaria es una obligación necesaria y muy provechosa. Hace mucho por el ensanchamiento del corazón. Cuando alguien busca tratar seriamente con Dios, debe buscar retirarse y estar a solas. Cristo en sus agonías se apartó de sus discípulos. Es notable también que cuando Jacob luchó con Dios, se dice que "quedó Jacob solo" (Génesis 32:24). Cuando se propuso en su mente tratar con Dios con gran seriedad, despachó a toda su compañía.
El hipócrita encuentra un gran deslumbrar de dones en sus oraciones públicas, pero es ligero y superficial cuando está a solas con Dios. Normalmente los hijos de Dios pueden derramar sus corazones con más emoción delante de Él en privado. Es ahí donde encuentra que sus afectos son libres para luchar con Dios. Es ahí donde se encuentra la mayor comunión con Dios y el mayor ensanchamiento del corazón. En privado estamos en plena libertad de tratar con Dios con la libertad de un niño.
Así pues ¿omitiremos este deber en el que podemos ser más libres, en el que podemos estar sin ninguna distracción para dejar libre nuestro corazón a Dios? Las experiencias más dulces de los santos de Dios se encuentran cuando están a solas con Él. Sin buscar a Dios a menudo, la vitalidad del alma se pierde. Podemos esperar tanto brotes y cosechas sin sembrar como una gracia viva sin buscar a Dios. Primero echamos a Dios de nuestro cuarto, luego de la familia, y después de un poco, fuera de la congregación. Si omitimos la oración en secreto, algún gran pecado la seguirá. Alguien que está a menudo con Dios no se atreve a ofenderle tan libremente como otros lo hacen. La relación con Dios, por así decirlo, muere por grados. Aunque se olvide cualquier otra cosa, no debemos olvidar a Dios. Dediquemos a Dios un buen tiempo. Tomemos decisiones prudentes nosotros mismos, y consagremos una parte de nuestro tiempo que encaje con nuestras posibilidades, nuestro curso de vida, y de acuerdo a nuestras capacidades y las oportunidades de que dispongamos.
Thomas Manton (1620-1677) - Obras
1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar
El cuarto cerrado en oración solitaria es una obligación necesaria y muy provechosa. Hace mucho por el ensanchamiento del corazón. Cuando alguien busca tratar seriamente con Dios, debe buscar retirarse y estar a solas. Cristo en sus agonías se apartó de sus discípulos. Es notable también que cuando Jacob luchó con Dios, se dice que "quedó Jacob solo" (Génesis 32:24). Cuando se propuso en su mente tratar con Dios con gran seriedad, despachó a toda su compañía.
El hipócrita encuentra un gran deslumbrar de dones en sus oraciones públicas, pero es ligero y superficial cuando está a solas con Dios. Normalmente los hijos de Dios pueden derramar sus corazones con más emoción delante de Él en privado. Es ahí donde encuentra que sus afectos son libres para luchar con Dios. Es ahí donde se encuentra la mayor comunión con Dios y el mayor ensanchamiento del corazón. En privado estamos en plena libertad de tratar con Dios con la libertad de un niño.
Así pues ¿omitiremos este deber en el que podemos ser más libres, en el que podemos estar sin ninguna distracción para dejar libre nuestro corazón a Dios? Las experiencias más dulces de los santos de Dios se encuentran cuando están a solas con Él. Sin buscar a Dios a menudo, la vitalidad del alma se pierde. Podemos esperar tanto brotes y cosechas sin sembrar como una gracia viva sin buscar a Dios. Primero echamos a Dios de nuestro cuarto, luego de la familia, y después de un poco, fuera de la congregación. Si omitimos la oración en secreto, algún gran pecado la seguirá. Alguien que está a menudo con Dios no se atreve a ofenderle tan libremente como otros lo hacen. La relación con Dios, por así decirlo, muere por grados. Aunque se olvide cualquier otra cosa, no debemos olvidar a Dios. Dediquemos a Dios un buen tiempo. Tomemos decisiones prudentes nosotros mismos, y consagremos una parte de nuestro tiempo que encaje con nuestras posibilidades, nuestro curso de vida, y de acuerdo a nuestras capacidades y las oportunidades de que dispongamos.
Thomas Manton (1620-1677) - Obras
lunes, 17 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La conversión y los milagros de Cristo
Escucha esta reflexión en audio aquí
Es muy manifiesto que, casi todos los milagros de Cristo realizados mientras estuvo en la tierra, eran símbolos de su gran obra en la conversión de pecadores, y que la forma en que se obraron esos milagros nos muestra lo instantáneo de la obra de conversión.
De ese modo, cuando sanó al leproso, lo cual representa la sanidad de nuestra lepra espiritual, Él adelantó su mano y lo tocó, y dijo: "quiero; sé limpio", e inmediatamente la lepra fue limpiada. (Ver Mateo 8.3, Marcos 1:42, Lucas 5:13). Igual sucedió al abrir los ojos de los ciegos, lo cual representa como Él abre los ojos de las almas ciegas (Mateo 20:30). Él tocó sus ojos, e inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron. También cuando sanó a los enfermos, lo que representa su sanidad de las enfermedades espirituales, o la conversión, esto fue hecho de manera inmediata. Así fue cuando sanó a la suegra de Simón en Marcos 1:31. La tomó de la mano y la levantó, e inmediatamente la fiebre la dejó, y ella les sirvió. Del mismo modo cuando la mujer con flujo de sangre tocó el borde del manto de Cristo, inmediatamente el flujo se secó (Lucas 8:44), y con la mujer que estaba encorvada con un espíritu de enfermedad. Cuando Cristo puso su mano sobre ella, inmediatamente se irguió y glorificó a Dios (Lucas 13:12-13), lo cual representa la acción sobre el alma por la que Él nos da un corazón recto, y libera nuestras almas para glorificarle. Igual con el hombre del estanque de Betesda, cuando Cristo le ordenó levantarse, tomar su lecho y caminar, él inmediatamente fue sano (Juan 5:8-9). De esa misma forma Cristo expulsó demonios, que representa como quita al diablo la posesión de nuestras almas en la conversión, y fue de esta forma que calmó el viento y las olas, lo que representa cómo somete en la conversión el corazón de los impíos, que es como un mar agitado, que no puede estar quieto; y es así como levantó a los muertos, lo cual representaba cómo resucita las almas muertas.
Lo mismo se confirma por las cosas comparadas con la conversión por las Escrituras. Se compara con una resurrección. Se dice que los hombres naturales estaban muertos, y fueron levantados de entre los muertos cuando se convirtieron por el poder efectivo de Dios. Ahora bien, no hay término medio entre estar vivo y estar muerto. El que está muerto no tiene ninguna vida en él, y el que tiene el más mínimo grado de vida en él está vivo. Cuando un hombre es levantado de los muertos, no es solo que la vida esté en él en un mayor grado de lo que estaba antes, sino que todo es nuevo. La obra de conversión parece compararse con levantar los muertos a la vida precisamente en esto, en lo instantáneo del hecho, en algo que se hace, por así decirlo, al pronunciar una palabra. Como sucede en Juan 5:25 que dice "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". Está hablando aquí de una obra de conversión, como parece claro por el versículo anterior, y por las palabras mismas, que afirman que este levantar de los muertos no es solo algo que haya de venir, sino que ya ha venido.
Inmediatamente antes del llamado los pecadores están muertos, destituidos completamente de la vida, como se aprecia por la expresión "los muertos oirán la voz", e inmediatamente después del llamado, están vivos. Es evidente que la vida acompaña a la palabra, no solo porque se dice que vivirán, sino también porque se dice que oirán su voz. El primer momento en el que tienen alguna vida en ellos es cuando Cristo llama, y lo son tan pronto como son llamados, lo cual queda más claro por lo que observamos antes, es decir, que las Escrituras hablan de ser llamado y convertido como si se tratase de la misma cosa.
Johnathan Edwards (1703-1758), Treatise on grace.
Es muy manifiesto que, casi todos los milagros de Cristo realizados mientras estuvo en la tierra, eran símbolos de su gran obra en la conversión de pecadores, y que la forma en que se obraron esos milagros nos muestra lo instantáneo de la obra de conversión.
De ese modo, cuando sanó al leproso, lo cual representa la sanidad de nuestra lepra espiritual, Él adelantó su mano y lo tocó, y dijo: "quiero; sé limpio", e inmediatamente la lepra fue limpiada. (Ver Mateo 8.3, Marcos 1:42, Lucas 5:13). Igual sucedió al abrir los ojos de los ciegos, lo cual representa como Él abre los ojos de las almas ciegas (Mateo 20:30). Él tocó sus ojos, e inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron. También cuando sanó a los enfermos, lo que representa su sanidad de las enfermedades espirituales, o la conversión, esto fue hecho de manera inmediata. Así fue cuando sanó a la suegra de Simón en Marcos 1:31. La tomó de la mano y la levantó, e inmediatamente la fiebre la dejó, y ella les sirvió. Del mismo modo cuando la mujer con flujo de sangre tocó el borde del manto de Cristo, inmediatamente el flujo se secó (Lucas 8:44), y con la mujer que estaba encorvada con un espíritu de enfermedad. Cuando Cristo puso su mano sobre ella, inmediatamente se irguió y glorificó a Dios (Lucas 13:12-13), lo cual representa la acción sobre el alma por la que Él nos da un corazón recto, y libera nuestras almas para glorificarle. Igual con el hombre del estanque de Betesda, cuando Cristo le ordenó levantarse, tomar su lecho y caminar, él inmediatamente fue sano (Juan 5:8-9). De esa misma forma Cristo expulsó demonios, que representa como quita al diablo la posesión de nuestras almas en la conversión, y fue de esta forma que calmó el viento y las olas, lo que representa cómo somete en la conversión el corazón de los impíos, que es como un mar agitado, que no puede estar quieto; y es así como levantó a los muertos, lo cual representaba cómo resucita las almas muertas.
Lo mismo se confirma por las cosas comparadas con la conversión por las Escrituras. Se compara con una resurrección. Se dice que los hombres naturales estaban muertos, y fueron levantados de entre los muertos cuando se convirtieron por el poder efectivo de Dios. Ahora bien, no hay término medio entre estar vivo y estar muerto. El que está muerto no tiene ninguna vida en él, y el que tiene el más mínimo grado de vida en él está vivo. Cuando un hombre es levantado de los muertos, no es solo que la vida esté en él en un mayor grado de lo que estaba antes, sino que todo es nuevo. La obra de conversión parece compararse con levantar los muertos a la vida precisamente en esto, en lo instantáneo del hecho, en algo que se hace, por así decirlo, al pronunciar una palabra. Como sucede en Juan 5:25 que dice "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". Está hablando aquí de una obra de conversión, como parece claro por el versículo anterior, y por las palabras mismas, que afirman que este levantar de los muertos no es solo algo que haya de venir, sino que ya ha venido.
Inmediatamente antes del llamado los pecadores están muertos, destituidos completamente de la vida, como se aprecia por la expresión "los muertos oirán la voz", e inmediatamente después del llamado, están vivos. Es evidente que la vida acompaña a la palabra, no solo porque se dice que vivirán, sino también porque se dice que oirán su voz. El primer momento en el que tienen alguna vida en ellos es cuando Cristo llama, y lo son tan pronto como son llamados, lo cual queda más claro por lo que observamos antes, es decir, que las Escrituras hablan de ser llamado y convertido como si se tratase de la misma cosa.
Johnathan Edwards (1703-1758), Treatise on grace.
sábado, 15 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Reflexiones sobre Cristo
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En Cristo no hay solo suficiencia, sino una cierta redundancia que es como el desbordar de un río.
Cristo nunca se siente como algo dulce hasta que el pecado se siente como algo amargo, y no es descanso hasta que el hombre siente que el pecado es una carga.
La tentación para Cristo, era como lanzar un gancho en un espejo, que no se queda agarrado. Su vida era más pura que los rayos de sol.
Si estamos en Cristo mientras vivimos, iremos con Cristo cuando muramos. La unión es el fundamento de este privilegio, por tanto hemos de estar en Cristo antes de estar con Cristo.
La plenitud que está en Cristo es como la luz en el sol; habita allí, y nunca falta. Las riquezas de la deidad están en Él, y la comunicación de su bendita plenitud es lo que satisface el alma.
Jesucristo es una bendición incomprensible. Todo lo que Dios pueda requerir como satisfacción o lo que podamos necesitar para salvación, se encuentra en Cristo. Su nombre es la música más dulce para el oído cristiano, y su sangre el bálsamo más precioso para el corazón de sus seguidores.
Cristo murió por nuestra promoción; sufrió para que nosotros podamos reinar. Se colgó de la cruz para que nosotros podamos sentarnos en el trono; su crucifixión es nuestra coronación.
En la muerte de Cristo, "las rocas se partieron" (Mateo 27:51). El no verse afectado por el amor de Cristo al morir, es tener un corazón más duro que las rocas.
Cuando las flechas de la oración de un santo se ponen en el arco de la intercesión de Cristo, estas penetran los mismos cielos. Fue amor en Dios Padre enviar a Cristo, y amor en Cristo que viniese a encarnarse. Cuando Cristo asumió nuestra naturaleza humana, fue tanto una obra maestra de sabiduría como un monumento a la gracia libre.
Cristo es tal mina de oro de sabiduría, gracia y gloria, que ni los santos ni los ángeles podrán jamás agotar su profundidad; hay tanto dulzura como plenitud. Un cristiano no necesita lo necesario, en Cristo tiene riquezas inescrutables.
La divinidad al completo sería algo terrible de contemplar. No podríamos verla y vivir; pero Jesús, al revestirse con humanidad, hace que la naturaleza divina sea algo hermoso y encantador de contemplar.
Cristo endulza todas nuestras comodidades, y santifica todas nuestras cruces.
Un mendigo puede contemplar la gloria de un rey y no ser feliz; pero la gloria de Cristo será nuestra "seremos semejantes a Él" (1 Juan 3:2).
El pan satisface el cuerpo; del mismo modo Jesucristo, el Pan de Vida, satisface el alma: Satisface la mente con confianza, el corazón con afecto, y la conciencia con paz.
Thomas Watson (1620 – 1686), Puritan Gems
En Cristo no hay solo suficiencia, sino una cierta redundancia que es como el desbordar de un río.
Cristo nunca se siente como algo dulce hasta que el pecado se siente como algo amargo, y no es descanso hasta que el hombre siente que el pecado es una carga.
La tentación para Cristo, era como lanzar un gancho en un espejo, que no se queda agarrado. Su vida era más pura que los rayos de sol.
Si estamos en Cristo mientras vivimos, iremos con Cristo cuando muramos. La unión es el fundamento de este privilegio, por tanto hemos de estar en Cristo antes de estar con Cristo.
La plenitud que está en Cristo es como la luz en el sol; habita allí, y nunca falta. Las riquezas de la deidad están en Él, y la comunicación de su bendita plenitud es lo que satisface el alma.
Jesucristo es una bendición incomprensible. Todo lo que Dios pueda requerir como satisfacción o lo que podamos necesitar para salvación, se encuentra en Cristo. Su nombre es la música más dulce para el oído cristiano, y su sangre el bálsamo más precioso para el corazón de sus seguidores.
Cristo murió por nuestra promoción; sufrió para que nosotros podamos reinar. Se colgó de la cruz para que nosotros podamos sentarnos en el trono; su crucifixión es nuestra coronación.
En la muerte de Cristo, "las rocas se partieron" (Mateo 27:51). El no verse afectado por el amor de Cristo al morir, es tener un corazón más duro que las rocas.
Cuando las flechas de la oración de un santo se ponen en el arco de la intercesión de Cristo, estas penetran los mismos cielos. Fue amor en Dios Padre enviar a Cristo, y amor en Cristo que viniese a encarnarse. Cuando Cristo asumió nuestra naturaleza humana, fue tanto una obra maestra de sabiduría como un monumento a la gracia libre.
Cristo es tal mina de oro de sabiduría, gracia y gloria, que ni los santos ni los ángeles podrán jamás agotar su profundidad; hay tanto dulzura como plenitud. Un cristiano no necesita lo necesario, en Cristo tiene riquezas inescrutables.
La divinidad al completo sería algo terrible de contemplar. No podríamos verla y vivir; pero Jesús, al revestirse con humanidad, hace que la naturaleza divina sea algo hermoso y encantador de contemplar.
Cristo endulza todas nuestras comodidades, y santifica todas nuestras cruces.
Un mendigo puede contemplar la gloria de un rey y no ser feliz; pero la gloria de Cristo será nuestra "seremos semejantes a Él" (1 Juan 3:2).
El pan satisface el cuerpo; del mismo modo Jesucristo, el Pan de Vida, satisface el alma: Satisface la mente con confianza, el corazón con afecto, y la conciencia con paz.
Thomas Watson (1620 – 1686), Puritan Gems
viernes, 14 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La seguridad y felicidad en Dios
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Ciertamente Dios ha ocultado misericordiosamente a nuestra curiosidad la mayoría de las cosas que han de suceder. Porque, por un lado, si pudiésemos visionar una gran prosperidad, estaríamos tentados a un exceso de orgullo y regocijo, y por otra parte, si alguien utilizando su razonamiento y facultad para entender pudiese, por medio de alguna óptica secreta, ver de un vistazo todas las aflicciones que le están por suceder en el mundo ¿cómo no languidecería su vida? Algo así lo haría mantenerse constantemente en la palestra, y le haría sufrir en todo momento lo que está por venir, cuando es algo que solo debería ser soportado una vez.
Sin embargo, aunque la mayoría de las cosas del futuro están ocultas, muy a menudo nos hacemos tristes imaginaciones de males que se acercan y despiertan nuestros miedos. ¿Cuántas tempestades y naufragios no sufren los hombres en tierra firme, al sospechar calamidades que nunca llegan?
Los temores imaginarios funcionan como si fuesen reales, y producen sustanciales tristezas. Ahora bien, ¿Cómo puede una criatura tan dubitativa y poco firme como el ser humano, no tener angustia interior en medio de circunstancias que están sujetas, a cada minuto, a las leyes del cambio? ¿Qué es lo que puede darle tranquilidad y reposo, en su mejor condición, sino una seguridad de que nada le sucederá que no esté de acuerdo a la voluntad, llena de gracia, y el consejo sabio de Dios? ¿Qué es lo que puede aliviar nuestras penas sino la divina bondad que está tiernamente inclinada a socorrernos?
"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra" (Salmos 121:2). "Porque sol y escudo es el Señor Dios" (Salmos 84:11). Él es suficiente para suplir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos. Como el sol que da vida y gozo a todo el mundo, y así hubiese mil leones u otro tipo de seres o individuos en él, su luz y calor es suficiente para todos, del mismo modo la bondad divina puede suplirnos con toda cosa buena a nosotros, y a diez mil mundos más.
Su poder puede asegurarnos sus favores, y prevenir problemas, o, lo que es aún más admirable, hacer que esos problemas sean beneficiosos y que sirvan a nuestra felicidad. Él es un refugio seguro, un santuario inviolable al que podemos retirarnos en todas nuestras necesidades. Su omnipotencia es dirigida por una sabiduría inerrante, y motivada por un amor infinito, por el bien de aquellos que fielmente le obedecen. Una humilde confianza en Él nos libera de ansiedades, preserva firmemente un temperamento pacífico en medio de las tormentas. Esto produce una superioridad de espíritu, un verdadero imperio de la mente sobre todo lo externo.
Lo que era la vana jactancia de los filósofos, el que, por el poder de la razón, podían hacer que todos los accidentes contribuyesen a su felicidad, es el privilegio real que obtenemos de una confianza regular en Dios, quien dirige y ordena todas las cosas que suceden para el bien eterno de sus siervos. En las peores circunstancias, podemos regocijarnos en esperanza, en una cierta y tranquila expectativa de algún suceso bendito. Incluso en la misma muerte somos más que vencedores. "Oh, Señor de los ejércitos, dichoso es el hombre que confía en ti" (Salmos 84:12).
William Bates, Obras.
Ciertamente Dios ha ocultado misericordiosamente a nuestra curiosidad la mayoría de las cosas que han de suceder. Porque, por un lado, si pudiésemos visionar una gran prosperidad, estaríamos tentados a un exceso de orgullo y regocijo, y por otra parte, si alguien utilizando su razonamiento y facultad para entender pudiese, por medio de alguna óptica secreta, ver de un vistazo todas las aflicciones que le están por suceder en el mundo ¿cómo no languidecería su vida? Algo así lo haría mantenerse constantemente en la palestra, y le haría sufrir en todo momento lo que está por venir, cuando es algo que solo debería ser soportado una vez.
Sin embargo, aunque la mayoría de las cosas del futuro están ocultas, muy a menudo nos hacemos tristes imaginaciones de males que se acercan y despiertan nuestros miedos. ¿Cuántas tempestades y naufragios no sufren los hombres en tierra firme, al sospechar calamidades que nunca llegan?
Los temores imaginarios funcionan como si fuesen reales, y producen sustanciales tristezas. Ahora bien, ¿Cómo puede una criatura tan dubitativa y poco firme como el ser humano, no tener angustia interior en medio de circunstancias que están sujetas, a cada minuto, a las leyes del cambio? ¿Qué es lo que puede darle tranquilidad y reposo, en su mejor condición, sino una seguridad de que nada le sucederá que no esté de acuerdo a la voluntad, llena de gracia, y el consejo sabio de Dios? ¿Qué es lo que puede aliviar nuestras penas sino la divina bondad que está tiernamente inclinada a socorrernos?
"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra" (Salmos 121:2). "Porque sol y escudo es el Señor Dios" (Salmos 84:11). Él es suficiente para suplir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos. Como el sol que da vida y gozo a todo el mundo, y así hubiese mil leones u otro tipo de seres o individuos en él, su luz y calor es suficiente para todos, del mismo modo la bondad divina puede suplirnos con toda cosa buena a nosotros, y a diez mil mundos más.
Su poder puede asegurarnos sus favores, y prevenir problemas, o, lo que es aún más admirable, hacer que esos problemas sean beneficiosos y que sirvan a nuestra felicidad. Él es un refugio seguro, un santuario inviolable al que podemos retirarnos en todas nuestras necesidades. Su omnipotencia es dirigida por una sabiduría inerrante, y motivada por un amor infinito, por el bien de aquellos que fielmente le obedecen. Una humilde confianza en Él nos libera de ansiedades, preserva firmemente un temperamento pacífico en medio de las tormentas. Esto produce una superioridad de espíritu, un verdadero imperio de la mente sobre todo lo externo.
Lo que era la vana jactancia de los filósofos, el que, por el poder de la razón, podían hacer que todos los accidentes contribuyesen a su felicidad, es el privilegio real que obtenemos de una confianza regular en Dios, quien dirige y ordena todas las cosas que suceden para el bien eterno de sus siervos. En las peores circunstancias, podemos regocijarnos en esperanza, en una cierta y tranquila expectativa de algún suceso bendito. Incluso en la misma muerte somos más que vencedores. "Oh, Señor de los ejércitos, dichoso es el hombre que confía en ti" (Salmos 84:12).
William Bates, Obras.
jueves, 13 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?
Escucha en audio esta Meditación Puritana
Romanos 8:31
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
No te desanimes por las dificultades y oposiciones que se pondrán frente a ti cuando comiences a caminar resueltamente con Dios. Los desánimos hacen que muchos se aparten de la fe, y producen una gran tentación a abandonar en muchos jóvenes que comienzan.
El pueblo de Israel, cuando estaba en el desierto, estaba listo para retirarse hacia Egipto. Dios mismo hará que sus siervos y sus gracias sean probados y ejercitados por las dificultades, y Satanás se apresurará a levantar tormentas frente a nosotros tan pronto como nos embarquemos al mar. Pero Dios está de tu lado y tiene a todos tus enemigos en su mano, y puede reprenderlos o destruirlos en un instante. ¡Oh! ¿Qué es el aliento, o la furia del polvo o de los demonios contra el Señor Todopoderoso? En el día en que entraste en un pacto con Dios, y Él contigo, entraste en la fortaleza y roca más inexpugnable, y te pusiste a cubierto en un castillo de defensa en el que, conservando la modestia, puedes desafiar todos los poderes adversos de la tierra o del infierno.
Si Dios no puede salvarte, entonces no es Dios. Y si no te salva, debe romper su pacto. Ciertamente, Él puede decidir salvarte, no de la aflicción y la persecución, sino en medio de ella ¡una y otra vez! Pero en medio de estas cosas serás "más que vencedor por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37). Es mucho más deseable y excelente vencer mediante la paciencia, sufriendo por Cristo, que vencer a nuestros perseguidores en el campo de batalla, por la fuerza de las armas. Oh, piensa en las jactancias triunfantes de los santos en su Dios: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmos 46:1).
Si el mundo entero estuviese de tu lado, todavía tendrías motivos para temer. ¡Pero tener a Dios de tu lado es infinitamente más! Cristo, el capitán de tu salvación, ha recorrido este camino antes que tú, ¡y ahora está luchando para hacer de ti un vencedor! No tengas temor cuando Cristo está abriendo el camino.¡ No te eches atrás cuando veas sus pasos y su sangre!
Richard Baxter en, A Christian Directory (Un directorio cristiano)
Romanos 8:31
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
No te desanimes por las dificultades y oposiciones que se pondrán frente a ti cuando comiences a caminar resueltamente con Dios. Los desánimos hacen que muchos se aparten de la fe, y producen una gran tentación a abandonar en muchos jóvenes que comienzan.
El pueblo de Israel, cuando estaba en el desierto, estaba listo para retirarse hacia Egipto. Dios mismo hará que sus siervos y sus gracias sean probados y ejercitados por las dificultades, y Satanás se apresurará a levantar tormentas frente a nosotros tan pronto como nos embarquemos al mar. Pero Dios está de tu lado y tiene a todos tus enemigos en su mano, y puede reprenderlos o destruirlos en un instante. ¡Oh! ¿Qué es el aliento, o la furia del polvo o de los demonios contra el Señor Todopoderoso? En el día en que entraste en un pacto con Dios, y Él contigo, entraste en la fortaleza y roca más inexpugnable, y te pusiste a cubierto en un castillo de defensa en el que, conservando la modestia, puedes desafiar todos los poderes adversos de la tierra o del infierno.
Si Dios no puede salvarte, entonces no es Dios. Y si no te salva, debe romper su pacto. Ciertamente, Él puede decidir salvarte, no de la aflicción y la persecución, sino en medio de ella ¡una y otra vez! Pero en medio de estas cosas serás "más que vencedor por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37). Es mucho más deseable y excelente vencer mediante la paciencia, sufriendo por Cristo, que vencer a nuestros perseguidores en el campo de batalla, por la fuerza de las armas. Oh, piensa en las jactancias triunfantes de los santos en su Dios: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmos 46:1).
Si el mundo entero estuviese de tu lado, todavía tendrías motivos para temer. ¡Pero tener a Dios de tu lado es infinitamente más! Cristo, el capitán de tu salvación, ha recorrido este camino antes que tú, ¡y ahora está luchando para hacer de ti un vencedor! No tengas temor cuando Cristo está abriendo el camino.¡ No te eches atrás cuando veas sus pasos y su sangre!
Richard Baxter en, A Christian Directory (Un directorio cristiano)
martes, 11 de julio de 2017
Bendecir y orar por los hijos. 12 Promesas para pedirle a Dios
Por Mark Altrogge
Dios no garantiza que automáticamente salvará a nuestros hijos, pero nos da muchas promesas para inspirarnos a orar y tener fe en que serán contestadas.
Con frecuencia reviso estas promesas de Dios y las utilizo como trampolín para orar por mis descendientes.
Por ejemplo
Puedo orar: "Señor Jesús, Tú has prometido a tu pueblo que todos nuestros hijos serían enseñados por el Señor. ¡Hazlo por favor! te ruego que te reveles a todos mis hijos, nietos y descendiente, y los lleves a la paz contigo a través de tu sangre".
Considera el uso de las siguientes promesas para orar por tus hijos:
No dejemos de orar por nuestros hijos hasta el día que nos vayamos a casa con el Señor. Incluso si no los vemos ser salvos mientras vivamos, Dios todavía puede salvarlos después. Aunque el Señor no garantiza que sean salvos, Él promete escuchar nuestras oraciones, promete que la oración del justo es poderosa y efectiva, y nos da buenas razones para creer que su deseo es que se salven familias completas.
Traducido de un texto en: http://www.biblestudytools.com/blogs/mark-altrogge/12-promises-every-parent-should-ask-god-to-fulfill.html
Dios no garantiza que automáticamente salvará a nuestros hijos, pero nos da muchas promesas para inspirarnos a orar y tener fe en que serán contestadas.
Con frecuencia reviso estas promesas de Dios y las utilizo como trampolín para orar por mis descendientes.
Por ejemplo
Isaías 54:13
Y todos tus hijos serán enseñados por el Señor; y se multiplicará la paz de tus hijos
Puedo orar: "Señor Jesús, Tú has prometido a tu pueblo que todos nuestros hijos serían enseñados por el Señor. ¡Hazlo por favor! te ruego que te reveles a todos mis hijos, nietos y descendiente, y los lleves a la paz contigo a través de tu sangre".
Considera el uso de las siguientes promesas para orar por tus hijos:
Isaías 59:21
Y este será mi pacto con ellos, dijo el Señor: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo el Señor, desde ahora y para siempre.
Salmos 102:28
Los hijos de tus siervos habitarán seguros, Y su descendencia será establecida delante de ti.
Salmos 112:1-2
1 ¡Aleluya! Bienaventurado el hombre que teme al Señor, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. 2 Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.
Isaías 44:3-5
3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. 5 Este dirá: Yo soy de el Señor; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: Al Señor, y se apellidará con el nombre de Israel.
Isaías 61:8-9
8 ...haré con ellos pacto perpetuo.9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de el Señor.
Isaías 65:23
No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de el Señor, y sus descendientes con ellos.
Proverbios 20:7
Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos después de él.
Proverbios 14:26
En el temor de el Señor está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
Jeremías 32:39
Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
Deuteronomio 4:40
Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.
Hechos 16:31-33
31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
No dejemos de orar por nuestros hijos hasta el día que nos vayamos a casa con el Señor. Incluso si no los vemos ser salvos mientras vivamos, Dios todavía puede salvarlos después. Aunque el Señor no garantiza que sean salvos, Él promete escuchar nuestras oraciones, promete que la oración del justo es poderosa y efectiva, y nos da buenas razones para creer que su deseo es que se salven familias completas.
Traducido de un texto en: http://www.biblestudytools.com/blogs/mark-altrogge/12-promises-every-parent-should-ask-god-to-fulfill.html
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