miércoles, 13 de noviembre de 2019

La bondad de Dios y la obediencia


Salmos 145:9
9 Bueno es el Señor para con todos,
Y sus misericordias sobre todas sus obras.

A veces surge la pregunta de si Dios ordena ciertas cosas porque son buenas, o si las cosas son buenas porque Dios las ordena. Yo me aferro con énfasis a la primera alternativa. La segunda podría llevar a la abominable conclusión de que la caridad es buena solamente porque Dios, de forma arbitraria, lo ordena, y que podría de igual manera habernos ordenado odiarle y odiarnos unos a otros y ese odio hubiera estado bien.

Por el contrario, creo que se equivocan los que piensan que la voluntad de Dios para hacer esto o aquello no tiene otra razón más allá de su voluntad. La voluntad de Dios está determinada por su sabiduría, que siempre percibe lo que es intrínsecamente bueno, y por su bondad que siempre abraza lo bueno.

Pero, una vez que hemos dicho que Dios ordena cosas porque son buenas, hemos de añadir que una cosa intrínsecamente buena es que las criaturas racionales se rindan libremente en obediencia a su Creador. El contenido de nuestra obediencia (las cosas que se nos ordena hacer) siempre será algo intrínsecamente bueno, algo que debemos hacer incluso si, suponiendo lo imposible, Dios no lo ordenase. Pero, además del contenido, la simple obediencia también es algo intrínsecamente bueno porque, al obedecer, la criatura racional actúa de forma consciente en su papel como criaturae invierte la acción por la que caímos. Da marcha atrás sobre los pasos de Adán, y regresa.

-C.S Lewis

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