Escucha esta reflexión en audio aquí
Un cristiano confirmado, en oposición a uno débil, no se distingue por estar libre de todos los escrúpulos, dudas o temores. No se distingue por su eminencia o estima a ojos de los hombres. No se distingue por la fuerza de su memoria, ni por la libertad de sus expresiones al orar, predicar, o discurrir, o por su aparente buen comportamiento o cortesía hacia los demás. No se distingue por un comportamiento tranquilo, calmado y amable, ni por estar libre de las prisas y acaloramientos a los que otros temperamentos están más inclinados. Tampoco por agradar a los hombres o tener una especial facultad para contener la lengua cuando esta mostraría la corrupción de la mente, y por saber suprimir todas las palabras que harían que otros conociesen lo malo que es su corazón. Hay muchos dones que son deseables y encomiables, pero que no necesariamente muestran una sinceridad en la gracia, ni mucho menos un estado de confirmación y estabilidad.
La confirmación se encuentra en poseer una alto grado de todas aquellas gracias que constituyen a un cristiano. Y este alto grado se hace aparente en la operación de las mismas, como cuando la santidad nos resulta fácil y familiar, mientras que para el cristiano débil cuesta esfuerzo, y apenas puede conducir y forzar su mente hacia ella. También cuando hay una constancia y frecuencia en acciones santas, que muestra la fuerza y estabilidad de las santas inclinaciones. Cuando somos fuertes para soportar la oposición y las tentaciones, y podemos superar los mayores impedimentos que hay en el camino, sacar ventaja de toda resistencia, y despreciar los más espléndidos cebos del pecado. Cuando aun estamos ganando terreno, y llevando el alma cada vez más arriba, más cerca de Dios, nuestro descanso y objetivo, y cuando el corazón se vuelve más celestial y divino, y más extraño a la tierra y las cosas terrenales; también cuando las cosas santas y celestiales son más dulces y deliciosas para el alma, y son buscadas con más amor y agrado. Todas estas cosas muestran que las operaciones de la gracia son vigorosas y fuertes, y consecuentemente los actos lo son también.
Y estas confirmaciones se encuentran en el entendimiento, en la voluntad, en los afectos y en la vida.
Richard Baxter (1615 - 1691), The Practical Works of Richard Baxter
domingo, 30 de julio de 2017
jueves, 27 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Abriendo el entendimiento
Escucha aquí esta reflexión puritana en audio
Lucas 24:45
"Entonces les abrió el entendimiento ..."
El conocimiento de lo espiritual se diferencia en el aspecto intelectual y el práctico. El primero tiene su asiento en la mente, el segundo en el corazón. Este último es algo particular de los creyentes, y, en el lenguaje de los apóstoles es "La eminencia o excelencia del conocimiento de Cristo".
Y, ciertamente, hay poca excelencia en todas esas nociones triviales que adornan los labios con discursos, a menos que, por una dulce y poderosa influencia, lleven a la conciencia y a la voluntad a la obediencia a Cristo. La luz en el entendimiento es un antecedente necesario al dulce y divino movimiento y elevación de las emociones, porque cuanto más lejos está una persona de la luz de la verdad, más lejos debe estar del calor de la comodidad. El avivamiento divino se engendra en el corazón, mientras que el sol de justicia esparce los rayos de verdad al entendimiento, y el alma se sienta bajo sus alas. Sin embargo toda la luz del evangelio esparciéndose y difundiéndose en la mente no puede nunca abrir el corazón para salvación ni cambiarlo sin que se produzca otro acto de Cristo sobre él. Y este acto consiste en aquello que nos informa el texto: "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"
Cristo actuó sobre sus entendimientos, los abrió. Con entendimiento no quiere decir solo la mente, en oposición al corazón, la voluntad y las emociones, sino que estas fueron abiertas por y junto con la mente. La mente es para el corazón lo mismo que una puerta para una casa: lo que entra en el corazón entra por el entendimiento. Este efecto sin duda se incluye siempre, aunque la verdad a veces no vaya más allá de la entrada, ni penetre el corazón.
Lucas 24:45
"Entonces les abrió el entendimiento ..."
El conocimiento de lo espiritual se diferencia en el aspecto intelectual y el práctico. El primero tiene su asiento en la mente, el segundo en el corazón. Este último es algo particular de los creyentes, y, en el lenguaje de los apóstoles es "La eminencia o excelencia del conocimiento de Cristo".
Y, ciertamente, hay poca excelencia en todas esas nociones triviales que adornan los labios con discursos, a menos que, por una dulce y poderosa influencia, lleven a la conciencia y a la voluntad a la obediencia a Cristo. La luz en el entendimiento es un antecedente necesario al dulce y divino movimiento y elevación de las emociones, porque cuanto más lejos está una persona de la luz de la verdad, más lejos debe estar del calor de la comodidad. El avivamiento divino se engendra en el corazón, mientras que el sol de justicia esparce los rayos de verdad al entendimiento, y el alma se sienta bajo sus alas. Sin embargo toda la luz del evangelio esparciéndose y difundiéndose en la mente no puede nunca abrir el corazón para salvación ni cambiarlo sin que se produzca otro acto de Cristo sobre él. Y este acto consiste en aquello que nos informa el texto: "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"
Cristo actuó sobre sus entendimientos, los abrió. Con entendimiento no quiere decir solo la mente, en oposición al corazón, la voluntad y las emociones, sino que estas fueron abiertas por y junto con la mente. La mente es para el corazón lo mismo que una puerta para una casa: lo que entra en el corazón entra por el entendimiento. Este efecto sin duda se incluye siempre, aunque la verdad a veces no vaya más allá de la entrada, ni penetre el corazón.
Los expositores hacen un paralelo de esta expresión con la que se encuentra en Hechos 16:14 "El Señor abrió el corazón de Lydia". Y correctamente se observa que una cosa es abrir las Escrituras, es decir, exponerlas y darles significado, como se dice que Pablo hizo en Hechos 18:4, y otra abrir la mente o el corazón, como sucede aquí. Existen dos puertas al alma que están cerradas contra Cristo: el entendimiento por la ignorancia, y el corazón por su dureza. Ambas puertas las abre Cristo. El entendimiento se abre por la predicación del Evangelio. El corazón por la operación interna del Espíritu.
John Flavel (1627–1691), The fountain of life
sábado, 22 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - El sentimiento de pecado y la unión con Cristo
Escucha esta reflexión en audio aquí
Isaías 45:25
En el Señor será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
No solo hemos de ser justificados por Dios, sino también gloriarnos en Él. Los seres humanos pueden utilizar la evidencia de la gracia de Dios en sus vidas, pero solamente como medio para un fin mayor.
Aunque un sentimiento cristiano de haber pecado es una gracia, no es la gracia que nos une y nos hace interesarnos en Cristo. El sentimiento de pecado no es algo que exalte a Cristo en sí mismo. En el sentimiento de haber pecado existe algo que es natural y algo que es espiritual. Lo natural consiste en la tristeza, la tribulación, la auto humillación, abatimiento, ansiedad mental. En su misma naturaleza estas cosas no son más que un retirarse del alma dentro de ella misma, con un aborrecimiento de aquello que produce su tristeza y dolor. Detenerse en ese punto es sentarse antes de alcanzar a Cristo para recibir la vida o el consuelo.
No nos equivoquemos. No puede haber un sentimiento evangélico del pecado y la humillación donde no hay una unión con Cristo (Zacarías 12:10). El sentimiento de pecado en sí mismo y en su propia naturaleza, no es suficiente. Cristo es el único descanso para nuestras almas. En cualquier cosa y por cualquier objetivo, detenernos antes de llegar a Él, es perderle.
No es suficiente con ser, por así decirlo "prisioneros de la esperanza", sino que hemos de convertirlo en nuestra fortaleza (Zacarías 9:12). No es suficiente con estar "trabajados y cargados", sino que hemos de "ir a Él" (Mateo 11:28-29). No es suficiente ser débiles y saber que lo somos, sino que hemos de "apropiarnos de la fuerza de Dios" (Isaías 27:5).
De hecho, buscar el perdón es el poder y la vida misma de la humillación cristiana. ¿Cómo sabrá un creyente que su humillación es cristiana y que su tristeza es de acuerdo a Dios? No haciendo como hizo Caín, que clamó porque sus pecados eran más grandes de lo que podía soportar, y luego se apartó de la presencia de Dios; no haciendo como hizo Judas, que se arrepintió pero se colgó; no haciendo como hizo Félix, que tembló por un momento, y luego regresó a sus lujurias; no haciendo como los judíos hicieron, "decayendo por su iniquidad" (Levítico 26:36) por la iniquidad de su corazón; no poniendo sus pensamientos en otras cosas para aliviar nuestra alma de la tribulación; no aferrándose a una justicia propia; no recostándose perezosamente en su confusión; sino que en medio de ello de todo ello se encomienda a sí mismo a Dios en Cristo para recibir perdón y misericordia.
Y es este dirigirse a Dios pidiendo perdón, y no el sentimiento de pecado, lo que da a Dios la gloria por su gracia.
John Owen (1616-1683), The forgiveness of sin
Isaías 45:25
En el Señor será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
No solo hemos de ser justificados por Dios, sino también gloriarnos en Él. Los seres humanos pueden utilizar la evidencia de la gracia de Dios en sus vidas, pero solamente como medio para un fin mayor.
Aunque un sentimiento cristiano de haber pecado es una gracia, no es la gracia que nos une y nos hace interesarnos en Cristo. El sentimiento de pecado no es algo que exalte a Cristo en sí mismo. En el sentimiento de haber pecado existe algo que es natural y algo que es espiritual. Lo natural consiste en la tristeza, la tribulación, la auto humillación, abatimiento, ansiedad mental. En su misma naturaleza estas cosas no son más que un retirarse del alma dentro de ella misma, con un aborrecimiento de aquello que produce su tristeza y dolor. Detenerse en ese punto es sentarse antes de alcanzar a Cristo para recibir la vida o el consuelo.
No nos equivoquemos. No puede haber un sentimiento evangélico del pecado y la humillación donde no hay una unión con Cristo (Zacarías 12:10). El sentimiento de pecado en sí mismo y en su propia naturaleza, no es suficiente. Cristo es el único descanso para nuestras almas. En cualquier cosa y por cualquier objetivo, detenernos antes de llegar a Él, es perderle.
No es suficiente con ser, por así decirlo "prisioneros de la esperanza", sino que hemos de convertirlo en nuestra fortaleza (Zacarías 9:12). No es suficiente con estar "trabajados y cargados", sino que hemos de "ir a Él" (Mateo 11:28-29). No es suficiente ser débiles y saber que lo somos, sino que hemos de "apropiarnos de la fuerza de Dios" (Isaías 27:5).
De hecho, buscar el perdón es el poder y la vida misma de la humillación cristiana. ¿Cómo sabrá un creyente que su humillación es cristiana y que su tristeza es de acuerdo a Dios? No haciendo como hizo Caín, que clamó porque sus pecados eran más grandes de lo que podía soportar, y luego se apartó de la presencia de Dios; no haciendo como hizo Judas, que se arrepintió pero se colgó; no haciendo como hizo Félix, que tembló por un momento, y luego regresó a sus lujurias; no haciendo como los judíos hicieron, "decayendo por su iniquidad" (Levítico 26:36) por la iniquidad de su corazón; no poniendo sus pensamientos en otras cosas para aliviar nuestra alma de la tribulación; no aferrándose a una justicia propia; no recostándose perezosamente en su confusión; sino que en medio de ello de todo ello se encomienda a sí mismo a Dios en Cristo para recibir perdón y misericordia.
Y es este dirigirse a Dios pidiendo perdón, y no el sentimiento de pecado, lo que da a Dios la gloria por su gracia.
John Owen (1616-1683), The forgiveness of sin
jueves, 20 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La oración privada
Escucha en audio esta meditación puritana aquí
1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar
El cuarto cerrado en oración solitaria es una obligación necesaria y muy provechosa. Hace mucho por el ensanchamiento del corazón. Cuando alguien busca tratar seriamente con Dios, debe buscar retirarse y estar a solas. Cristo en sus agonías se apartó de sus discípulos. Es notable también que cuando Jacob luchó con Dios, se dice que "quedó Jacob solo" (Génesis 32:24). Cuando se propuso en su mente tratar con Dios con gran seriedad, despachó a toda su compañía.
El hipócrita encuentra un gran deslumbrar de dones en sus oraciones públicas, pero es ligero y superficial cuando está a solas con Dios. Normalmente los hijos de Dios pueden derramar sus corazones con más emoción delante de Él en privado. Es ahí donde encuentra que sus afectos son libres para luchar con Dios. Es ahí donde se encuentra la mayor comunión con Dios y el mayor ensanchamiento del corazón. En privado estamos en plena libertad de tratar con Dios con la libertad de un niño.
Así pues ¿omitiremos este deber en el que podemos ser más libres, en el que podemos estar sin ninguna distracción para dejar libre nuestro corazón a Dios? Las experiencias más dulces de los santos de Dios se encuentran cuando están a solas con Él. Sin buscar a Dios a menudo, la vitalidad del alma se pierde. Podemos esperar tanto brotes y cosechas sin sembrar como una gracia viva sin buscar a Dios. Primero echamos a Dios de nuestro cuarto, luego de la familia, y después de un poco, fuera de la congregación. Si omitimos la oración en secreto, algún gran pecado la seguirá. Alguien que está a menudo con Dios no se atreve a ofenderle tan libremente como otros lo hacen. La relación con Dios, por así decirlo, muere por grados. Aunque se olvide cualquier otra cosa, no debemos olvidar a Dios. Dediquemos a Dios un buen tiempo. Tomemos decisiones prudentes nosotros mismos, y consagremos una parte de nuestro tiempo que encaje con nuestras posibilidades, nuestro curso de vida, y de acuerdo a nuestras capacidades y las oportunidades de que dispongamos.
Thomas Manton (1620-1677) - Obras
1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar
El cuarto cerrado en oración solitaria es una obligación necesaria y muy provechosa. Hace mucho por el ensanchamiento del corazón. Cuando alguien busca tratar seriamente con Dios, debe buscar retirarse y estar a solas. Cristo en sus agonías se apartó de sus discípulos. Es notable también que cuando Jacob luchó con Dios, se dice que "quedó Jacob solo" (Génesis 32:24). Cuando se propuso en su mente tratar con Dios con gran seriedad, despachó a toda su compañía.
El hipócrita encuentra un gran deslumbrar de dones en sus oraciones públicas, pero es ligero y superficial cuando está a solas con Dios. Normalmente los hijos de Dios pueden derramar sus corazones con más emoción delante de Él en privado. Es ahí donde encuentra que sus afectos son libres para luchar con Dios. Es ahí donde se encuentra la mayor comunión con Dios y el mayor ensanchamiento del corazón. En privado estamos en plena libertad de tratar con Dios con la libertad de un niño.
Así pues ¿omitiremos este deber en el que podemos ser más libres, en el que podemos estar sin ninguna distracción para dejar libre nuestro corazón a Dios? Las experiencias más dulces de los santos de Dios se encuentran cuando están a solas con Él. Sin buscar a Dios a menudo, la vitalidad del alma se pierde. Podemos esperar tanto brotes y cosechas sin sembrar como una gracia viva sin buscar a Dios. Primero echamos a Dios de nuestro cuarto, luego de la familia, y después de un poco, fuera de la congregación. Si omitimos la oración en secreto, algún gran pecado la seguirá. Alguien que está a menudo con Dios no se atreve a ofenderle tan libremente como otros lo hacen. La relación con Dios, por así decirlo, muere por grados. Aunque se olvide cualquier otra cosa, no debemos olvidar a Dios. Dediquemos a Dios un buen tiempo. Tomemos decisiones prudentes nosotros mismos, y consagremos una parte de nuestro tiempo que encaje con nuestras posibilidades, nuestro curso de vida, y de acuerdo a nuestras capacidades y las oportunidades de que dispongamos.
Thomas Manton (1620-1677) - Obras
lunes, 17 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La conversión y los milagros de Cristo
Escucha esta reflexión en audio aquí
Es muy manifiesto que, casi todos los milagros de Cristo realizados mientras estuvo en la tierra, eran símbolos de su gran obra en la conversión de pecadores, y que la forma en que se obraron esos milagros nos muestra lo instantáneo de la obra de conversión.
De ese modo, cuando sanó al leproso, lo cual representa la sanidad de nuestra lepra espiritual, Él adelantó su mano y lo tocó, y dijo: "quiero; sé limpio", e inmediatamente la lepra fue limpiada. (Ver Mateo 8.3, Marcos 1:42, Lucas 5:13). Igual sucedió al abrir los ojos de los ciegos, lo cual representa como Él abre los ojos de las almas ciegas (Mateo 20:30). Él tocó sus ojos, e inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron. También cuando sanó a los enfermos, lo que representa su sanidad de las enfermedades espirituales, o la conversión, esto fue hecho de manera inmediata. Así fue cuando sanó a la suegra de Simón en Marcos 1:31. La tomó de la mano y la levantó, e inmediatamente la fiebre la dejó, y ella les sirvió. Del mismo modo cuando la mujer con flujo de sangre tocó el borde del manto de Cristo, inmediatamente el flujo se secó (Lucas 8:44), y con la mujer que estaba encorvada con un espíritu de enfermedad. Cuando Cristo puso su mano sobre ella, inmediatamente se irguió y glorificó a Dios (Lucas 13:12-13), lo cual representa la acción sobre el alma por la que Él nos da un corazón recto, y libera nuestras almas para glorificarle. Igual con el hombre del estanque de Betesda, cuando Cristo le ordenó levantarse, tomar su lecho y caminar, él inmediatamente fue sano (Juan 5:8-9). De esa misma forma Cristo expulsó demonios, que representa como quita al diablo la posesión de nuestras almas en la conversión, y fue de esta forma que calmó el viento y las olas, lo que representa cómo somete en la conversión el corazón de los impíos, que es como un mar agitado, que no puede estar quieto; y es así como levantó a los muertos, lo cual representaba cómo resucita las almas muertas.
Lo mismo se confirma por las cosas comparadas con la conversión por las Escrituras. Se compara con una resurrección. Se dice que los hombres naturales estaban muertos, y fueron levantados de entre los muertos cuando se convirtieron por el poder efectivo de Dios. Ahora bien, no hay término medio entre estar vivo y estar muerto. El que está muerto no tiene ninguna vida en él, y el que tiene el más mínimo grado de vida en él está vivo. Cuando un hombre es levantado de los muertos, no es solo que la vida esté en él en un mayor grado de lo que estaba antes, sino que todo es nuevo. La obra de conversión parece compararse con levantar los muertos a la vida precisamente en esto, en lo instantáneo del hecho, en algo que se hace, por así decirlo, al pronunciar una palabra. Como sucede en Juan 5:25 que dice "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". Está hablando aquí de una obra de conversión, como parece claro por el versículo anterior, y por las palabras mismas, que afirman que este levantar de los muertos no es solo algo que haya de venir, sino que ya ha venido.
Inmediatamente antes del llamado los pecadores están muertos, destituidos completamente de la vida, como se aprecia por la expresión "los muertos oirán la voz", e inmediatamente después del llamado, están vivos. Es evidente que la vida acompaña a la palabra, no solo porque se dice que vivirán, sino también porque se dice que oirán su voz. El primer momento en el que tienen alguna vida en ellos es cuando Cristo llama, y lo son tan pronto como son llamados, lo cual queda más claro por lo que observamos antes, es decir, que las Escrituras hablan de ser llamado y convertido como si se tratase de la misma cosa.
Johnathan Edwards (1703-1758), Treatise on grace.
Es muy manifiesto que, casi todos los milagros de Cristo realizados mientras estuvo en la tierra, eran símbolos de su gran obra en la conversión de pecadores, y que la forma en que se obraron esos milagros nos muestra lo instantáneo de la obra de conversión.
De ese modo, cuando sanó al leproso, lo cual representa la sanidad de nuestra lepra espiritual, Él adelantó su mano y lo tocó, y dijo: "quiero; sé limpio", e inmediatamente la lepra fue limpiada. (Ver Mateo 8.3, Marcos 1:42, Lucas 5:13). Igual sucedió al abrir los ojos de los ciegos, lo cual representa como Él abre los ojos de las almas ciegas (Mateo 20:30). Él tocó sus ojos, e inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron. También cuando sanó a los enfermos, lo que representa su sanidad de las enfermedades espirituales, o la conversión, esto fue hecho de manera inmediata. Así fue cuando sanó a la suegra de Simón en Marcos 1:31. La tomó de la mano y la levantó, e inmediatamente la fiebre la dejó, y ella les sirvió. Del mismo modo cuando la mujer con flujo de sangre tocó el borde del manto de Cristo, inmediatamente el flujo se secó (Lucas 8:44), y con la mujer que estaba encorvada con un espíritu de enfermedad. Cuando Cristo puso su mano sobre ella, inmediatamente se irguió y glorificó a Dios (Lucas 13:12-13), lo cual representa la acción sobre el alma por la que Él nos da un corazón recto, y libera nuestras almas para glorificarle. Igual con el hombre del estanque de Betesda, cuando Cristo le ordenó levantarse, tomar su lecho y caminar, él inmediatamente fue sano (Juan 5:8-9). De esa misma forma Cristo expulsó demonios, que representa como quita al diablo la posesión de nuestras almas en la conversión, y fue de esta forma que calmó el viento y las olas, lo que representa cómo somete en la conversión el corazón de los impíos, que es como un mar agitado, que no puede estar quieto; y es así como levantó a los muertos, lo cual representaba cómo resucita las almas muertas.
Lo mismo se confirma por las cosas comparadas con la conversión por las Escrituras. Se compara con una resurrección. Se dice que los hombres naturales estaban muertos, y fueron levantados de entre los muertos cuando se convirtieron por el poder efectivo de Dios. Ahora bien, no hay término medio entre estar vivo y estar muerto. El que está muerto no tiene ninguna vida en él, y el que tiene el más mínimo grado de vida en él está vivo. Cuando un hombre es levantado de los muertos, no es solo que la vida esté en él en un mayor grado de lo que estaba antes, sino que todo es nuevo. La obra de conversión parece compararse con levantar los muertos a la vida precisamente en esto, en lo instantáneo del hecho, en algo que se hace, por así decirlo, al pronunciar una palabra. Como sucede en Juan 5:25 que dice "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". Está hablando aquí de una obra de conversión, como parece claro por el versículo anterior, y por las palabras mismas, que afirman que este levantar de los muertos no es solo algo que haya de venir, sino que ya ha venido.
Inmediatamente antes del llamado los pecadores están muertos, destituidos completamente de la vida, como se aprecia por la expresión "los muertos oirán la voz", e inmediatamente después del llamado, están vivos. Es evidente que la vida acompaña a la palabra, no solo porque se dice que vivirán, sino también porque se dice que oirán su voz. El primer momento en el que tienen alguna vida en ellos es cuando Cristo llama, y lo son tan pronto como son llamados, lo cual queda más claro por lo que observamos antes, es decir, que las Escrituras hablan de ser llamado y convertido como si se tratase de la misma cosa.
Johnathan Edwards (1703-1758), Treatise on grace.
sábado, 15 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Reflexiones sobre Cristo
Escucha esta reflexión en audio aquí
En Cristo no hay solo suficiencia, sino una cierta redundancia que es como el desbordar de un río.
Cristo nunca se siente como algo dulce hasta que el pecado se siente como algo amargo, y no es descanso hasta que el hombre siente que el pecado es una carga.
La tentación para Cristo, era como lanzar un gancho en un espejo, que no se queda agarrado. Su vida era más pura que los rayos de sol.
Si estamos en Cristo mientras vivimos, iremos con Cristo cuando muramos. La unión es el fundamento de este privilegio, por tanto hemos de estar en Cristo antes de estar con Cristo.
La plenitud que está en Cristo es como la luz en el sol; habita allí, y nunca falta. Las riquezas de la deidad están en Él, y la comunicación de su bendita plenitud es lo que satisface el alma.
Jesucristo es una bendición incomprensible. Todo lo que Dios pueda requerir como satisfacción o lo que podamos necesitar para salvación, se encuentra en Cristo. Su nombre es la música más dulce para el oído cristiano, y su sangre el bálsamo más precioso para el corazón de sus seguidores.
Cristo murió por nuestra promoción; sufrió para que nosotros podamos reinar. Se colgó de la cruz para que nosotros podamos sentarnos en el trono; su crucifixión es nuestra coronación.
En la muerte de Cristo, "las rocas se partieron" (Mateo 27:51). El no verse afectado por el amor de Cristo al morir, es tener un corazón más duro que las rocas.
Cuando las flechas de la oración de un santo se ponen en el arco de la intercesión de Cristo, estas penetran los mismos cielos. Fue amor en Dios Padre enviar a Cristo, y amor en Cristo que viniese a encarnarse. Cuando Cristo asumió nuestra naturaleza humana, fue tanto una obra maestra de sabiduría como un monumento a la gracia libre.
Cristo es tal mina de oro de sabiduría, gracia y gloria, que ni los santos ni los ángeles podrán jamás agotar su profundidad; hay tanto dulzura como plenitud. Un cristiano no necesita lo necesario, en Cristo tiene riquezas inescrutables.
La divinidad al completo sería algo terrible de contemplar. No podríamos verla y vivir; pero Jesús, al revestirse con humanidad, hace que la naturaleza divina sea algo hermoso y encantador de contemplar.
Cristo endulza todas nuestras comodidades, y santifica todas nuestras cruces.
Un mendigo puede contemplar la gloria de un rey y no ser feliz; pero la gloria de Cristo será nuestra "seremos semejantes a Él" (1 Juan 3:2).
El pan satisface el cuerpo; del mismo modo Jesucristo, el Pan de Vida, satisface el alma: Satisface la mente con confianza, el corazón con afecto, y la conciencia con paz.
Thomas Watson (1620 – 1686), Puritan Gems
En Cristo no hay solo suficiencia, sino una cierta redundancia que es como el desbordar de un río.
Cristo nunca se siente como algo dulce hasta que el pecado se siente como algo amargo, y no es descanso hasta que el hombre siente que el pecado es una carga.
La tentación para Cristo, era como lanzar un gancho en un espejo, que no se queda agarrado. Su vida era más pura que los rayos de sol.
Si estamos en Cristo mientras vivimos, iremos con Cristo cuando muramos. La unión es el fundamento de este privilegio, por tanto hemos de estar en Cristo antes de estar con Cristo.
La plenitud que está en Cristo es como la luz en el sol; habita allí, y nunca falta. Las riquezas de la deidad están en Él, y la comunicación de su bendita plenitud es lo que satisface el alma.
Jesucristo es una bendición incomprensible. Todo lo que Dios pueda requerir como satisfacción o lo que podamos necesitar para salvación, se encuentra en Cristo. Su nombre es la música más dulce para el oído cristiano, y su sangre el bálsamo más precioso para el corazón de sus seguidores.
Cristo murió por nuestra promoción; sufrió para que nosotros podamos reinar. Se colgó de la cruz para que nosotros podamos sentarnos en el trono; su crucifixión es nuestra coronación.
En la muerte de Cristo, "las rocas se partieron" (Mateo 27:51). El no verse afectado por el amor de Cristo al morir, es tener un corazón más duro que las rocas.
Cuando las flechas de la oración de un santo se ponen en el arco de la intercesión de Cristo, estas penetran los mismos cielos. Fue amor en Dios Padre enviar a Cristo, y amor en Cristo que viniese a encarnarse. Cuando Cristo asumió nuestra naturaleza humana, fue tanto una obra maestra de sabiduría como un monumento a la gracia libre.
Cristo es tal mina de oro de sabiduría, gracia y gloria, que ni los santos ni los ángeles podrán jamás agotar su profundidad; hay tanto dulzura como plenitud. Un cristiano no necesita lo necesario, en Cristo tiene riquezas inescrutables.
La divinidad al completo sería algo terrible de contemplar. No podríamos verla y vivir; pero Jesús, al revestirse con humanidad, hace que la naturaleza divina sea algo hermoso y encantador de contemplar.
Cristo endulza todas nuestras comodidades, y santifica todas nuestras cruces.
Un mendigo puede contemplar la gloria de un rey y no ser feliz; pero la gloria de Cristo será nuestra "seremos semejantes a Él" (1 Juan 3:2).
El pan satisface el cuerpo; del mismo modo Jesucristo, el Pan de Vida, satisface el alma: Satisface la mente con confianza, el corazón con afecto, y la conciencia con paz.
Thomas Watson (1620 – 1686), Puritan Gems
viernes, 14 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - La seguridad y felicidad en Dios
Escucha aquí esta reflexión en audio
Ciertamente Dios ha ocultado misericordiosamente a nuestra curiosidad la mayoría de las cosas que han de suceder. Porque, por un lado, si pudiésemos visionar una gran prosperidad, estaríamos tentados a un exceso de orgullo y regocijo, y por otra parte, si alguien utilizando su razonamiento y facultad para entender pudiese, por medio de alguna óptica secreta, ver de un vistazo todas las aflicciones que le están por suceder en el mundo ¿cómo no languidecería su vida? Algo así lo haría mantenerse constantemente en la palestra, y le haría sufrir en todo momento lo que está por venir, cuando es algo que solo debería ser soportado una vez.
Sin embargo, aunque la mayoría de las cosas del futuro están ocultas, muy a menudo nos hacemos tristes imaginaciones de males que se acercan y despiertan nuestros miedos. ¿Cuántas tempestades y naufragios no sufren los hombres en tierra firme, al sospechar calamidades que nunca llegan?
Los temores imaginarios funcionan como si fuesen reales, y producen sustanciales tristezas. Ahora bien, ¿Cómo puede una criatura tan dubitativa y poco firme como el ser humano, no tener angustia interior en medio de circunstancias que están sujetas, a cada minuto, a las leyes del cambio? ¿Qué es lo que puede darle tranquilidad y reposo, en su mejor condición, sino una seguridad de que nada le sucederá que no esté de acuerdo a la voluntad, llena de gracia, y el consejo sabio de Dios? ¿Qué es lo que puede aliviar nuestras penas sino la divina bondad que está tiernamente inclinada a socorrernos?
"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra" (Salmos 121:2). "Porque sol y escudo es el Señor Dios" (Salmos 84:11). Él es suficiente para suplir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos. Como el sol que da vida y gozo a todo el mundo, y así hubiese mil leones u otro tipo de seres o individuos en él, su luz y calor es suficiente para todos, del mismo modo la bondad divina puede suplirnos con toda cosa buena a nosotros, y a diez mil mundos más.
Su poder puede asegurarnos sus favores, y prevenir problemas, o, lo que es aún más admirable, hacer que esos problemas sean beneficiosos y que sirvan a nuestra felicidad. Él es un refugio seguro, un santuario inviolable al que podemos retirarnos en todas nuestras necesidades. Su omnipotencia es dirigida por una sabiduría inerrante, y motivada por un amor infinito, por el bien de aquellos que fielmente le obedecen. Una humilde confianza en Él nos libera de ansiedades, preserva firmemente un temperamento pacífico en medio de las tormentas. Esto produce una superioridad de espíritu, un verdadero imperio de la mente sobre todo lo externo.
Lo que era la vana jactancia de los filósofos, el que, por el poder de la razón, podían hacer que todos los accidentes contribuyesen a su felicidad, es el privilegio real que obtenemos de una confianza regular en Dios, quien dirige y ordena todas las cosas que suceden para el bien eterno de sus siervos. En las peores circunstancias, podemos regocijarnos en esperanza, en una cierta y tranquila expectativa de algún suceso bendito. Incluso en la misma muerte somos más que vencedores. "Oh, Señor de los ejércitos, dichoso es el hombre que confía en ti" (Salmos 84:12).
William Bates, Obras.
Ciertamente Dios ha ocultado misericordiosamente a nuestra curiosidad la mayoría de las cosas que han de suceder. Porque, por un lado, si pudiésemos visionar una gran prosperidad, estaríamos tentados a un exceso de orgullo y regocijo, y por otra parte, si alguien utilizando su razonamiento y facultad para entender pudiese, por medio de alguna óptica secreta, ver de un vistazo todas las aflicciones que le están por suceder en el mundo ¿cómo no languidecería su vida? Algo así lo haría mantenerse constantemente en la palestra, y le haría sufrir en todo momento lo que está por venir, cuando es algo que solo debería ser soportado una vez.
Sin embargo, aunque la mayoría de las cosas del futuro están ocultas, muy a menudo nos hacemos tristes imaginaciones de males que se acercan y despiertan nuestros miedos. ¿Cuántas tempestades y naufragios no sufren los hombres en tierra firme, al sospechar calamidades que nunca llegan?
Los temores imaginarios funcionan como si fuesen reales, y producen sustanciales tristezas. Ahora bien, ¿Cómo puede una criatura tan dubitativa y poco firme como el ser humano, no tener angustia interior en medio de circunstancias que están sujetas, a cada minuto, a las leyes del cambio? ¿Qué es lo que puede darle tranquilidad y reposo, en su mejor condición, sino una seguridad de que nada le sucederá que no esté de acuerdo a la voluntad, llena de gracia, y el consejo sabio de Dios? ¿Qué es lo que puede aliviar nuestras penas sino la divina bondad que está tiernamente inclinada a socorrernos?
"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra" (Salmos 121:2). "Porque sol y escudo es el Señor Dios" (Salmos 84:11). Él es suficiente para suplir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos. Como el sol que da vida y gozo a todo el mundo, y así hubiese mil leones u otro tipo de seres o individuos en él, su luz y calor es suficiente para todos, del mismo modo la bondad divina puede suplirnos con toda cosa buena a nosotros, y a diez mil mundos más.
Su poder puede asegurarnos sus favores, y prevenir problemas, o, lo que es aún más admirable, hacer que esos problemas sean beneficiosos y que sirvan a nuestra felicidad. Él es un refugio seguro, un santuario inviolable al que podemos retirarnos en todas nuestras necesidades. Su omnipotencia es dirigida por una sabiduría inerrante, y motivada por un amor infinito, por el bien de aquellos que fielmente le obedecen. Una humilde confianza en Él nos libera de ansiedades, preserva firmemente un temperamento pacífico en medio de las tormentas. Esto produce una superioridad de espíritu, un verdadero imperio de la mente sobre todo lo externo.
Lo que era la vana jactancia de los filósofos, el que, por el poder de la razón, podían hacer que todos los accidentes contribuyesen a su felicidad, es el privilegio real que obtenemos de una confianza regular en Dios, quien dirige y ordena todas las cosas que suceden para el bien eterno de sus siervos. En las peores circunstancias, podemos regocijarnos en esperanza, en una cierta y tranquila expectativa de algún suceso bendito. Incluso en la misma muerte somos más que vencedores. "Oh, Señor de los ejércitos, dichoso es el hombre que confía en ti" (Salmos 84:12).
William Bates, Obras.
jueves, 13 de julio de 2017
Meditaciones Puritanas - Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?
Escucha en audio esta Meditación Puritana
Romanos 8:31
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
No te desanimes por las dificultades y oposiciones que se pondrán frente a ti cuando comiences a caminar resueltamente con Dios. Los desánimos hacen que muchos se aparten de la fe, y producen una gran tentación a abandonar en muchos jóvenes que comienzan.
El pueblo de Israel, cuando estaba en el desierto, estaba listo para retirarse hacia Egipto. Dios mismo hará que sus siervos y sus gracias sean probados y ejercitados por las dificultades, y Satanás se apresurará a levantar tormentas frente a nosotros tan pronto como nos embarquemos al mar. Pero Dios está de tu lado y tiene a todos tus enemigos en su mano, y puede reprenderlos o destruirlos en un instante. ¡Oh! ¿Qué es el aliento, o la furia del polvo o de los demonios contra el Señor Todopoderoso? En el día en que entraste en un pacto con Dios, y Él contigo, entraste en la fortaleza y roca más inexpugnable, y te pusiste a cubierto en un castillo de defensa en el que, conservando la modestia, puedes desafiar todos los poderes adversos de la tierra o del infierno.
Si Dios no puede salvarte, entonces no es Dios. Y si no te salva, debe romper su pacto. Ciertamente, Él puede decidir salvarte, no de la aflicción y la persecución, sino en medio de ella ¡una y otra vez! Pero en medio de estas cosas serás "más que vencedor por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37). Es mucho más deseable y excelente vencer mediante la paciencia, sufriendo por Cristo, que vencer a nuestros perseguidores en el campo de batalla, por la fuerza de las armas. Oh, piensa en las jactancias triunfantes de los santos en su Dios: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmos 46:1).
Si el mundo entero estuviese de tu lado, todavía tendrías motivos para temer. ¡Pero tener a Dios de tu lado es infinitamente más! Cristo, el capitán de tu salvación, ha recorrido este camino antes que tú, ¡y ahora está luchando para hacer de ti un vencedor! No tengas temor cuando Cristo está abriendo el camino.¡ No te eches atrás cuando veas sus pasos y su sangre!
Richard Baxter en, A Christian Directory (Un directorio cristiano)
Romanos 8:31
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
No te desanimes por las dificultades y oposiciones que se pondrán frente a ti cuando comiences a caminar resueltamente con Dios. Los desánimos hacen que muchos se aparten de la fe, y producen una gran tentación a abandonar en muchos jóvenes que comienzan.
El pueblo de Israel, cuando estaba en el desierto, estaba listo para retirarse hacia Egipto. Dios mismo hará que sus siervos y sus gracias sean probados y ejercitados por las dificultades, y Satanás se apresurará a levantar tormentas frente a nosotros tan pronto como nos embarquemos al mar. Pero Dios está de tu lado y tiene a todos tus enemigos en su mano, y puede reprenderlos o destruirlos en un instante. ¡Oh! ¿Qué es el aliento, o la furia del polvo o de los demonios contra el Señor Todopoderoso? En el día en que entraste en un pacto con Dios, y Él contigo, entraste en la fortaleza y roca más inexpugnable, y te pusiste a cubierto en un castillo de defensa en el que, conservando la modestia, puedes desafiar todos los poderes adversos de la tierra o del infierno.
Si Dios no puede salvarte, entonces no es Dios. Y si no te salva, debe romper su pacto. Ciertamente, Él puede decidir salvarte, no de la aflicción y la persecución, sino en medio de ella ¡una y otra vez! Pero en medio de estas cosas serás "más que vencedor por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37). Es mucho más deseable y excelente vencer mediante la paciencia, sufriendo por Cristo, que vencer a nuestros perseguidores en el campo de batalla, por la fuerza de las armas. Oh, piensa en las jactancias triunfantes de los santos en su Dios: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmos 46:1).
Si el mundo entero estuviese de tu lado, todavía tendrías motivos para temer. ¡Pero tener a Dios de tu lado es infinitamente más! Cristo, el capitán de tu salvación, ha recorrido este camino antes que tú, ¡y ahora está luchando para hacer de ti un vencedor! No tengas temor cuando Cristo está abriendo el camino.¡ No te eches atrás cuando veas sus pasos y su sangre!
Richard Baxter en, A Christian Directory (Un directorio cristiano)
martes, 11 de julio de 2017
Bendecir y orar por los hijos. 12 Promesas para pedirle a Dios
Por Mark Altrogge
Dios no garantiza que automáticamente salvará a nuestros hijos, pero nos da muchas promesas para inspirarnos a orar y tener fe en que serán contestadas.
Con frecuencia reviso estas promesas de Dios y las utilizo como trampolín para orar por mis descendientes.
Por ejemplo
Puedo orar: "Señor Jesús, Tú has prometido a tu pueblo que todos nuestros hijos serían enseñados por el Señor. ¡Hazlo por favor! te ruego que te reveles a todos mis hijos, nietos y descendiente, y los lleves a la paz contigo a través de tu sangre".
Considera el uso de las siguientes promesas para orar por tus hijos:
No dejemos de orar por nuestros hijos hasta el día que nos vayamos a casa con el Señor. Incluso si no los vemos ser salvos mientras vivamos, Dios todavía puede salvarlos después. Aunque el Señor no garantiza que sean salvos, Él promete escuchar nuestras oraciones, promete que la oración del justo es poderosa y efectiva, y nos da buenas razones para creer que su deseo es que se salven familias completas.
Traducido de un texto en: http://www.biblestudytools.com/blogs/mark-altrogge/12-promises-every-parent-should-ask-god-to-fulfill.html
Dios no garantiza que automáticamente salvará a nuestros hijos, pero nos da muchas promesas para inspirarnos a orar y tener fe en que serán contestadas.
Con frecuencia reviso estas promesas de Dios y las utilizo como trampolín para orar por mis descendientes.
Por ejemplo
Isaías 54:13
Y todos tus hijos serán enseñados por el Señor; y se multiplicará la paz de tus hijos
Puedo orar: "Señor Jesús, Tú has prometido a tu pueblo que todos nuestros hijos serían enseñados por el Señor. ¡Hazlo por favor! te ruego que te reveles a todos mis hijos, nietos y descendiente, y los lleves a la paz contigo a través de tu sangre".
Considera el uso de las siguientes promesas para orar por tus hijos:
Isaías 59:21
Y este será mi pacto con ellos, dijo el Señor: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo el Señor, desde ahora y para siempre.
Salmos 102:28
Los hijos de tus siervos habitarán seguros, Y su descendencia será establecida delante de ti.
Salmos 112:1-2
1 ¡Aleluya! Bienaventurado el hombre que teme al Señor, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. 2 Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.
Isaías 44:3-5
3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. 5 Este dirá: Yo soy de el Señor; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: Al Señor, y se apellidará con el nombre de Israel.
Isaías 61:8-9
8 ...haré con ellos pacto perpetuo.9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de el Señor.
Isaías 65:23
No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de el Señor, y sus descendientes con ellos.
Proverbios 20:7
Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos después de él.
Proverbios 14:26
En el temor de el Señor está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
Jeremías 32:39
Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
Deuteronomio 4:40
Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.
Hechos 16:31-33
31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
No dejemos de orar por nuestros hijos hasta el día que nos vayamos a casa con el Señor. Incluso si no los vemos ser salvos mientras vivamos, Dios todavía puede salvarlos después. Aunque el Señor no garantiza que sean salvos, Él promete escuchar nuestras oraciones, promete que la oración del justo es poderosa y efectiva, y nos da buenas razones para creer que su deseo es que se salven familias completas.
Traducido de un texto en: http://www.biblestudytools.com/blogs/mark-altrogge/12-promises-every-parent-should-ask-god-to-fulfill.html
Suscribirse a:
Entradas (Atom)