Romanos 4:20: "Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios".
Queremos que Dios sea glorificado cuando buscamos santidad y amor, pero Dios no será glorificado a menos que nuestra búsqueda esté impulsada por la fe en sus promesas.
Dios se reveló a si mismo en total plenitud a través de Jesucristo, que como dice Romanos 4:25, fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Dios se glorifica más cuando abrazamos sus promesas con una firmeza llena de gozo, porque estas promesas fueron compradas con la sangre de su Hijo.
Dios es honrado cuando nos humillamos por nuestra debilidad y nuestros fallos, y cuando confiamos en que Él nos enviará gracia futura, como implica Romanos 4:20. Así que, a menos que aprendamos a vivir por fe en la gracia futura, puede que realicemos rigores religiosos extraordinarios, pero no será para la gloria de Dios.
Él se glorifica cuando el poder para ser santo viene de una fe humilde en la gracia futura.
Martín Lutero dijo: "[La fe] honra a aquel en quien confía con la más reverente y alta consideración, ya que lo considera verdadero y digno de confianza". El dador en quien confiamos es el que se lleva la gloria.
Nuestro deseo ha de ser aprender a vivir para honrar a Dios. Y esto significa vivir por fe en la gracia que vendrá, lo cual quiere decir luchar contra la incredulidad allá donde asome su cabeza.
https://www.youtube.com/watch?v=RmNXH7OF0h8
Traducido de: http://solidjoys.desiringgod.org/en/devotionals/faith-honors-him-whom-it-trusts
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