El versículo de hoy es un clásico que nos habla acerca de un principio que se encuentra por todas las Escrituras: el de nuestra actitud hacia el dinero. Al referirse al amor al dinero, Pablo está hablando del pecado de la codicia. La codicia es una ofensa seria a los ojos de Dios, y eso quiere decir que deberíamos querer de todo corazón tener victoria sobre este pecado. Podemos comenzar a tener esa victoria reconociendo los signos que nos advierten de que tenemos codicia o amor al dinero.
Existen por lo menos cinco síntomas en nuestras actitudes que revelan la codicia en nuestra vida.
Primero: Si de verdad eres un amante del dinero, estarás más preocupado de ganarlo que de poner un esfuerzo honesto y de calidad en todo lo que haces. Los creyentes deben buscar la verdad y la excelencia en primer lugar, y Dios se encargará de que reciban las recompensas monetarias adecuadas.
Segundo: Si eres codicioso, siempre sentirás que no tienes suficiente dinero. Tu actitud será siempre la de las hijas de la sanguijuela que en Proverbios 30:15 dicen siempre "¡Dame!, ¡Dame!".
Tercero: Si amas el dinero, tenderás a hacer ostentación de las cosas que puede comprar. Te sentirás indebidamente inclinado a mostrar la ropa, el coche o la camioneta nueva, o la nueva casa que acabas de comprar.
Cuarto: Si eres esclavo de la codicia, te dolerá dar dinero para apoyar las buenas causas o para ayudar a otras personas. Más bien querrás guardarlo todo para gastarlo en tus propios deseos egoístas.
Finalmente, si estás enamorado del dinero, es probable que peques para obtener más. Eso incluye que harás trampas en tu declaración de impuestos o que estafarás a tus clientes.
Si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (ver Deuteronomio 6:4-5 y Mateo 22:35-38), ninguno de estos síntomas será un obstáculo para buscar al Señor. Es por eso que Jesús decía en Mateo 6:24 que no podemos amar a Dios y a las riquezas.
Sugerencia de oración:
Ora pidiendo que Dios haga que para ti sea tan débil la atracción del dinero, que nunca llegues a ser esclavo de la codicia.
Para luchar contra la codicia:
Escribe y memoriza Filipenses 4:11: "No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación". Lleva este versículo contigo, y recítalo para contrarrestar los pensamientos de codicia e insatisfacción que surjan periódicamente.
Traducido de: https://www.gty.org/resources/devotionals/strength-for-today
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