La gente se desilusiona con la Iglesia por muchas razones, que son entendibles. Podría hacerse una larga lista: conflictos, heridas, hipocresía, negligencia, insignificancias, legalismo, y otros pecados.
En lugar de impresionarnos o sorprendernos, debemos recordar que la Iglesia está hecha de pecadores reales, incluidos nosotros mismos. Al ser pecadores, nos hacemos daño. Unas veces intencionadamente y otras sin intención. Pero en lugar de abandonar la iglesia, necesitamos quedarnos y solucionarlo si es posible. La reconciliación, y no el huir, es el camino a un carácter más fuerte y un compañerismo más profundo.
Divorciarte de tu iglesia al primer signo de desconformidad o desilusión es un signo de inmadurez. Dios tiene cosas que quiere enseñarte a ti y a otros también. Además, no existe una iglesia perfecta a la que escapar. Cada iglesia tiene su propio conjunto de debilidades y problemas, y pronto volverás a estar inconforme.
Groucho Marx era famoso por decir que no querría pertenecer a un club que lo aceptase como miembro. Si una iglesia tiene que ser perfecta para satisfacerte, esa misma perfección te excluirá...¡porque tú mismo no eres perfecto!
Dietrich Bonhoeffer, el pastor de Alemania que fue martirizado por resistir a los Nazis, escribió un libro clásico sobre el compañerismo "Life Together (vida juntos)". En él, sugiere que las desilusiones en nuestra iglesia local son buenas porque destruyen nuestras falsas expectativas de perfección.
Cuanto más pronto dejamos la ilusión de que la Iglesia debe ser perfecta para amarla, más pronto dejaremos de aparentar y comenzaremos a admitir que todos somos imperfectos y necesitamos la Gracia. Ese es el principio de una verdadera comunidad.
Todas las iglesias podrían poner un letrero "No se necesita gente perfecta. Este lugar es sólo para aquellos que admiten ser pecadores, necesitados de Gracia, y que quieren crecer."
Rick Warren - "The purpose driven life"
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