"En Escocia, a nueve millas de Glasgow, hay una gran casa, un monumento nacional a David Livingstone. Allí hay un modelo que muestra como era el cuarto donde murió, el lugar en el que oró durante años y años. Es una casa como las de la India, hecha de bambú y con hojas cosidas. Y allí estaba, arrodillado sobre la cama (si puede llamarse así a dos palos de bambú con algunas hojas encima), con la llama de una vela temblando cerca de él. Decían que cada noche el se arrodillaba en esa cama y lo escuchaban clamar con sus manos levantadas: "Dios ¿cuándo serán sanadas las heridas del pecado de este mundo?"
Él luchó contra los tratantes de esclavos Portugueses. Hizo muchas, muchísimas cosas maravillosas. ¿Por qué? Porque tenía su Getsemaní particular. Su preciosa esposa murió y la tuvo que enterrar en la jungla junto con el hijo que llevaba, al lado de su madre. También otro hijo que tuvo murió, y lo enterró.
Pero la tristeza no cambió su celo por Dios, sino que añadió combustible a la llama. "El diablo está intentando robarme, el diablo está intentando obstaculizarme", decía, y trabajaba aún con más ahínco. Oró más de lo que había orado nunca. Decían que noche tras noche su voz hacía eco a través del bosque, "Oh Dios ¿cuándo serán sanadas las heridas del pecado de este mundo?"
- Leonard Ravenhill
Traducido de http://www.leonard-ravenhill.com/thoughts-on-the-life-of-david-livingstone/233.html
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