domingo, 27 de agosto de 2017

Meditaciones Puritanas - Un remedio contra la vanidad del pensamiento

Hemos de adornar y enriquecer nuestro corazón con una buena provisión de conocimiento santificado y celestial sobre las verdades dadas por Dios. El "buen hombre" tiene un "buen tesoro" en su corazón, como nos indica Mateo 12:35. Es decir, una buena persona tiene todas las gracias, muchas verdades preciosas que son como el oro en el mineral, y sus pensamientos, como una prensa, acuñan ese oro convirtiéndolo en monedas que salen en forma de palabras "un buen hombre, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno". Pero si no existen minas de verdades preciosas escondidas en nuestros corazones, no es de sorprenderse que nuestros pensamientos no produzcan más que escoria, espuma y vanidad. Cuando esto sucede, nos faltan los materiales de los cuales ha de alimentarse la mente. Un hombre malo, como dice Salomón, siempre está forjando, acuñando y produciendo impiedad y males (Proverbios 6:14).

Si un hombre tiene almacenado conocimiento natural, pero carece de conocimiento espiritual, puede producir muy buenos discursos en compañía de otros, pero cuando esté solo sus pensamientos no se centrarán en cosas buenas. Tomemos un lugar en las Escrituras, como Deuteronomio 6:6-7, que nos muestra como poner la Palabra en el corazón, conversar en ella, y obtener conocimiento de ella, es un medio eficaz para mantener nuestros pensamientos bien ejercitados cuando estamos solos. Porque se dice que la razón por la que la ley ha de ponerse en el corazón es que podamos enseñarla a otros (Deuteronomio 11:18-20). Pero notemos que también es para que podamos tenerla con nosotros cuando estamos retirados y a solas, "estas mis palabras", dice, estarán contigo "andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes".

Cuando alguien cabalga, o camina, o se acuesta, o se levanta (que son normalmente nuestros tiempos más retirados para pensar y se gastan completamente en eso), incluso entonces, Él dice que debemos hablar de la palabra. Y como aquel que está solo no se puede decir que hable, este hablar debe significar una conversación externa con otros. Pero si no tenemos alguien que nos acompañe, entones hablemos la palabra a nosotros mismos, porque los pensamientos son el habla de la mente. Comparando Proverbios 6:22 con esto, parece que Salomón nos exhorta al mismo deber de ligar la palabra al corazón con una motivación que es el fruto que se obtiene de ello: Que, cuando estemos despiertos, la palabra nos hablará a nosotros, es decir, al pensar en ella, hablará con nosotros cuando estemos solos. No necesitamos un compañero mejor; ella nos dirá y sugerirá algo en todo momento.

Thomas Goodwin (1600-1800), The Vanity of Thoughts

jueves, 17 de agosto de 2017

Meditaciones Puritanas - Más que vencedores

Romanos 8:37

"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó"

El creyente ha de perseverar en su camino cristiano hasta el final de su vida. Sabemos de muchos que han entrado al campo y les ha gustado el trabajo de soldado durante una o dos batallas, pero pronto han tenido suficiente y han vuelto corriendo a casa. Ciertamente hay muchos que dicen ser cristianos y pocos cristianos; muchos que corren y pocos que obtienen, muchos que entran al campo de batalla contra Satanás, y pocos que salen de él victoriosos. Pocos tienen el coraje y resolución para luchar con las dificultades que se encuentran en el camino.

El pueblo de Israel salió gozoso de Egipto, pero cuando sus estómagos sintieron punzadas de hambre, se dispusieron a huir de su causa y realizar una deshonrosa retirada hacia Egipto. Muchos que profesean el evangelio fallan a la hora de perseverar cuando llegan los problemas, y sus corazones les fallan. ¡Oh, cuántos se apartan de Cristo en esta encrucijada! No digas que tienes sangre real corriendo por tus venas, y que eres nacido de Dios, a menos que puedas probar tu linaje mediante este espíritu heroico, atreverte a ser santo a pesar de los hombres y los demonios. Que visión más desafortunada es ver a un pecador valiente y a un santo temeroso, el uno resuelto a ser impío, y al cristiano dudando en su santo camino, ver al infierno guardar el terreno mientras los santos esconden sus colores por vergüenza.

¡Tomad ánimo santos, y sed fuertes! vuestra causa es buena. Dios mismo adopta vuestra disputa. Él os dirigirá con coraje, y os sacará con honores. Él vivió y murió por vosotros. No hay nadie como Él para tener misericordia y ternura con sus soldados. Cristo derramó su sangre como bálsamo para sanar nuestras heridas. Nunca volvió su cabeza al peligro, ¡ni siquiera cuando la malicia del infierno y la justicia del cielo se presentaron contra Él en el campo de batalla! El conflicto de unos pocos días se verá coronado con la gloria del cielo. En una palabra, cristianos, ¡cada hazaña de fe produce un clamor en el cielo, mientras escapáis de las manos de vuestro enemigo!

William Gurnall (1617-1679), The Christian Complete Armour.

lunes, 7 de agosto de 2017

Meditaciones Puritanas - Aprendiendo lo espiritual

Filipenses 4:11

...he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación

Estas palabras: "He aprendido" implican dificultad. Muestran lo difícil que resultó al apóstol Pablo llegar al contentamiento de la mente; no fue algo implícito en su naturaleza. San Pablo no llegó a ello de forma natural, sino que tuvo que aprenderlo. Le costó muchas oraciones y lágrimas, y fue algo que el Espíritu le enseñó.

De ahí obtenemos esta doctrina: Las cosas buenas cuestan esfuerzo. El asunto de la fe no es tan fácil como la mayoría imaginan. Ciertamente no se necesita enseñar a un hombre a pecar, esto es algo natural (Como vemos en el Salmo 58:3), y por tanto, fácil. Brota como el agua lo hace desde una fuente. Es algo fácil ser malvado, y el infierno puede ser alcanzado sin esfuerzo. El oficio del pecado no necesita aprenderse, pero el arte del contentamiento divino no se logra sin labor: "He aprendido".

Existen dos motivos por los que se ha de emplear tanto estudio y ejercicio. Primero porque lo espiritual va contra la naturaleza. Todo en nuestra relación con Dios está en las antípodas de la naturaleza. Hay dos cosas en la religión que están contra la naturaleza: En primer lugar los asuntos de la fe, ya que para los hombres, ser justificados por la justicia de otro, convertirse en necios para ser sabios, o salvar todo a través de perderlo todo, está contra la naturaleza. En segundo lugar están los asuntos de la práctica, como la auto negación. Para una persona negar su propia sabiduría, verse a sí mismo como ciego, renunciar a su propia voluntad y fundirla en la voluntad de Dios, sacarse el ojo derecho, crucificar su pecado favorito, y las mentiras, todo ello está cercano a su corazón. Para una persona el estar muerta al mundo, en medio de abundantes necesidades, tomar la cruz y seguir a Cristo, no solo por sendas doradas, sino también sangrientas, el abrazar la fe cuando esta va vestida de ropas oscuras y todas las joyas del honor y la preferencia le han sido arrancadas, es algo que va contra la naturaleza, y, por tanto, ha de aprenderse.

Segundo, porque las cosas espirituales están por encima de la naturaleza. Existen cosas en la naturaleza que son difíciles de averiguar, como lo es la causa de las cosas, que no puede aprenderse sin estudio. Aristóteles, un gran filósofo que algunos equipararon con un águila bajada de las nubes, no pudo averiguar el movimiento del río Euripo, y se lanzó a él. ¿Cómo será entonces con las cosas divinas que están en una esfera superior a la naturaleza y por encima de toda disquisición humana? ¿Qué sucederá con cosas tales como la Trinidad, la unión hipostática, el misterio de la fe y el de creer contra esperanza? Solo el Espíritu de Dios puede encender una luz en esto. El apóstol llama a esto "las cosas profundas de Dios". El Evangelio está lleno de joyas, pero estas están cerradas a los sentidos y a la razón.

Roguemos al Espíritu de Dios que nos enseñe, debemos ser enseñados divinamente. El eunuco podía leer, pero no pudo entender la palabra hasta que Felipe se unió a su carruaje (Hechos 8:29). El Espíritu de Dios ha de unirse a nuestro carruaje. Él debe enseñarnos, o no podemos aprender. Como dice Isaías 54:13 "todos serán enseñados por el Señor".

Hagamos de esta nuestra oración: Señor, sopla tu Espíritu en tu palabra.

Thomas Watson (1620-1686), The Art of Divine Contentment: An Exposition of Philippians 4:11