jueves, 7 de enero de 2016

Seis pasos para superar la obesidad con Cristo

Por Perry Noble

Siempre tuve una lucha por bajar de peso. Era el "chico gordo" de la escuela, y seguí siéndolo hasta mi primer año en el instituto. Recuerdo una visita al doctor cuando subí a la báscula y pesaba 127 kg. Recuerdo cuando tuve que encargar un traje enorme con pantalones de talla 50. También recuerdo una vez que tuve que comprar dos puestos para la montaña rusa en un parque de atracciones porque no cabía en uno solo.Me sentía derrotado.

Una de las realidades que siempre me tengo que recordar es 2 Corintios 5:17: En Cristo soy una nueva creación, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas.

Antes de comenzar a escribir, dejadme deciros que este artículo puede ser algo desalentador, porque en realidad no existen atajos a la hora de perder los kilos que sobran. No puedes hacer que desaparezcan simplemente orando, ni existe una pastilla para que se vayan. Se requiere trabajo duro, y hay que tener algo más que deseo por conseguirlo: se requiere DISCIPLINA para continuar.

Ahí va

1) Entender que la obesidad es una cuestión espiritual

Cuando digo que era ENORME, es porque lo era. Pero no le veía nada malo. Después de todo, no fumaba ni bebía (ya sabes, pecados que la iglesia parece condenar muy a menudo). Leía la Biblia y oraba. ¡Hasta estaba sirviendo en el ministerio y el grupo de jóvenes que dirigía estaba creciendo!

Entonces llegó "esa noche" en una clase del seminario.

Los pastores estaban hablando acerca de la gente en sus iglesias, los "pecadores" que bebían, fumaban, maldecían, se acostaban ... y cada asistente parecía tener una historia acerca de "esas personas" de su iglesia.

Entonces un hombre llamado Derek (que era muy amable y hablaba suavemente) se levantó y preguntó: "¿Puedo decir algo?". Todo el mundo asintió, dándole pie para hablar, y el continuó: "Se que después de que diga esto, no voy a ser popular, pero estamos aquí sentados hablando de la gente en nuestras iglesias que luchan contra el pecado, ¡y la gran mayoría de nosotros tenemos sobrepeso!"

Siguió hablando, pero no recuerdo más, porque el Espíritu Santo de Dios me dio AUTOMÁTICAMENTE conciencia de pecado. Me susurró: "Tiene razón Perry, y TÚ, tienes que hacer algo con respecto a eso".

Fue en ese día que entendí que soy un administrador del cuerpo que Dios me ha dado, que es el templo del Espíritu Santo, y que la manera en la que cuide de Él le dice al mundo lo que pienso y siento acerca de Cristo (ver 1 Corintios 6:19-20)

Había llegado a pesar 136 kg en el instituto, luego había bajado hasta 95 kg, peor durante mi primer año de universidad había vuelto a recuperar. En el campus descubrí la Pizza nocturna y la casa de los Waffles. Para cuando me gradué en 1994 ya pesaba 122 kg. Pero, como he dicho antes, no estaba "pecando" como otros que conocía. Suponía que estaba bien tener sobrepeso.

Pero no lo estaba, y no lo está.

La obesidad es un ídolo, una fortaleza que parece ser evitada en la iglesia. Y desafortunadamente es un pecado que no puede esconderse. Las iglesias no hablan de esto y es algo que MATA a la gente. Es triste que muchas iglesias predican contra el alcohol mientras la gente dentro de la iglesia cavan su tumba con un tenedor y una cuchara. La obesidad mata a más gente cada año que el alcohol, pero la iglesia la ignora como si fuese un pecado "aceptable".

Si no entendemos que la manera en la que administramos nuestro cuerpo le importa a Jesús, que este asunto ES espiritual, nunca nos lo vamos a tomar en serio.

2) Toma responsabilidad personal por tu condición física

Parece que vivimos en un mundo en el que ya no hay pecadores, solo víctimas de lo que el mundo les ha hecho. Por eso, culpamos al McDonalds de que nuestros hijos sean obesos y echamos la culpa de nuestro estado físico a nuestros padres, el lugar donde vivimos, lo ocupado que nos tiene nuestro trabajo, o incluso a Santa Claus por darnos tan mal ejemplo.

Quiero ser claro: Yo era obeso porque seguía metiendo comida en mi boca. Punto. Y la cosa no mejoró hasta que paré de culpar a otras personas y a las circunstancias de mis problemas y empecé a tomar responsabilidad. Y tu tampoco mejorarás hasta que lo hagas.

3) Ajusta tu consumo de calorías

Sí, es así de simple. Dejé de consumir tantas calorías y perdí peso. Y deja que te sea claro: fue algo DIFÍCIL para mí. Tuve que dejar el te dulce (bebía seis vasos por comida) y los refrescos. Tuve que dejar los aperitivos poco saludables. Tuve que dejar de comer el segundo, el tercero y el cuarto.

Mucha gente está atada a la comida simplemente porque se niegan a hacer los ajustes que ya saben que tienen que hacer.

4) Entiende que lleva tiempo

No vas a perder 50 kg en 100 días. No vas a tener un abdomen plano en cuatro semanas. Al principio el peso se irá más rápido porque tu cuerpo está soportando cambios. Pero créeme cuando te digo que, en algún momento, vas a llegar a un tope. Y eso te va a desanimar enormemente. Te frustrarás y querrás abandonar. NO LO HAGAS.

Cuando esto suceda, entiende que necesitas continuar esforzándote y hacer ajustes adicionales para volver a crear un impacto sobre tu cuerpo.

Por cierto, no persigas "dietas milagro". Si, algunas te quitan kilos rápido, pero en casi todos los casos se vuelven a ganar. Se trata de hacer un cambio de estilo de vida, (no cambios drásticos puntuales).

5) Haz ejercicio

El ejercicio se ha convertido en un hábito diario para mi. De verdad me quita el estrés y me ayuda a prepararme para el día que tengo por delante.

Sí, es duro. Sí, requiere esfuerzo. Y sí, va a haber días en los que no tendrás ganas de hacerlo. Eso es algo que viene en el mismo paquete. Pero no puedes decir que te estás preocupando por tu cuerpo si no estás haciéndole el mantenimiento necesario.

5) Entiende que PUEDES hacerlo

En serio, si yo he perdido peso, cualquiera puede, porque me encanta la comida. Me encanta el sabor de un buen filete. Me encantan los postres, especialmente los de chocolate blanco. Me encanta el te dulce, y casi cualquier cosa que no sea buena para el sobrepeso. Y, honestamente, perder peso y mantenerme es una lucha. Constantemente tengo que recordarme lo que las Escrituras  dicen en Filipenses 4:13. Pero si puedo hacerlo ¡tú también puedes! No hay tentación que pueda vencer a alguien que está en Cristo (1 Corintios 10:13). Este problema no es mayor que Cristo en ti. ¡Tienes la disciplina, el potencial y la victoria dentro de ti para vivirlas!

Mira 1 Corintios 15:57-58:
57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

Puedes hacerlo, y créeme, cuando lo hagas te sentirás mucho mejor, tendrás la energía para hacer lo que quieres y necesitas hacer, y tendrás la integridad para hablarle a otros de cómo superar los problemas que los retienen... porque luchaste contra el que te retenía a ti.

Traducido y adaptado de:

https://perrynoble.com/blog/six-steps-to-overcoming-obesity-part-one
https://perrynoble.com/blog/six-steps-to-overcoming-obesity-part-two

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