La mayoría de las veces, la sensación de hambre que nos impulsa a picar es simplemente costumbre, no verdadera necesidad de comida.
Pavlov se hizo famoso por sus experimentos con perros. Básicamente este científico hizo sonar una campanilla cada vez que daba de comer a los perros. Después de un tiempo, los perros comenzaban a salivar al escuchar la campanilla aunque no se les diese de comer.
Lo curioso es que este efecto no era provocado por oler la comida, ni por probarla. Era simplemente producido por algo totalmente externo a ella. Así de poderosa puede resultar la expectativa de una comida.
De forma similar, hay situaciones en nuestra vida que nos impulsan a creer que estamos hambrientos y a comer más de lo necesario. Aprendemos a asociar la comida a una determinada hora del día. Si picamos acabaremos asociando el picoteo. Además tenemos montones de anuncios televisivos y comentarios de otras personas que nos producen un estímulo directo "que rico se come en ese restaurante", "que delicia un buen arroz con papas ahora" etc.
Intenta identificar cuales son los estímulos que te producen ansias por comer, y piensa que ese anuncio, comentario, o hora del día es simplemente un estímulo que te aleja de tus objetivos para adelgazar. No estás realmente hambriento, y ciertamente no vas a obtener nada bueno.
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