sábado, 3 de octubre de 2015

Disfruta de lo que tienes y renuncia al control

Haz un inventario de tu vida. ¿Qué cosas posees ahora mismo? Cualquier posesión que tengas no es por accidente, ni fruto del simple azar. A nivel microeconómico, Jesús promete cuidar de los detalles más minúsculos, como el dinero que tenemos en los bolsillos, la comida, y la ropa. Tal y como podemos ver en las Escrituras, Dios nos llama a vivir con ciertos estándares morales con respecto a esas pequeñas posesiones, porque somos capaces de pecar hasta llegar a tener grandes problemas (como por ejemplo puede ser una deuda de consumo irracional). Dios nos llama a ser sabios con el dinero, a trabajar y a vivir vidas económicamente fructíferas, y tener cuidado de nuestras posesiones.

A nivel macroeconómico, toda la distribución y redistribución de la riqueza es obra de nuestro Dios soberano (ver Eclesiastés 5:18-6:2). Todas nuestras posesiones son suyas, y Él las da (y las quita) según lo ve apropiado. Dios es el que hace a los pobres y a los ricos (1 Samuel 2:7).

¿Cómo decide Dios distribuir la riqueza en la vida de sus criaturas? Esto sucede de muchas formas diferentes.

* Puede que Dios te de muchas posesiones, sin darte el poder para disfrutar de esos regalos. Eso es una gran tragedia (ver Eclesiastés 6:1-2).

* Puede que Dios te de riquezas acumuladas, y te de el poder para disfrutar de esos regalos. Eso es una gran bendición (Eclesiastés 5:19, Proverbios 10:22).

* Puede que Dios te de posesiones, pero que, por medio de persecuciones en el futuro, te quite todas esas posesiones al final (Hebreos 10:34).

* Puede que Dios te llame a vivir una vida de pobreza sin alivios (2 Corintios 6:10, 8:9).

* Puede que Dios te de una vida de riquezas (2 Crónicas 32:29).

* Puede que Dios te de una vida intermedia, ni pobreza ni riquezas (Proverbios 30:8).

* Puede que Dios te bendiga con una gran riqueza, luego te la quite y reduzca tu cartera a cenizas, y luego te restaure con el doble de riqueza (como le pasó a Job).

* Puede que Dios te haga rico y luego te llame a la pobreza voluntaria, para mostrar al mundo que Él es tu mayor tesoro (Mateo 19:21, Marcos 10:21, Lucas 18:22).

Ninguna de estas situaciones es la norma general, ya que Dios soberanamente nos reparte las posesiones según le parece bien. Cuando se trata de las posesiones, nuestras experiencias pueden variar mucho. Pero, sin importar cuanto (o cuan poco) tengamos, hay cuatro cosas que nos ayudarán a disfrutar adecuadamente de los regalos que Dios nos ha dado.

1. Saber que el dinero es temporal.

El dinero ya existía antes de nosotros, y existirá después. Los ríos del comercio han estado fluyendo durante milenios, y un día se irán y las corrientes del estímulo económico fluirán a la generación siguiente. Existimos en el tiempo con dinero y posesiones, pero todo lo que poseemos de valor será traspasado a otros.

Esto quiere decir, en un sentido muy real, que el dinero es temporal. Lleva el rostro de César o de un presidente para recordarnos que su valor es tan temporal como los gobernantes del mundo y el surgimiento de las naciones. Así que demos al César lo que es del César.

En otras palabras, el Cristiano está llamado a poseer todas las cosas como si no poseyese nada (ver 1 Corintios 7:30). Mantén el dinero, utiliza el dinero, ahorra el dinero, administra el dinero. Pero reconoce también que el efectivo que llevamos en nuestras carteras es el dinero del monopoly de esta era presente. El dinero en sí mismo no tiene un valor facial eterno.

Entramos a esta vida con manos vacías y nos vamos con manos vacías, y estar viviendo mientras con un deseo por el dinero es como es como sostener un puñal afilado hacia atrás y clavarlo en nuestra propia alma (ver 1 Timoteo 6:6-10).

Esto también se cumple para los coches y las casas. C.S. Lewis dijo que el secreto para disfrutar de nuestra propia casa es el sacrificio, crucificar en cierta manera nuestra relación con ella. Sacrificamos nuestra casa, dejamos de aferrarnos a ella, y entonces se convierte en un objeto de alegría. Cuando se trata de las posesiones, el verdadero deleite se encuentra al otro lado del desinterés (Cartas 2. 788).

La enseñanza es que no nos alegramos en nuestras posesiones, nos alegramos de que Dios nos posee a nosotros (Jeremías 9:23–24). Ahí es cuando nuestra mayordomía se vuelve el centro. La bendición material es para que nosotros la administremos temporalmente, pero el deleite en Dios y en sus dones es nuestra vocación eterna y verdadera.

2. Disfrutar de tus posesiones ahora.

Como hemos visto, no siempre sabemos lo que Dios está haciendo en nuestras vidas cuando se trata de nuestras posesiones materiales. Tiene diferentes planes para todos nosotros. Pero Él tiene la intención de que todos sus hijos disfruten de los regalos que nos ha dado. Si tienes unos pantalones, una camisa, y un sandwich, puedes estar contento en la vida. Y si puedes estar contento con un poco, puedes disfrutar de la bondad de Dios contigo en cada uno de los millones de regalos simples que te da cada día (ver 1 Timoteo 6:8).

De hecho, hay pocas cosas en esta vida que sean mejor que disfrutarla y disfrutar de los buenos regalos de Dios con un espíritu de temor, obediencia y fe hacia Él (Eclesiastés 8:159:7–1010:1912:13).


Si tienes inclinación a quejarte más que a expresar gratitud, ora y pide a Dios que te de el poder para disfrutar de sus dones correctamente. Esto es un don en sí mismo, tal y como nos deja claro el libro de Eclesiastés. Uno de los dones más preciosos es el don de disfrutar de nuestros dones diarios.

3. Disfrutar de tus posesiones compartiéndolas.

El hombre que no puede disfrutar de los regalos diarios de Dios, es a menudo aquel que equivocadamente piensa que debe poseer regalos antes de disfrutarlos.

No necesitamos poseer algo para encontrar alegría en ello. La función del arte hermoso es ser compartido en museos y galerías, no ser encerrado en el sótano aislado de un billonario. El deleite de la exclusividad es un engaño, es un deleite falso.

Los cristianos comprenden eso. El deleite de compartir es lo que llevó a la primera iglesia a compartir todo lo que tenían (Hechos 2:45, 4:32, 1 Juan 3:17). Ellos daban dinero, se preocupaban de los pobres, ayudaban a los misioneros. Un grupo de mujeres adineradas daba fondos a la obra del Evangelio (Lucas 8:2-3). Cuando no pensamos en nuestras posesiones como algo "nuestro", sino que las utilizamos para aumentar el deleite de otros, hay un disfrute especial de ellas.

4. Disfrutar de lo que no posees.

Finalmente, Dios nos llama a disfrutar lo que nunca podremos poseer.

No puedo poseer muchos de los mayores regalos que Dios me ha dado. No puedo poseer a mi esposa. No puedo poseer a mis hijos. No poseo el tiempo, o los oceános, o la lluvia, o la salida del sol, o las majestuosas cordilleras. Desde luego, no puedo poseerlas en el mismo sentido en que poseo mi furgoneta.

El hombre que ama tanto el océano que vende todo lo que tiene y compra una propiedad frente a la playa con su arena privada y la cierra de tal forma que solamente él la pueda disfrutar, es el mismo hombre cuyo gozo morirá de exclusividad. No puede disfrutar de sus posesiones porque sus posesiones lo poseen a él.

Por otra parte, el hombre que compra una propiedad frente a la playa para compartirla libremente con sus amigos y familia, encontrará que su alegría será doble. Debido a su generosidad costera, este hombre bendecirá a muchos otros de forma maravillosa.

Pero quizás el más bendecido de todos es el hombre que no necesita poseer la propiedad frente a la playa en absoluto. Ha aprendido a disfrutar todas las playas del mundo simplemente por su belleza. Es libre del deseo de disfrutar solamente lo que posee. Esta parece ser la forma que Romanos 1 nos empuja a contemplar. Ser verdaderamente humano es expresar gratitud a Dios por los deleites de la creación.

Y si eso es verdad, entonces descubrimos que el significado de deleitarse en este mundo es una categoría que explota todas las categorías de lo que el mundo nos promete que obtendremos al poseer.

El viejo Tom Bombadil

Un hermoso ejemplo literario de un hombre que se deleita en lo que no posee se encuentra en el personaje de Tom Bombadil, que está insertado en la historia de El señor de los anillos de Tolkien. En el desarrollo de la épica historia, Tom Bombadil es una figura misteriosa que es rápida para la risa y que parece vivir en un bendito estado de alegría. Pero su vida tampoco tiene impacto en el drama central que se está desarrollando (por eso, Tom Bombadil nunca aparece en las películas).

El papel de Tom en la historia en general es sutil y es fácil pasarlo por alto. Al principio de su viaje, Frodo y compañía acaban llegando a sus tierras, un remanso de alegría en agudo contraste con la oscuridad que pronto enfrentarán.

- "¿Quién es Tom Bombadil?" pregunta más tarde un curioso frodo a la esposa de Tom, Baya de oro.

- "Es el Señor de los bosques, el agua y las colinas".

- "Entonces, ¿Toda esta extraña tierra le pertenece?".

- "¡Desde luego que no!"

¡Desde luego que no! Los bosques, el agua y las colinas que llenan a Tom Bombadil de deleite no son posesión suya, son suyas para cuidarlas y disfrutarlas. Desde luego, Tom no es una alegoría contra la propiedad privada, ni tampoco de la pasividad. Como Tolkien también deja claro, la guerra contra Sauron será necesaria para parar el mal que se enrosca y preservar el estilo de vida que Tom y Baya de oro disfrutan. Y si necesitamos confirmación, Tolkien deja claro en sus cartas que Tom es un enigma intencional.

Tom encarna un contraste, representa un alma que ha sido liberada de la codicia de poseer para deleitarse en la belleza de lo creado. Ha renunciado al control, y por tanto encuentra que los medios de poder tampoco tienen valor. Como resultado, Tom Bombadil puede sostener el gran anillo de poder de Frodo sin peligro para él mismo ni para nadie. El anillo no tiene poder sobre Tom porque Tom no tiene interés en poseer el poder del anillo.

Cuando el deseo por poseer se rompe, cuando la gratitud toma su lugar, cuando podemos simplemente deleitarnos en las glorias de la creación, entonces se rompen algunos de los más oscuros planes del mal en el corazón humano.

Tom Bombadil es un modelo del deleite en lo que no poseemos, y de compartir lo que poseemos (como una cena en compañía alrededor de la crema amarilla, la miel, el pan blanco y la mantequilla en su mesa). Quiera Dios que podamos brillar como tales corazones felices, como esos agradecidos enigmas, en nuestro mundo.

Nota: La defensa que hace Tolkien de Tom Bombadil está clara en Las cartas de J.R.R. Tolkien (The Letters of J.R.R. Tolkien), páginas 178-179 y 192.

Traducido de: http://www.desiringgod.org/articles/enjoy-your-possessions-before-they-possess-you