miércoles, 20 de mayo de 2015

10 Lecciones inolvidables de paternidad cristiana

Extracto de un artículo Por Ray Ortlund


En público, mi padre era uno de los grandes pastores de su generación. En privado, era lo mismo: un auténtico hombre Cristiano. Sin ningún orden particular, estas son las 10 lecciones de paternidad que aprendí de observarle, y que han quedado grabadas en mi memoria.

1. Nunca estaba demasiado ocupado

Mi padre era un pastor ocupado, pero nunca estaba demasiado ocupado para mí. Cuando sentía que no había tenido suficiente tiempo conmigo decía: "Ey Bud, ¿quieres faltar a la escuela mañana y venirte a la playa?" ¡No me costaba mucho decir que sí! así que nos íbamos. Hacíamos surf, hablábamos, y nos divertíamos juntos. Al día siguiente escribía una nota a la escuela para explicar mi ausencia, y cuando la llevaba a la oficina del director, siempre marcaba mi ausencia como "inexcusable". Imagino que la razón no importaba para ellos (un padre que intentaba ponerse al día con su hijo). Pero a papá no le importaba, y yo lo sabía.

2. Era un hombre de Biblia

Mi padre estaba completamente dedicado a Jesús. En mi diecisiete cumpleaños, él y mi madre me regalaron una Biblia, en la que escribió lo siguiente

Bud,
Nada podía ser mejor que tener un hijo que ama al Señor y camina con Él. Tu madre y yo hemos visto que este libro es nuestro tesoro más preciado. Te lo damos, y no te podríamos dar nada mayor. Se un estudiante de la Biblia, y tu vida estará llena de bendición. Te amamos.
Papá, 7/9/66, Filipenses 1:6

Cuando leo eso, se que mi Padre puso significado en cada palabra. Era un hombre de Biblia, y la bendición sobre la que habló, era obvia en su propia vida.

3. Alababa a Dios

En el tiempo en que yo crecía, la mayoría de las veces no necesité un despertador. Me despertaba con el sonido de las canciones de mi padre en la ducha que había al final del pasillo. Cada mañana mi padre cantaba alegremente y con todo el corazón este himno:

Cuando la mañana alumbra los cielos
Mi corazón que se despierta clama
Que sea Jesucristo alabado
Ya sea en el trabajo o en la oración
En Jesús reparo
Que sea Jesucristo alabado
Es difícil leer lo que está en el corazón de muchos hombres. No puedo tener ni idea de sus motivos. Pero en el caso de mi padre, nunca me los pregunté. Ni una vez me pregunté por lo que vivía o por lo que más se preocupaba. Él no encaraba la vida manteniendo un perfil bajo, porque Jesús era demasiado maravilloso para él. Alababa al Señor en su vida, en público y en privado, de una forma tan plena y clara que no podía ser ignorado.
4. Me animaba

Mi padre me instaba a seguir a Cristo a cualquier lugar. De vez en cuando me daba este discurso: "Escucha, hijo. Los cristianos que no dedican todo el corazón son la gente más desdichada que existe. Saben lo suficiente acerca de Dios para sentirse culpables, pero no han ido lo suficientemente lejos con Cristo como para ser felices. ¡Ve a por todas con Cristo! no me importa si acabas siendo un cavador de zanjas, mientras ames al Señor con todo el corazón".

No le impresionaba el éxito del mundo, el ir a las escuelas correctas, o toda las pretensiones y vanidad. Quería algo mejor para mí, algo que yo mismo tenía que encontrar.

5. Tenía un caminar sincero con el Señor

Recuerdo una mañana que fui al piso de abajo y entré al salón, donde estaba mi padre. Se encontraba sobre sus rodillas, con su cara enterrada en sus manos, absorto en una oración silencioso. Él no sabía si alguien más se había despertado, así que no estaba aparentando. Mi padre tenía un caminar sincero con Dios. Amaba el evangelio, servía en la iglesia, daba testimonio a nuestros vecinos. Diezmaba incluso cuando no se lo podía permitir. Era él el que determinaba el tono de nuestro hogar, y nuestro hogar era un lugar de gozo, honestidad, y comodidad. Jesús estaba allí.

6. Me enseñaba teología en el patio de atrás

Un día, cuando tenía 11 o 12 años, mientras hacíamos trabajos de jardinería, mi padre se detuvo, me miró a los ojos y me dijo "¿Sabes, Bud, que antes de que comenzase el tiempo, Dios te eligió?". Me sentí impresionado. ¿El Dios todopoderoso pensó en alguien tan pequeño como yo? ¿Desde hace tanto tiempo? Me sentí muy amado por Dios. Años después, cuando conocí la doctrina de la elección como tal, no tuve problema con ella. La amé. Mi padre había comenzado su educación teológica en mi niñez, en medio de una conversación cotidiana.

7. Nos amaba cuando no era fácil

Mi padre trabajaba duro todo el día, y llegaba a casa cansado. Así que cuando caminaba hacia la puerta de atrás, antes de abrir la puerta, elevaba una sencilla oración a Dios: "Señor, necesito un poco de energía extra en este momento". Y Dios contestaba esa oración. Nunca lo vi entrar a casa sin ninguna emoción positiva para dar. En lugar de eso, caminaba hacia mi madre, la besaba con un gran beso, y luego se giraba hacia mí y decía: "Vamos Skip, ¡luchemos un rato!" y nos íbamos al cuarto de adelante y luchábamos en el suelo, y nos hacíamos cosquillas, y reíamos. La realidad de Dios, que estaba a cada momento en el corazón de mi padre, le daba energía para amar a su familia cuando no era fácil.


8. Me ayudó a amar la iglesia

El hecho de que mi padre fuese el pastor, me convertía en "el hijo del pastor". Obviamente, de vez en cuando, la gente bienintencionada de la iglesia me decía cosas tontas, como si tuviese que ser perfecto, superior, o tal y como ellos esperaban. Mi padre me dijo una vez: "Hijo, cuando la gente diga cosas como esa, en realidad no quieren hacerte daño. Sin embargo, no es justo. Ellos no se dan cuenta. Quiero que sepas que puedes ignorarlo".

Mi padre tenía altos estándares de vida cristiana. Pero era lo bastante sabio como para saber que alguien de 10 años sigue a Cristo de forma diferente que alguien de 40. Era realista y compasivo. Me mostró con sabiduría que la vida en la iglesia no tiene que resultar opresiva.

9. Vivía su fe de manera simple y práctica

Papá me mostró maneras prácticas de caminar con el Señor. Por ejemplo, esta es una declaración que estableció para que fuese su propio caminar diario:

Mi declaración matinal de fe
Creo que hoy:
1) Dios está dirigiendo mi vida soberanamente mientras me someto a Él, y que me ama incondicionalmente, y yo le amo y le pongo en el primer lugar de mi vida.
2) Cristo es mi Señor y amo, y busco permanecer en Él y hacer su voluntad de forma inmediata y exacta.
3) El Espíritu Santo es mi amigo, maestro y guía, que abrirá y cerrará puertas hoy, y me llenará para hacerme un siervo efectivo.
4) Encomiendo mi esposa y mi familia al Señor, que los ama al igual que a otra gente que amo. Ellos también están bajo su cuidado soberano.
5) Salgo con una fe confiada, y relajado en el Señor, y disfruto este día que se me ha dado. Confío en Él para que me use hoy.

Es simple, pero válido. Papá ejemplificaba cómo hacer que el cristianismo diario fuese accesible y práctico.

10. Me enseñó que el ministerio no lo es todo

Un domingo temprano, el 22 de Julio de 2007, mi padre se levantó en el cuarto de su hospital en Newport Beach. Sabía que era el día final en que sería quitado de esta vida. Mi esposa y yo estábamos lejos, en Irlanda, ministrando en aquel día. No sabíamos lo que pasaba en casa. Pero la familia se reunió alrededor de la cama de papá. Leyeron las Escrituras y cantaron himnos. Papá dio una palabra de bendición patriarcal y una amonestación a cada uno, y pronunció sobre ellos todas las bendiciones de Aarón:

 "Yahweh te bendiga, y te guarde; Yahweh haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Yahweh alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz" -Números 6:24-26

Y entonces, en calma, se durmió.

Después de eso, pregunté a mi hermana cuál había sido el mensaje de papá para mí. Fue este: "Dile a Bud que el ministerio no lo es todo, sino Jesús".

Sus palabras resumieron toda su paternidad y su vida.

Traducido y resumido de: http://www.desiringgod.org/articles/10-unforgettable-lessons-from-my-father-on-fatherhood

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