jueves, 14 de agosto de 2014

Encantado de alabar. Devocional John Piper 22/08

Salmos 67:3, 5: "Te alaben los pueblos, oh Dios; Todos los pueblos te alaben"

 

¿Por qué Dios requiere que debemos alabar a Dios?

C.S Lewis escribió:

Tal y como los hombres alaban de forma espontánea cualquier cosa que valoran, también nos instan de forma espontánea a que nos unamos a ellos en alabanza, diciendo: "¿No es encantador?" "¿No fue glorioso?", "¿No crees que es magnífico?"
Los salmistas, al decir a todo el mundo que alabe a Dios, están haciendo lo que todos los hombres hacen cuando hablan de aquello que les importa. Toda mi dificultad en general, con la alabanza de Dios, dependía de que, de forma absurda, me negaba a hacer con lo supremamente valioso lo que nos encanta hacer, y de hecho no podemos evitar hacer, con cualquier otra cosa que valoramos.
Creo que nos deleitamos alabando lo que disfrutamos porque la alabanza no es algo que simplemente expresa, sino que completa el disfrute. Es su consumación. No es por hacer cumplidos que los amantes siguen diciéndose lo hermosos que son el uno al otro, sino que el deleite está incompleto hasta que se expresa.

 

¡Esta es la solución! Alabamos lo que disfrutamos porque el deleite está incompleto hasta que se expresa en alabanza. Si no se nos permitiese hablar de lo que valoramos y celebrar lo que amamos y alabar lo que admiramos, nuestro gozo no sería completo.

Así que si Dios nos ama lo bastante como para que nuestro gozo sea completo, Él no solo debe darse a sí mismo, también debe ganarse de nosotros la alabanza de nuestros corazones - no porque necesite afirmar alguna debilidad en si mismo o compensar alguna deficiencia, sino porque nos ama y busca la plenitud de gozo que solamente se puede encontrar en conocerle y alabarle a Él, el más magnífico de todos los seres.

Si de veras Dios está por nosotros, ¡Dios tiene que estar por sí mismo! Dios es el único Ser en todo el universo para el cual buscar su propia alabanza es un actor de amor definitivo. Para Él, la auto exaltación es la virtud más alta. Cuando hace todas las cosas  "para alabanza de su gloria" está preservando y ofreciéndonos la única cosa en todo el mundo que puede satisfacer nuestros anhelos.

¡Dios está por nosotros! Y el cimiento de este amor es que Dios ha sido, es ahora, y siempre estará por sí mismo.

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